La casa del padre
Karmele Jaio
Autor: Karmele Jaio
Editorial:
Destino, 2020
Encuadernación:
Tapa blanda
Páginas: 224
Esto es lo que la editorial nos cuenta
de la autora:
Karmele Jaio (Vitoria-Gasteiz,
1970) es autora de dos novelas, Las manos de mi madre (2008)
y Música en el aire (2013), tres
libros de relatos, Heridas crónicas (2004), Zu
bezain ahul [Tan débil como tu] (2007) y Ez
naiz ni [No soy yo] (2012), y un libro de poesía, Orain
hilak ditugu [Ahora tenemos muertos] (2015). Tras la gran acogida
que tuvo Las manos de mi madre, su primera novela, ha sido
traducida a varias lenguas y en su versión inglesa ha sido premiada con el
English Pen Award. También ha sido adaptada al cine en 2013. Sus relatos han
sido llevados al teatro, y también seleccionados para la antología Best
European Fiction 2017 y se han publicado en numerosas antologías.
ARGUMENTO de
LA CASA DEL PADRE
Ismael es un escritor en crisis. Se
agota el plazo para entregar su nueva novela y aún no ha conseguido escribir
una línea ni tiene una idea sobre el argumento de su novela.
Jasone es su mujer, la que le corrige
los textos. A escondidas está escribiendo una novela, retomando su pasión por
la escritura de la juventud.
La vida de ambos cambiará cuando tras un
accidente de su madre que la lleva al hospital, Ismael deba regresar a casa a
cuidar de su padre. Los recuerdos de la infancia alterarán su presente.
LA CASA DEL
PADRE
La casa del padre es una de esas
gratas sorpresas literarias que de vez en cuando se cuelan en mi camino lector.
Porque el argumento que nos cuenta en la contraportada en el fondo no terminó
de llamar mi atención. Como seguramente tampoco lo hará el que os he puesto yo.
Tal vez porque La casa del padre no es una
novela que destaque porque pasen grandes cosas ni sea un relato épico o
extraordinario o tenga un ritmo trepidante. Es más bien una novela de
personajes y de sus sentimientos.
Una novela
de personajes
que no quiere decir una novela coral, pues aquí hay un par de protagonistas
principales: Ismael y su mujer Josune, acompañados por la madre y el padre de
Ismael, su hermana Libe, Jáuregui su editor y un primo de su infancia. No hay
más personajes.
Una novela que va a profundizar en el
mundo de los libros, en lo que supone escribir, en las dificultades que entraña.
Todo ello desde dos puntos de vista diferentes, del de una mujer que quiere
retomar su vieja pasión por la escritura y la de un escritor en pleno bloqueo
creativo, con la necesidad de entregar ya su novela y sin nada escrito:
«Tienes entre manos una caricatura de la vida y del conflicto, un borrador muerto antes de nacer, una historia que ni tú mismo te crees. Una gran mentira. Algo más viejo y fuera de lugar que la cafetera americana ante la que desayunas cada mañana». (Página 24)
Un hombre que se da cuenta de que nada
de lo que escribe tiene alma, tal vez porque no está dispuesto a sufrir:
«Todo lo que has escrito hasta el momento sobre el tema es de cartón piedra. Falso. No hay corazón en esas palabras. ¿Cómo escribir del sufrimiento sin dejar el corazón en cada palabra?» (Página 64)
Un escritor que no encuentra un tema
sobre el que escribir porque en el fondo no ha vivido, enclaustrado entre las
paredes de su casa y habiendo huido de todo tipo de conflictos, que eso del
conflicto vasco lo ha dejado para otros.
«En esta nueva novela lo has intentado, pero no es fácil acercarse al mundo real; cuando te acercas demasiado, te asustas, como te ha ocurrido con el caso de esa chica, y vuelves a refugiarte en tu estudio, No es fácil acercarse a lo que pasa en el mundo, a sus gentes, sin salir de un estudio desde el que solo ves tus pesadillas». (Página 18)
«Cómo escribir sobre ello, si no encuentras pedazos de verdad ni en tus manos ni en tu memoria». (Página 18)
La novela está escrita con capítulos que
toman como referencia a tres personajes: Ismael, Jasone y Libe, aunque esta
última en mucho menor medida. De ellos, únicamente el de Jasone está narrado en
primera persona, tal vez porque, aunque en principio pueda parecernos Ismael el
protagonista principal, es en realidad Jasone el centro de la novela, el
personaje en torno al cual se mueven los demás. En el fondo, Ismael no es nada
sin ella. Hasta el punto de que sus libros son en gran parte obra de Jasone,
que con sus correcciones los llena de vida.
