El temor de un hombre sabio
Patrick Rothfuss
Título: El temor de un hombre sabio
Autor: Patrick Rothfuss
Editorial: Plaza & Janés, 2011
Encuadernación: Tapa dura
Paginas: 1200
Editorial: Debolsillo, 2013
Encuadernación: Tapa blanda
Paginas: 1200
PVP: 10,95 €
Esto es lo que la editorial cuenta de él:
El nombre
del viento, el fulgurante debut literario de Patrick Rothfuss y el primer volumen
de la trilogía «Crónica del Asesino de Reyes», ha consagrado al autor como
fenómeno editorial y lo ha convertido en un hito de la fantasía internacional.
Con traducciones a treinta y cinco idiomas y elogios apasionados por partes de
los lectores y de los críticos, obtuvo el premio Quill al mejor libro de
literatura fantástica en 2007 y lleva vendidos diez millones de ejemplares en
todo el mundo.
Le siguieron: El temor de un hombre sabio (Plaza
& Janés, 2011), la segunda entrega de la trilogía, que se posicionó en los
primeros puestos de las listas de libros más vendidos desde la primera semana
en las librerías, y La música del silencio (Plaza &
Janés, 2014), una novela independiente ambientada en el mismo universo,
ilustrada por Marc Simonetti. También es autor de Las
aventuras de la Princesa y el señor Fu (Plaza &
Janés, 2012), un cuento no apto para niños ilustrado por Nate Taylor.
Por su maestría como narrador y la originalidad de sus
historias, la crítica ha equiparado a Rothfuss con grandes escritores como
J.R.R. Tolkien, Ursula K. Le Guin y George R.R. Martin. Lectores de todas las
edades y aficionados o no a la literatura fantástica recomiendan con entusiasmo
esta novela, destinada a convertirse en un clásico.
Patrick Rothfuss vive en Wisconsin y, aparte de dedicarse a la
escritura, dirige Worldbuilders, una organización benéfica con fines
humanitarios. Actualmente está trabajando en la revisión del esperadísimo
tercer volumen de la serie «Crónica del Asesino de Reyes».
En este blog puedes encontrar reseñadas las siguientes novelas del autor:
Me llamo Kvothe
¿Aún no has leído nada sobre mí?
ARGUMENTO
La historia comenzaba en El nombre del viento con un posadero que se veía envuelto en una
extraña lucha con unos seres similares a arañas pero cuyas patas eran como
cuchillas. Casi setenta páginas en las que la historia no termina de empezar.
Todo cambia con la llegada a la posada del Cronista que sabe
que bajo la imagen del amable posadero llamado Kvothe (pronúnciese cuouz) se
esconde un peculiar y casi mítico personaje llamado Kvothe, héroe para muchos,
enigma para todos.
Viene con la clara intención de que Kvothe le cuente su historia:
«Saliste en busca de un mito y encontraste a un hombre, has oído las historias y ahora quieres los hechos reales.» (El nombre del viento. Página 71)
«Puedo resumirlo todo en una frase: Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron.» (El nombre del viento. Página 72).
Afortunadamente
no lo hace, porque si lo hubiera hecho nos habría privado de la apasionante
historia que se desarrolla a continuación.
Kvothe se remonta a su infancia, a unos años en que con sus padres y un
grupo recorría los caminos de pueblo en pueblo representando sus funciones.
Unos feriantes.
Al grupo se une un arcanista. Los arcanistas eran los hombres más sabios,
de los que se decía que tenían poder sobre la naturaleza. Ve en Kvothe
aptitudes innatas para el aprendizaje así como una gran curiosidad por todo.
«Una vez mi padre me dijo que Kvothe significa saber. Quería aprender el nombre del viento. Quería dominar el fuego y el rayo. Quería respuestas a diez mil preguntas.» (El nombre del viento. Página 81)
Pero todo
cambia cuando el grupo sufre un ataque de los chadrian. ¿Qué o
quiénes son los chadrian? ¿Son demonios como piensa la gente, o personas
dotadas de terribles poderes? Ese es el misterio que Kvothe, único
superviviente por hallarse en el bosque en el momento del ataque intentará
resolver.
Pero primero a
su corta edad bastante tendrá con sobrevivir en un mundo duro y cruel.
Partirá finalmente a la Universidad, pobre como una rata, sin apoyos ni más
ayuda que su inteligencia y su talento musical, un artista del laúd.
