Trilogía de la huida
Dulce Chacón
Autora: Dulce Chacón
Editorial: Alfaguara, 2007
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 400
Esto es lo que
la editorial nos cuenta de la autora:
Dulce Chacón (Zafra, 1954-Madrid, 2003), poeta y novelista, publicó
los libros de poemas Querrán ponerle nombre (1992), Las
palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la
altura (Premio de Poesía Ciudad de Irún 1995) y Matar al ángel (1999),
todos ellos recogidos en el volumen Cuatro gotas (2003). Como
narradora publicó las novelas Algún
amor que no mate (1996), Blanca
vuela mañana (1997) y Háblame, musa, de aquel varón (1998), recogidas en el volumen Trilogía de la huida (Alfaguara, 2007); Cielos
de barro (Alfaguara, 2010), Premio Azorín 2000, y La voz dormida (Alfaguara, 2002), Premio al Libro del Año 2002 del Gremio de Libreros de
Madrid y traducida al francés y al portugués. También es autora de la obra de
teatro Segunda mano (1998) y de la versión de Algún
amor que no mate (2002), por la que fue nominada a los premios Max
2004 a la mejor autora teatral en castellano.
En este blog
puedes encontrar reseñada la siguiente novela de la autora:
TRILOGÍA DE LA HUÍDA
Dulce Chacón es
la única autora de la que he leído toda su obra en prosa. Lo cual tampoco tiene
mucho mérito porque desgraciadamente con apenas cuarenta y nueve años, dejó
este mundo (Zafra 1953- Madrid 2003).
Hablo de la obra
en prosa, porque Dulce, antes que novelista, fue poetisa. Y eso no hay duda que
se nota en su manera de escribir, de plantear sus novelas, porque ese lado
poético, esa manera tierna y comprensiva de ver las cosas, no hay duda de que
está relacionada con su manera no solo de ver la vida, sino de concebirla como
poesía.
Mi relación con
Dulce Chacón empezó por el final, pues leí La voz dormida y tanto me entusiasmó que después de leerla de buscar no he podido dejar de
buscar todo lo que en prosa había escrito hasta terminarlo como os comentaba
antes.
Esta Trilogía
de la Huida, no es un libro nuevo, sino la edición en un único
libro de sus tres primeras novelas, aquellas que fueron más cortas.
No estoy
totalmente de acuerdo con el nombre que le han puesto, porque más que una
trilogía sobre la huida, lo es sobre
el fracaso, que es el tema común en las tres. Fracaso en el
amor, fracaso en las relaciones de pareja, fracaso del hombre para entender la
mujer.
Porque como
fracaso hay que entender ese «Hace años que no hago el amor…» (de “Algún
amor…”), la ruptura que nos lleva a la soledad «La soledad es no poder compartir
con nadie los recuerdos» (de “Blanca…”).
La primera
historia nos habla de una relación que fracasa, en la que a pesar de que cuando
se casaron se querían, el tiempo ha matado y socavado ese amor. La segunda nos
habla también de otro amor que se ha roto, en contraste con la figura de una
pareja que su amor se ha roto por la muerte, pero no porque hayan dejado de
quererse. Y la tercera es también otra historia de ruptura de una relación,
asfixiada por la cortedad de miras del hombre, incapaz de entender a su mujer.
El gran protagonista de todas estas historias es siempre la mujer, sus preocupaciones, sus vacilaciones, sus miedos, su modo de entender la
vida, mientras que la figura de los hombres queda un tanto desdibujada, cuando
no simplemente es inexistente.
Una difícil
combinación la que nos presenta de amargura y desilusión ante la pérdida del
amor, mientras que al mismo tiempo nos muestra la ilusión por conseguirlo, por
empezar de nuevo, por intentarlo otra vez. De ahí, más que una huida, lo vea
como un fin, como una ruptura, como el reconocimiento de un fracaso como paso
previo para poder levantarse y comenzar de nuevo.
Una a una, voy a
iros desgranando las tres novelas:
ALGÚN AMOR QUE NO MATE
Es la primera novela que escribió Dulce. Es este un libro que se lee en medio asalto, porque son poco más de cien páginas. Páginas además de letra grande y que además al estar estructurado el libro en pequeños capítulos, algunos de menos de una página, hace que el contenido total sea pequeño. Pequeño que no quiere decir en absoluto menor.
Tiene además el
estilo de este libro algo que me gusta, quizás porque se asemeja a la manera en
que me gustaría escribir. Y es un lenguaje directo, casi telegráfico, con pocas
pero precisas descripciones. Pero con unos personajes que quedan perfectamente
trazados y descritos. Dicho de otra manera: Una escritura sin paja.
La dedicatoria del libro no deja de ser una declaración de intenciones: «A ellos», sin más. A
continuación se lo dedica a ellas, para llenar una página con los nombró de sus
amigas.
Algo que hasta
ahora nunca había comentado era la cita que precede al libro, pero en este caso
voy a hacerlo porque aparte de ser una gran frase, consigue resumir el sentir
del libro.
