Así se pusieron las calles el primer día que se permitió al personal salir a hacer deporte. Pero no es de eso de lo que voy a hablaros.
Estoy que me subo por las paredes. Y no
lo digo por lo de estar en casa confinado, aunque ahora con el alivio de que
puedo salir a pasear si quiero (más bien sería si puedo).
Lo de subirme es un decir, porque ni soy
Spiderman, ni afortunadamente Spiriman tampoco, que lo primero que hice al llegar del
hospital fue recortarme la barba no fuera a seguirme creciendo y pudiera lugar
a equívocos), ni mis cicatrices están todavía en condiciones de alardes
gimnásticos.
Spiderman vigilando quién se salta el confinamiento |
No. Lo que me tiene indignado es que
sigamos a vueltas con el lenguaje sin llamar a las cosas por su nombre e
intentando vendernos a través de las palabras, lo que de ninguna manera es
verdad, de intentar disfrazar la realidad de bellas palabras.
Admito lo de “desescalada”, aunque no
tengo claro aún si vamos a bajar con calma o en un rappel descontrolado y sin
freno. Pero lo que no puedo admitir es que no pare de hablarse de “nueva normalidad”.
No, no y no. Una cosa es
la realidad y otra la normalidad.
No es algo nuevo ni privativo de un
único partido político, el uso de eufemismos para
enmascarar la realidad. Eso que en farmacia se llama dorar la píldora, que
no es otra cosa que recubrir un comprimido de un medicamento amargo con una capa
de caramelo dulce de manera que se trague fácilmente y sin sabor algo que de
otra manera sería repugnante o muy amarga.
Siempre se ha utilizado, pero
especialmente desde que llegó la gran crisis del siglo XXI, el cambio de
términos para intentar colarnos o suavizar expresiones que de por sí son
repelentes, amargas o negativas.
¿Queréis ejemplos? Pues allá van unos
cuantos (si tenéis más me los decís y los incluyo)
-Ajustes (o regulación) de plantilla: Despidos
-Recortes de plantilla (o ERE):
Despidos.
-Regulación de empleo: Despido masivo.
-Flexibilización laboral: Despidos.
Como podéis ver, la palabra despido es
una palabra tabú (sea cual sea el gobierno de turno). Pero no es la única, que
hay más:
-Crecimiento negativo: Decrecimiento. Es de lo más rebuscado que
puede encontrarse, pero no ha dejado de utilizarse masivamente. A mí me
recuerda al chiste aquel que decía que la infantería española nunca retrocede,
sino que da media vuelta y continúa avanzando. Pues eso: avanzando hacia atrás.
-Regularización fiscal: Amnistía fiscal
(evidentemente se habla de grandes fraudes)
-Moderación salarial: Rebaja de sueldos
(como si los empleados fueran millonarios).
-Reformas estructurales: Recortes (las
reformas nunca son para dar, sino más bien para quitar al que poco tiene).
-Reajuste o actualización de precios: Subida
de precios. Las bajadas de precio nunca son actualizaciones.
-Ticket moderador: Copago farmacéutico.
-Medidas de ahorro: Recorte del gasto público.
-Gravamen adicional: Subida del IVA.
-Externalización: Privatización de un
servicio público (en teoría para ahorrar dinero, pero en la práctica para que
algún amiguete se lleve el negocio)
-Inyectar liquidez a la banca: Dar
dinero público a la banca privada.
-Ayuda financiera a la banca: Rescate.
-Movilidad exterior: Emigración forzada
de jóvenes sin empleo. Por cierto, una de las expresiones más crueles, porque
vende una ruptura familiar como si de un viaje de vacaciones se tratase.
-Daños colaterales: Víctimas humanas.
-Persona en riesgo de exclusión social:
Pobre.
Como podéis ver, han salido dieciocho
expresiones que no son nada rebuscadas, que podéis encontrarla en cualquier
búsqueda que hagáis.