El temor de un
hombre sabio comienza justo donde terminaba El nombre del
viento, en la mañana del segundo día de los tres
que Kvothe va a emplear en contar su verdadera historia a Cronista, un viajero
que ha descubierto en el dueño de la Roca de Guía, una posada en medio del
camino, a Kvothe, un personaje que es una leyenda, del que corren mil historias
increíbles y a cuál más fantástica, pero al que todos dan por muerto.
Kvothe se compromete a contarle su historia, pero para hacerlo como es debido va a necesitar tres días. Tres días, tres libros.
Kvothe se compromete a contarle su historia, pero para hacerlo como es debido va a necesitar tres días. Tres días, tres libros.
Y empieza la narración justamente donde terminaba El nombre
del viento: en la Universidad. De
la Universidad, por culpa de los líos en los que siempre se mete por culpa de
su enemigo Ambrose, Kvothe se verá obligado a partir por una temporada.
Comienza entonces un relato totalmente distinto, como si de otro libro se
tratase, en el que además de continuar buscando el nombre del viento, su
curiosidad le llevará tras nuevas aventuras en las que llegará a la corte del
maer Alveron, a cuyas órdenes conquistará una dama para el maer, perseguirá a
unos bandidos en lo más alejado del reino, aprenderá las artes de combate de
unos peculiares mercenarios, sobrevivirá a Felurian, un ser que destroza a sus
amantes y buscará sin cesar las pistas de los chadrian y de los caballeros
Amyr.
EL TEMOR DE UN HOMBRE SABIO
Hay libros que
se convierten en clásicos nada más editarse. Ese ha sido el caso de El
nombre del viento, que ha permitido a su autor Patrick Rotfuss dedicarse a vivir de lo que realmente le gusta: de su escritura.
No es cualquier libro El nombre del viento. A mi consiguió devolverme a mi niñez, a aquel estado
catatónico en que entraba cuando leía un buen libro de aventuras, un estado en
el que me metía de tal modo con mi imaginación dentro de la historia, la vivía
de tal modo, que se anulaban el resto de mis sentidos. Era inútil que me
hablases, porque no oía. O sea, que ya podía darme gritos mi madre o no me
enteraba de nada.
Esa es la misma sensación que tuve con El nombre del viento, que a pesar de sus casi novecientas páginas, cayó
(mejor sería decir que el que caí fui yo) en un fin de semana.
No es fácil encontrar un libro con reseñas tan elogiosas en la contraportada como las de El nombre del viento:
Antes de continuar debo aclarar que no soy un aficionado a la literatura fantástica y que ni Tolkien como
escritor, ni su El Señor de los anillos están entre mis autores o libros favoritos
No es esta una historia poblada de gnomos, elfos o seres fantásticos que quizás la convirtieran en una historia infantil.
Y más que a Tolkien, es a Harry Potter a quien me trae a la memoria esta novela, pues se trata de un joven en busca del conocimiento desde que era un niño. Y este conocimiento donde se imparte de verdad es en la Universidad a la que finalmente llegará Kvothe.
No es esta una historia poblada de gnomos, elfos o seres fantásticos que quizás la convirtieran en una historia infantil.
Y más que a Tolkien, es a Harry Potter a quien me trae a la memoria esta novela, pues se trata de un joven en busca del conocimiento desde que era un niño. Y este conocimiento donde se imparte de verdad es en la Universidad a la que finalmente llegará Kvothe.
PORTADA ORIGINAL |
PERSONAJES
Muchos son los
personajes que aparecen a lo largo de las dos novelas. Pero cuando los
analizas, no dejas de ser secundarios, de ser meros accesorios que van
permitiendo a Kvothe madurar, avanzar en su conocimiento.
El maestro Elodin no solo apoya a Kvothe, sino que gracias a él
avanza a pasos agigantados en su saber, gracias a él es capaz de pronunciar el
nombre del viento. Y sin embargo, es uno más entre los numerosos personajes que
encontramos en el libro.
Fundamentales son también, tanto en el transcurso de la narración como en la maduración de Kvothe sus amigos, Sim y Fela, pero sus apariciones también son esporádicas.
Fundamentales son también, tanto en el transcurso de la narración como en la maduración de Kvothe sus amigos, Sim y Fela, pero sus apariciones también son esporádicas.