Es de Oscar Wilde y dice:
Es de Oscar Wilde y dice:
«Porque todos
los hombres matan lo que aman pero no todos mueren por ello».
Ya desde esta cita, el libro me impactó. Sin tirar balones fuera, siempre me he preguntado el por qué de esta capacidad del hombre de dañar lo que aman. Porque soy consciente de que la gente a la que más daño hago es justamente aquella a la que más hablo. No hablo de maltrato físico, sino de decepcionar, lastimar y herir en lo más profundo a los seres que amamos, de darles todo lo bueno y al mismo tiempo todo lo malo que hay en nosotros mismos. De proporcionarles los mayores momentos de felicidad y los de mayor tristeza.
Pienso de todos
modos que cuando amas de verdad, en esos momentos que matas lo que amas,
también estás muriendo tú.
El libro nos va
a contar la historia de un
matrimonio. Es una disección de las relaciones de pareja, de la
relación entre un hombre y una mujer, pero sobre todo de la ceguera del hombre,
de su egoísmo, del sentirse el centro del universo.
No creo que sea un libro exclusivamente para mujeres, para abrirlas los ojos y animarlas a salir de su encierro, sino que cualquier hombre a poco sincero que sea, ha de verse reflejado, para mal, en alguno de los pasajes. Y darse cuenta de los errores es el primer paso para no repetirlos.
No creo que sea un libro exclusivamente para mujeres, para abrirlas los ojos y animarlas a salir de su encierro, sino que cualquier hombre a poco sincero que sea, ha de verse reflejado, para mal, en alguno de los pasajes. Y darse cuenta de los errores es el primer paso para no repetirlos.
«Hace años que no hago el amor. No es una queja. Vivo muy bien así» (Página 29).
Este es el
comienzo del libro.
Renunciar al
sexo sin que en esta decisión intervengan motivaciones filosóficas o
religiosas, solo puede suponer la aceptación de una derrota, renunciar a su
lado positivo de ternura, cariño, sentir que dos seres sin uno solo y quedarse
en soledad, en la peor de las soledades, que es la del que está solo aún
estando acompañado.
«Prudencia y su marido se querían mucho cuando se casaron, esa es la verdad». (Página 81).
No se trata pues
de un matrimonio que nació sin amor. Tal vez por eso sea mucho más dura la
soledad. Una soledad que ni siquiera es aliviada por la presencia de un hijo.
«Prudencia deseaba un hijo, sin embargo Dios se lo negó desde el principio». (Página 59).
Soledad, soledad
y más soledad.
«Que triste es el dolor del que siempre espera y un día no tiene a quien esperar». (Página 77).
No se trata del
fracaso por esperar grandes cosas de la vida, por poner el listón de las
exigencias muy alto. Más bien es la incapacidad para apreciar aquello que
tenemos, de reconocer cómo nuestros deseos se han cumplido pero no nos hemos
dado cuenta.
«Ella siempre había dicho que solo le pedía a la vida un marido que la quisiera, la mimara, la cuidara. No se da cuenta de que ya lo tuvo y lo perdió» (Página 83).
¿Cuál fue el
error? La autora nos da una respuesta a este problema, muy común entre las
mujeres. Porque son ellas y no los hombres las que se entregan totalmente hasta
desaparecer, hasta no ser ya ellas mismas.
«Prudencia cometió un error. Y los errores se pagan. Creyó que su vida era la de su marido y, cuando quiso darse cuenta, el marido tenía su vida y ella no tenía la propia». (Página 60).
Y finalizo estas
citas, con una reflexión que me ha llamado especialmente la atención:
«El amor no se pide, el amor se da». (Página 85).
A pesar del lenguaje sencillo y directo, la lectura de esta novela no siempre es sencilla, porque hay hasta cuatro narradoras distintas: Prudencia, su prima, la amante del marido de Prudencia y una cuarta narradora que hasta el final del libro no descubriremos quién es. Este cambio de narradora, de estar contada la historia en primera persona a ser contada desde fuera, en algunos momentos dificulta el seguimiento del texto. Pero a pesar de ello, es un libro realmente emotivo, al mismo tiempo que duro.
Lectura muy recomendable.
BLANCA VUELA MAÑANA
En Blanca vuela mañana, Dulce nos va a hablar de la vida y de la muerte, del amor y del desamor, con una prosa de frases cortas y claras, de capítulos cortos y sin poder evitar que en muchos momentos ese alma de poetisa aflore en su escritura, con algunas citas breves y demoledoras.
Una obra que nos
puede enfrentar a nuestros demonios, porque el tema fundamental de esta novela
es la muerte. Ulrike se sabe condenada a muerte por un cáncer que sabe que va a
acabar con ella, por lo que se prepara para morir y prepara una carta para cada
uno de sus seres queridos, una carta que espera los ayude a seguir viviendo.
Pero la muerte,
gran bromista no llega como espera sino mucho antes por un estúpido accidente,
dejando a los suyos sumidos en el dolor.
