Esto es lo que la editorial nos cuenta
del autor: Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) es escritor. Suyas son las novelas El peso de los muertos (Premio Tiflos de Novela 2006), La tristeza del samurái(Prix du Polar
Européen 2012), Respirar por la herida (finalista en el Festival de Beaune 2014 a la mejor
novela extranjera), Un millón de gotas(ganadora en
2015 del Grand Prix de Littérature Policière y uno de los libros más destacados
del 2021 en Estados Unidos según Publishers Weekly), La víspera de casi todo (Premio Nadal de Novela 2016), Por encima de la lluvia (2017), Antes de los años terribles (2019) y El hijo del padre (2021). Sus libros se han traducido a numerosos idiomas
y gozan de un éxito extraordinario en Francia, donde en 2018 fue nombrado Caballero
de las Artes y las Letras. En
este blog puedes encontrar reseñadas las siguientes novelas de este autor:
Treinta
años después de su partida, Julián Leal regresa a su pueblo, en una localidad
costera de Galicia. ¿Qué quiere? ¿A qué vuelve? ¿Tal vez a desenterrar el
pasado y buscar venganza? ¿O solo a enfrentarse a sus fantasmas del pasado
ahora que el tiempo puede estarse acabando? Porque
le han diagnosticado un cáncer y además está pendiente de juicio y apartado de
su servicio como policía tras casi dejar muerto a un hombre al que dio una
paliza.
NADIE EN ESTA TIERRA
«No
soy yo quien debería contar esta historia. Pero soy el que puede contarla. (…)
Podría habérseme dado bien escribir y sería escritor, cantar y sería cantante,
o hacer ceniceros de barro y tener contenta a mi madre, que los coleccionaba.
Pero mato a gente por dinero y en ello he encontrado mi manera de estar en el
mundo».
Curiosamente,
la novela comienza con un prólogo escrito por un personaje que en principio no
es el protagonista que esperaba, ese que vuelve a su tierra, sino un sicario.
Un personaje por el que el lector sabe con certeza que Javier Leal, el
protagonista de esta novela, no es culpable de las muertes que tras su vuelta
al pueblo comienzan a tener lugar y por las que va a ser perseguido. Un
prólogo que tendrá también su epílogo por parte del mismo. Cuando leáis dicho
epílogo, probablemente convendréis conmigo que es una manera muy especial de
acabar una novela, especulando con los lectores sobre lo que muy bien podría
ocurrir después de ese punto final de la novela tras el que viene el epílogo. Mientras,
hasta llegar a ese final, tendremos una novela en la que como todas las de Víctor del Árbol,
los personajes son fundamentales. Porque, a pesar del protagonismo indiscutible
de Julián Leal, es una novela coral, en la que todo el pueblo es también un
personaje más de la novela. Julián Leal,
un hombre que puede estar en los últimos momentos de su vida, con un cáncer de
difícil curación y un juicio pendiente que seguramente acabe con su carrera y
con él entre rejas.
«Si
somos la huella que dejamos en los demás, la suya se borraría con facilidad. No
se había casado, no tenía hijos, y excepto Virginia y su marido, Luis, no tenía
amigos. Una vida de trabajo y soledad. Una vida tirada a la basura». (Página
19)
Pero
aún tiene en su interior, esa fuerza de los héroes, de aquellos que se atreven
a enfrentarse con el mal y que le llevarán adelante en busca de esa incómoda
verdad. Porque luchar contra los poderosos, a aquellos que se creen por encima
del bien y del mal, es un mal camino para triunfar en la vida.