Caso aparte en
esta historia de supervivencia es la presencia de un personaje, pues la
historia no sería la misma sin la presencia del amor personificado en Danne.
Todo lo
inteligente que es Kvothe, se vuelve ignorancia en lo referente a las mujeres y
el amor.
Un personaje
literario muy logrado que pese a la imposibilidad que siente para describirla,
retrata muy bien su interior con la siguiente frase:
«No es mala, ni retorcida, ni rencorosa. Es cruel». (El nombre del viento. Página 857)
Y aunque
en El temor de un hombre sabio termine
cambiando su conocimiento y trato con las mujeres, con Danne sigue siendo un
iluso y un inepto para poderla entender. Sigue siendo un misterio, como
misterio es la permanente huida de Danne, sus cambios de nombre, sus
acompañantes...
Necesita como toda buena novela un malo, que será la figura de Ambrose, un rico heredero de un noble, que desde el primer momento comienza a odiar a Kvothe y será el encargado de complicarle permanentemente la vida, con estrategias de lo más malvadas.
Esta pugna permanece mientras la acción trascurre en la Universidad, solo que se vuelven cada vez más sofisticadas y peligrosas. Además, los contraataques de Kvothe solo consiguen hacer más inestable su situación tanto en la vida como en la Universidad.
Pero al final, el protagonista, el único realmente importante es Kvothe. ¿Quién es Kvothe? ¿Qué tiene que ver ese curioso joven con un posadero que parece estar de vuelta de todo? ¿Cuánto hay de real en las leyendas? Porque en El temor de un hombre sabio podemos ver el inicio de las mismas, cómo las increíbles aventuras que empieza a vivir van transformándose en algo distinto de lo que realmente pasó.
Algo a lo que no es totalmente ajeno el propio Kvothe, que va creando y
componiendo canciones a su mayor gloria. Porque las canciones no dejan de ser
una manera de contar historias, de que estas se graben en la memoria del
pueblo, del que el pueblo las haga suyas. El propio Kvothe, si bien es cierto
que en muchos casos sus aventuras son increíbles, se encarga de dotarlas de un
componente fantástico, mágico, que lo eleve a la altura de los grandes magos de
la historia. No deja de ser la inconsciencia propia de la juventud, el afán de
notoriedad. Justo lo contrario que veremos al final, con un hombre que aspira
al silencio, que poseía el tercer silencio:
«También era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.» (El temor de un hombre sabio. Página 1190)
Pero hasta que llegue ese momento, la curiosidad es el motor de Kvothe, el
que le hace acudir a la Universidad en busca de conocimiento. Y ese ansia es la
que le llevará a conseguir ir pasando rápidamente por los distintos grados:
E'lir, el que ve. Finalmente Re'lar, el que habla.
«Busco por curiosidad. Busco el conocimiento de las cosas.» (El temor de un hombre sabio. Página 974)
Aunque no sea
consciente de ello, el conocimiento es un tipo de poder. Un poder que necesita
para encontrar y vencer a los chadrian. Un poder que comienza por intentar el
control de las cosas a partir de las palabras, del nombre de las cosas, como es
el nombre del viento:
«No soy ningún poeta. No amo las palabras por las palabras. Amo las palabras por lo que son capaces de conseguir.» (El temor de un hombre sabio. Página 1140)
Sentido del
humor no le falta al autor. Basta con leer una de las dedicatorias con las que
comienza El nombre del viento:
«A mi padre, que me enseño que si tenía que hacer algo, debía tomarme mi tiempo y hacerlo bien.»
Nada tendría de
particular si no fuera por el hecho de que tardó catorce años en escribir esta
novela. Afortunadamente no ha tardado tanto en escribir la segunda, pues la
primera se publicó en el año 2007 (aunque en España lo hiciera en el 2009) y la
segunda lo ha hecho en el 2011. Pero van ya camino de diez años y nada sabemos
de la tercera y última.
A propósito del primer libro, os decía que una advertencia que debía haceros es que tuvierais paciencia con el comienzo del libro, porque durante casi setenta páginas, yo por lo menos no terminaba de cogerle el aire a esta historia de un posadero, de los clientes que acuden a su posada, las extrañas historias y rumores que cuentan sobre los malos tiempos que corren y la lucha del posadero contra unos extraños seres como arañas cuyas patas cortan como navajas de afeitar.