Asistiremos a
sus dudas, a su miedo a la muerte, al miedo que tiene a perderla su amante
Heiner, el miedo al sufrimiento. No se vosotros, pero a mí consigue
transmitirme toda la angustia que supone el fin, el no saber qué será de
nosotros, el no poder seguir con los que queremos.
Esta es su
definición de la muerte:
«Morir es lo que pierdes, perderlo todo definitivamente. Perder incluso lo que no has tenido, las cosas que se deberían haber hecho y ya no habrá tiempo de hacer». (Página 137).
Pero no es
tristeza lo que prevalece, por más que en algún momento se escapará la
lagrimilla, sino la alegría por disfrutar del presente, de los pocos momentos
que quedan, de sacarles el máximo provecho.
Junto a la muerte, la vida, el amor. Es una doble historia de amor, la de Ulrike y Heiner por una parte. Ulrike que ya en su madurez no espera encontrar el amor, desilusionada de los hombres que han pasado por su vida con fugacidad dejándola lastimada hasta que llega Heiner con su mirada, siempre pendiente de ella y descubre lo que es el amor.
«Nunca te irás de mi aunque te vayas». (Página 126)
¿Es posible una
mejor declaración de amor?
Por otra parte
Blanca, que lleva siete años viviendo con Peter, el primo de Ulrike que ve con
envidia esta historia de amor cuando siente que su historia junto a Peter se
acaba, que necesita otra ternura que ya no tiene, que necesita desesperadamente
que le digan que la quieren, cosa que Peter no quiere hacer.
Y en su vida aparece José, con el que tiene una indescriptible noche de amor, de la que sale huyendo, sin decidirse a seguirla adelante. ¿Lo hará?
Y en su vida aparece José, con el que tiene una indescriptible noche de amor, de la que sale huyendo, sin decidirse a seguirla adelante. ¿Lo hará?
«Blanca, la que tiene en los ojos todos los ríos del mundo. Es que soy el mar». (Página 152).
Y para finalizar una de esas citas de las que os hablaba:
«La soledad es no poder compartir con nadie los recuerdos». (Página 218).
Una novela muy breve de poco más de cien páginas, cuya lectura os recomiendo.
HÁBLAME MUSA DE AQUEL VARÓN
Esta, su tercera novela, es algo más larga que las anteriores, aunque son poco más de ciento cincuenta páginas, apenas un suspiro que se leen con facilidad en una tarde. Debo deciros que es de las tres novelas cortas de Dulce Chacón, la que menos me ha gustado, quizás porque sus personajes no han terminado de calar en mi interior, porque me cuesta identificarme con alguno de ellos o tal vez porque la historia no termina de convencerme.
Pero a pesar de eso es un buen libro, que nos cuenta el final de una historia de amor según comienza otra. El hecho de que no me identifique con ninguno de los personajes, no implica que su reflexión sobre el por qué del fracaso de un matrimonio, no sea un buen motivo de reflexión.
Porque el gran problema de este matrimonio es el silencio. A poco que reflexionemos, veremos que la gran dificultad en la vida de pareja, da igual que sea o no un matrimonio, es el diálogo, o mejor dicho, la falta del mismo.
Matilde calla,
aunque a veces ese silencio no sea otra cosa que una manera de reproche. Adrián
no calla, aunque eso no es más que una manera de oírse a si mismo. Pero calla
cuando sus palabras atañen a sus sentimientos.
Adrián que vivía
en paz con sus grandes aspiraciones literarias y Matilde que no tenía ninguna
aspiración. Pero un día aparece Ulises y despierta la vida que hay en Matilde,
la hace sentir que realmente tiene una opinión, que es alguien, que también
puede pensar, que no es tonta.
No es esta
situación una excepción. Muchas veces nos creemos los más listos, el centro del
universo, los que todo lo sabemos, y ninguneamos a nuestra pareja. Gran error,
siempre habrá alguien que descubra en ella todos sus valores y cuando queramos
recuperarla, ya será tarde.
La novela nos
cuenta esta historia de Adrián y Matilde, que tras dos años de amor, ven como
aparece en sus vidas Ulises, un productor para el que Adrián va a escribir el
guión de una película sobre la Odisea. Y es Ulises el que hace brotar en el
corazón de Matilde la llama de la vida.
Y es la Odisea
el otro protagonista del libro, pues las referencias a la misma son constantes
en el desarrollo del libro, no solo por el guión que sobre ella se escribe,
sino por las constantes alusiones y paralelismos con la misma.
Alusiones que
comienzan directamente en el título, tomado de un párrafo de la Odisea:
«Háblame, musa de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio poblaciones y conoció las costumbres de muchísimos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos».
Una lectura recomendable.
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Me falta leer el de Blanca.
ResponderEliminarSiempre adoro leer a esa autora, aunque siempre es demoledora... Cuando me enteré de que había fallecido, decidí espaciarme sus libros.
Siempre es recomendable leerla.
Besotes