Pero el colmo es que intenten venderme
lo de nueva normalidad. Una cosa es que sea la realidad con la que tengamos que
enfrentarnos y otra es que eso sea “normal”.
-No es normal no poder visitar a
nuestros nietos.
-No es normal no poder abrazar ni besar
a nuestros seres queridos (y que conste que el que esto escribe no se
caracteriza precisamente por ser un besucón ni buscar el contacto físico)
-No es normal tener que hablar a través
de mamparas.
-No es normal tener miedo a las
aglomeraciones de gente.
-No es normal renunciar a actividades de
contacto (véase por ejemplo baile)
-No es normal no poder comentar una película
con tu acompañante en el cine (del que te separarán por lo menos una o dos
butacas)
-No es normal que algunos sitios de
restauración pretendan que no ha pasado nada y seguir con masificaciones
intolerables en busca de una rentabilidad que si no dicen no tener.
-No es normal que los estancos sean
esenciales y las librerías actividades prescindibles.
-No es normal pretender que los niños en
una guardería o en el colegio mantengan una distancia de seguridad (como no sea
que los encadenes a su pupitre convenientemente alejado del de su compañero).
-No es normal decir que no ha pasado
nada y que si ha pasado es culpa del otro.
-No es normal aplaudir a los que no han
parado de jugarse la vida por salvar a la de los demás y darles la patada
cuando ya no hacen tanta falta.
-No es normal que cuatro vayan
nuevamente a enriquecerse con la pandemia y el resto se quede sin trabajo ni
comida.
-No es normal no aprender de los errores
cometidos.
-No es normal que importe más el sillón
en el congreso que la realidad de sufrimiento de los que poco o nada tienen.
-No es normal darle de comer a los niños todos los días una pizza. ¡Uy, perdón!, que ésto no iba todavía aquí. De las pizzas, de los horarios y de la gala de nominados para pasar a la fase siguiente de la desescalada, os hablo el sábado que viene si Dios quiere.
Yo también estoy indignada Pedro, Nueva normalidad o 'Neolengua'. Se me ponen los pelos de punta.
ResponderEliminarSí, tienes toda la razón, y debemos estar alertas a estas palabrejas y frases que nos meten. Me has recordado un libro que leí hace tiempo sobre este tema, "El saqueo de la imaginación" de Irene Lozano. Te dejo una cita de su libro "...cuando se alteran significados esenciales del vocabulario político no sólo cambian las reglas del juego semántico, sino fundamentalmente las de la política y la ética. La identidad de una civilización o una cultura la forman sus valores. Estos se construyen a través de la palabra y se codifica en relatos, mediante los cuales esa cultura obtiene una imagen de sí misma que actúa a modo de paradigma moral. Modificar el léxico equivale a alterar esos valores profundos". Un saludo
ResponderEliminarel mundo esta loco, no cabe duda
ResponderEliminarEs para estar indignada hasta el infinito y más allá... Qué poco respeto nos tienen...
ResponderEliminarBesotes!!!
Esconder la realidad o esconderse detrás de las palabras no es algo nuevo. Lo que sí es chocante es el afán nominalista con el que los políticos de aquí y de allá pretenden resolver los problemas. Diríase que nombrando las cosas ya las dominases. Tengo la palabra, luego tengo la solución, parece que piensa, cuando debiera de ser al revés: tengo la solución, ¿cómo la llamaré?.
ResponderEliminarMe enfada muchísimo ese baúl de los disfraces en que se han convertido los discursos entontecedores de los responsables públicos: desescalada, confinamiento, nueva normalidad, distanciamiento social..., incluso ERTE, Regulación de empleo, Reajuste... Nos engañan, nos toman por tontos y encima ocupan los medios plantándonos discursos eternos que no atendemos porque los sabemos falaces cuando no completamente mentirosos. Bueno, no sigo, que me enfado más y no quiero salirme de mis casillas.
Un abrazo, amigo