Algo parecido ocurre también al comienzo de El temor de un hombre sabio, pero afortunadamente en este caso son solamente treinta las páginas en
las que el autor no termina de aterrizar en la historia que estamos esperando.
No puede menos que llamarme la atención el siguiente párrafo, altamente publicitado:
«He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos. Me llamo Kvothe. Quizás hayas oído hablar de mí.» (El nombre del viento. Página 81)
Es una cita textual de la página 81 de El nombre del viento. Pero lo curioso es que ninguno de los hechos
que se mencionan tiene lugar en el primer libro, o sea, que lo que el
propio autor nos desvela es lo que va a suceder en los sucesivos libros. Pero
más curioso aún, es que tras terminar el segundo libro, solamente ha ocurrido
otro de los sucesos que ahí se nos narran: Haber pasado la noche con Felurian y
haber despertado vivo y cuerdo.
¿El resto? Pues por lo que se ve queda todavía mucho relato que contar.
¿El resto? Pues por lo que se ve queda todavía mucho relato que contar.
He de decir que de entrada no me gustan las trilogías. Creo que en cierto modo son un engaño del autor o de la editorial para sacar más cuartos al incauto lector que cae bajo sus garras. Porque una cosa es una serie, en la que un personaje literario gusta tanto que el autor decide seguir con él como protagonista, algo que ocurre fundamentalmente en la novela negra o en la de intriga, y otra es dividir desde un primer momento la historia en tres partes para vender más libros (o en cuatro como acaba de hacer Ruiz Zafón con su serie de El cementerio de los libros olvidados).
Sin embargo, esa crítica no puede hacerse a la trilogía que aquí me ocupa. ¿Tres libros? Bien podían haber sido cinco o más. Porque está claro que el autor decidió en un primer momento que la historia se dividiría en los tres días durante los cuales el posadero narraría su historia y cada día sería un libro.
Pero el primero
acaba donde acaba, claramente inconcluso y al segundo le ocurre exactamente
igual. Pero igual podrían haber acabado cada uno trescientas páginas antes. Es
más, si la historia escrita en la mente del autor no estuviese dividida en tres
por esa autoimposición, probablemente un primer libro podría haber acabado con
la llegada a la Universidad de Kvothe. El segundo nos hubiera narrado su vida
en la Universidad hasta su partida de la misma en busca de aventuras. El
tercero serían esas aventuras que tiene más allá de la Universidad hasta su
triunfal regreso a la misma. El cuarto… bueno, eso no lo sé, porque el autor no
ha publicado aún el tercer y último libro.
Queda pues
claro que si estamos ante una trilogía es por la “generosidad” del autor,
porque ahora mismo en lugar de dos libros podrían ir ya tres y ninguno de ellos
sería precisamente un relato, pues ya suman 2.100 páginas de letra prieta entre
las dos primeras entregas (900 del primer libro y 1.200 del segundo)
Y eso a pesar de que aún podría haberse alargado mucho más, porque el viaje
de la Universidad a su nuevo destino lo resume de la siguiente manera:
«Para ir rápidos: hubo una tormenta, piratas, traición y un naufragio, aunque no en ese orden. (…) Durante el trayecto me robaron, trataron de ahogarme y me dejaron sin un penique en las calles de Junpui. Para sobrevivir mendigué mendrugos de pan, le robé a un hombre sus zapatos y recité poesía. (...) Sin embargo, como esos sucesos tienen muy poco que ver con lo fundamental de la historia, los pasaré por alto y me concentraré en cosas más importantes.» (El temor de un hombre sabio. Página 446)
O sea, que con todo lo que podría haber añadido con estas aventuras, aún podría haberse alargado el libro otras 150 páginas más.
Lo que podremos
encontrar en este segundo libro es un giro narrativo
y estilístico. Si en el primer libro el aspecto
“fantástico” era mínimo, no es el caso de esta segunda entrega, en la que en
algunos pasajes toma por completo el relato. Es el caso de la aventura con
Felurian, ese ser mágico que seduce a Kvothe, un ser al que nadie sobrevive y
los pocos que lo hacen no vuelven a estar en su sano juicio. No es el caso de
Kvothe, aunque eso sí, tras estar con ella nada volverá a ser lo mismo, no solo
por la mayor seguridad que adquiere en sí mismo y en cuanto a las relaciones
con las mujeres, sino porque como se deja entrever, los breves días que está
con ella han sido realmente años, porque Kvothe pierde su adolescencia para
salir convertido en un adulto.