«No
tienes nada que perder. Por eso acudí a ti. Porque sé que no pararás cuando te
pidan que lo hagas. (…) Tú ya no perteneces a este mundo ni a sus reglas. A
alguien que no quiere nada, no hay nada que pueda ofrecérsele». (Página 236)
Porque
a eso se reduce la vida de Julián Leal, a sacar a la luz las vergüenzas de
aquellos poderosos que se creen por encima de la ley para abusar de los demás
«Los
ignorantes creen que los poderosos lo son porque tienen dinero, y que la
finalidad del poder es ganar más dinero todavía. Pero se equivocan, no
entienden la verdadera naturaleza del poder. (…) El poder no te da solo dinero,
te da algo mucho más importante y útil: te da impunidad, te sitúa por encima
del bien y del mal». (Página 201)
Nos
regala en Nadie en esta tierra una galería de personajes inolvidables, con
historias terribles como la de Clara Fité o la de Gregorio, ese hombretón con la mentalidad de un niño de doce años
que se dedica a hacer con conchas la figura de unos búhos que intenta luego
vender a conocidos y extraños por un par de euros y un bocadillo, pero que de
vez en cuando sorprende con alguna que otra perla de sabiduría
«El
búho es un animal sagrado. No solo sabe, sino que calla lo que sabe. Porque no
todo puede ser conocido y, mucho menos, desvelado». (Página 27)
Una
novela, esta vez sí, que podemos calificar como novela negra
de principio a fin. No se trata como en otras anteriores de unas meras
pinceladas o amagos. Ésta lo es. Inscrita
en un tipo de novelas cada vez más habituales también en España en lo que se ha
dado en llamar country noir: novela
negra en un ambiente rural, fuera de las grandes capitales. Algo que en España
nos lleva habitualmente a paisajes gallegos o del Norte. Galicia es en este
caso la que nos brinda un pueblo costero dejado ya de la mano de Dios, que tan
bien nos describe el autor con la llegada del protagonista a esa Plaza Mayor,
por llamarla como él dice de alguna manera, alumbrada por cuatro farolas. Una
tierra en la que todos se conocen, donde los secretos son casi imposibles, por
más que todos intenten ocultar los suyos
«Nadie
en esa tierra era inocente, nadie olvidaba. Nadie perdonaba». (Página 102)
Por
último, vuelve a la carga con un tema presente en sus novelas: la familia. Aunque no se trata en este caso de una saga familiar como
ocurría en El hijo del padre,
sino de un hecho que marcó para siempre la vida de Julián y su familia, aquel
que a la postre hizo que tuviera que irse del pueblo al que ahora regresa, tal
vez como despecida
«Callaste
porque los hijos no deben cargar con la culpa de los padres, aunque los padres
asuman las culpas de los hijos. Quizá sea esa, y no otra, la forma natural de
las cosas». (Página 279)
OPINIÓN PERSONAL
No
me ha defraudado Nadie en esta tierra. De hecho ya no tengo miedo cuando me enfrento a una nueva
novela de Víctor del Árbol
a una decepción. Sé que no va a haberla. Es
pronto para saber si ésta va a ser mi mejor novela del año, pero de lo que estoy
convencido es de que va a ser muy difícil que en el apartado de novela negra
vaya a leer algo mejor este año. Por su trama, por sus personajes, por su
ambientación. Lo tiene todo. Es
más, es de esas novelas que cuando la revisaba (esos benditos postits con la
que voy marcando párrafos durante la lectura), me daba cuenta de que con el
paso de unos días me gustaba aún más que en el momento de su lectura. Es
eso que tienen aquellas novelas que van más allá de una trama que te atrapa
pero que, una vez resuelta la novela, se olvidan pronto. No es el caso de Nadie
en esta tierra, que gana con la reflexión sobre lo que cuenta. Y
cuenta mucho. No solo es una historia familiar. Es también una historia sobre
el mundo de la droga, otra sobre el abuso a los niños, sin olvidarnos de la
terrible historia de Clara Fité en su lucha por sacar a la luz al abuso de los
carteles de la droga en México, que ya de por sí hubiera dado para una novela
completa. Si no te
gusta Víctor del Árbol, no te
molestes en leer esta novela, porque su estilo, por más que varíen las tramas,
es el mismo. Si aún no lo has leído, Nadie es
esta tierra es tan buena como cualquier otra de
sus novelas (quizás con la ventaja de que no es de las más largas) para
conocerlo. Y por supuesto, si eres fan del autor, corre a comprar una novela
que podrás leer sin miedo a que te defraude. Eso
sí, no te fíes mucho de mi valoración, porque lo mismo al final del año tengo
que subirla más.
Puedes ver una vídeo reseña más completa pinchando la imagen:
VALORACIÓN: 9/10
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Soy fan de Víctor del Árbol, así que me lo apunto. Besos!
ResponderEliminarMe gusta mucho el autor así que ésta terminará cayendo. Como bien dices, nunca defrauda.
ResponderEliminarBesotes!!!