IMPRESIÓN
PERSONAL
Portada original |
Me imagino que la pregunta que os haréis los que aún no habéis leído
ninguna de las dos novelas es: ¿Merece la pena embarcarse en esta trilogía que no bajará de las tres mil
páginas?
La respuesta no es sencilla porque dependerá mucho de tus gustos literarios y de tu capacidad lectora, pero como regla general diré que debes leerla si:
-Te gusta un toque de fantasía en la literatura.
-Te gustan las novelas de aventuras.
-Te gustan las novelas en que el personaje va evolucionando desde la niñez.
-Eres un lector consumado. No es que sean difíciles de leer, pues de
hecho El temor de un hombre sabio tiene sus 1190 páginas
divididas en 152 capítulos, lo que facilita su lectura, pero claro si lees un
capítulo al día te llevará casi medio año de lectura.
No debes leerla
si:
-Una novela de
300 páginas ya te parece larga.
-Solo te gustan
las novelas realistas. (A mí no me van especialmente los mundos de fantasía,
pero en este caso no es excesivo e importa más el desarrollo humano de los
personajes)
-Buscas una
saga de amores juveniles al estilo de Eclipse y compañía.
-Buscas un libro de fantasía y batallas épicas al estilo de El señor de los anillos.
-Buscas un libro de fantasía y batallas épicas al estilo de El señor de los anillos.
La pregunta que podría hacerse el que haya leído el primer libro ¿está El temor de un hombre sabio a la altura de El nombre del viento?
Mi respuestas es si, si te gustó el primero, disfrutarás también con este, que por cierto es bastante menos juvenil que la
primera entrega, entre otras cosas porque el personaje va madurando con la
edad, la historia va siendo ya mucho más que el avance de un crío mientras
busca el conocimiento y la venganza.
No voy a decir que este libro te atrapará desde la primera página (las treinta primeras son un tanto tediosas) pero si que una vez que lo inicias, no podrás parar hasta el final, quedando a la espera de la próxima y última entrega. En este caso no he leído tan rápido como en el caso del primer libro (también son trescientas páginas más), pero han sido solo diez días de convivencia con el más de kilo y medio de El temor de un hombre sabio.
VALORACIÓN: 9/10
Si quieres comprar el libro pincha en la imagen correspondiente:
Leí los dos hace mucho tiempo y me encantaron, pero llevo demasiados años esperando a que salga el tercero (y este es el motivo por el que no suelo embarcarme en trilogías y sagas a no ser que estén acabadas ya)
ResponderEliminarUna reseña muy currada.
Besos!
Me leí el primero y me gustó muchísimo (¡además lo tengo firmado por Rothfuss!), pero el segundo es mi eterno pendiente. Y como el tercero no sale, pues ahí estoy, alargando el tema. Cuando me ponga, voy a tener que empezar de nuevo por el primero, ains... De todas formas, me gustó muchísimo.
ResponderEliminarBesos.
Me pasa como a Rosa, que el primero me encantó. Y tengo el segundo esperando en la estantería desde hace mucho. Pero mientras no salga el tercero, y parece que no llega...
ResponderEliminarBesotes!!!
Uno de mis eternos pendientes, aunque como tú dices, de entrada no me gustan las trilogías. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué way que lo hayas disfrutado tanto! Yo le tengo muchas ganas a estos libros ^^
ResponderEliminarGracias por la reseña <3
Calla, calla, que leí los dos libros de Kvothe hace un montón de años y ya ni me acuerdo, y yo no pienso volver a leerme esos dos tochos para cuando salga el tercero ni de coña :-((( Por eso he venido a leerme tu reseña y así refresco. Muy de acuerdo contigo a que más que Tolkien es un Harry Potter, aunque más legendario y maduro, no sé cómo explicarlo, más con un toque de leyenda artúrica. De todas formas creo que Rothfuss tiene su estilo propio y es magnífico. Y lo que comentas de la cita de la página 81, pues esa es la clave, que Kvothe ya ha estado cumpliendo lo que prometía en la contraportada del primer libro... aunque aún nos queda el desenlace, ¡maldición!
ResponderEliminarEl nombre del viento es una de mis novelas favoritas... pero no quiero ponerme con este hasta que no haya fecha del tercero definitiva. Así aprovecho y hago relectura! =)
ResponderEliminarBesotes