Pero ahora Jasone está en una
encrucijada de su vida. Sus hijas han volado ya del nido y se enfrenta al vacío
que dejan. Un momento en que inevitablemente surgen dudas y preguntas sobre lo
que ha sido su vida, sobre si ha merecido o no la pena abandonar sus viejos
sueños o si ya es tiempo de retomarlos, si es tiempo de volver a escribir:
«Aunque durante tiempo lo acepté con resignación, una vez que me recordó que un día escribí, sentí la necesidad de recuperar a la Jasone de entonces también en el reflejo de los ojos de Jauregui. Sentí una llamada de mi propio cuerpo, un grito que tenía guardado durante mucho tiempo: “-Eh, estoy aquí. ¿te habías olvidado de mí”». Página 48)
Más allá de la escritura, la novela gira
en torno a un problema muy actual en nuestra sociedad: ¿Qué es la masculinidad? ¿Qué papel
ha de desarrollar el hombre? Porque eso es lo que se plantea Ismael,
con un padre del que es consciente que nunca llegó a cumplir las expectativas
que de él se esperaban.
Un padre del que ahora que le ha tocado
volver a casa a cuidar de él, se da cuenta de que en el fondo fue un hombre
dominante, no solo con él sino con su madre. No hubo maltrato o él no lo vió,
pero la dominación sobre su madre fue total.
¿Está repitiendo él ese mismo papel en
la vida de su mujer? ¿Es su vida un calco de la de su padre en una casa en la
que no se entera de nada, en la que no consigue comunicarse con los demás?
«No quisieras acabar como tu padre, siendo el único de la mesa que no sabe lo que saben todos los demás. En tu casa se quedan muchas cosas sin decir. O se dicen por teléfono, cuando tú no las escuchas». (Página 70)
Una novela que también nos hablará del
feminismo, de esos sueños no cumplidos, del papel que la mujer debe tener en la
vida y de la difícil relación con unos hombres que no son capaces de entender
sus problemas ni sus necesidades, por más que en ocasiones lo intenten como en
el caso de Ismael
«Te has quedado con ganas de decirle que quizá es porque ellas no os muestran ese mundo secreto de las mujeres, ese espacio inaccesible… ¿Cómo sentirse en la piel de una mujer si no sabéis realmente como son? Si no sabéis nada de sus secretos, ni siquiera de los de vuestras parejas». (Página 57)
Puede parecer precipitado decir cuando
apenas han transcurrido tres semanas del año que La casa del padre estará entre
mis mejores lecturas del 2020, pero sé que así será, porque es de esos libros
que me ha llegado al corazón. O tal vez sería mejor decir, que me ha removido
las entrañas.
Todo depende de la edad que tengas.
Afortunadamente creo que hemos conseguido educar a esta nueva generación mucho
mejor, por lo menos en el sentido de que el papel del hombre y la mujer en el
hogar es completamente diferente. O a lo mejor es que la necesidad obliga. Pero
yo vengo de otra generación en la que cambiar esa mentalidad no es algo
sencillo.
En cualquier caso, lo mejor de esta
novela es cómo consigues conectar con sus personajes. Por más que no seas
Jasone, o que admás seas un hombre, ¿cómo no ver en ella ese prototipo de mujer
que pese a sus ideales feministas renuncia a lo que desea para “cumplir” con
ese papel que parece que la sociedad tiene impuesto a la mujer? Por eso deja de
escribir para ser madre y esposa.
Más fácil para mí es sentirme como ese
Ismael perdido entre lo que era, lo que es y lo que se supone que tiene que
ser. Por más que él provenga del campo y de una sociedad en que el hombre tiene
que ser un “hombre” y yo sea un ser de ciudad, no puedo menos que sentirme en
muchos momentos perdido como él, sin terminar de entender (o tal vez sin ni
siquiera empezar a entender) lo que son las mujeres.
La trama es en apariencia mínima, tan
metido estás en conocer y compartir sentimientos con los personajes. A pesar de
ello, a cincuenta páginas del final, tiene un giro que a mí me sorprendió muy
gratamente. Realmente no esperaba ese final para el libro. Por ello si aún
tenía alguna duda, se confirmó ese cinco estrellas para esta
novela.
Sea cual sea tu edad, creo que La casa
del padre es una novela que debe leerse para intentar entender un poco mejor
cómo somos o cómo son nuestros padres y nuestra sociedad. Una novela muy
emotiva por momentos y cargada de realismo. No hay excusa: son poco más de
doscientas páginas que devorarás como si llevases tiempo sin leer una buena
novela.
VALORACIÓN: 10/10
Si quieres comprar el libro pincha en la imagen correspondiente:
¡Hola Pedro! A veces las sinopsis que nos ponen las editoriales son demasiado explicativas, cuentan demasiado (algo que me fastidia bastante) y otras veces no llegan a transmitir la esencia de la novela, como en este caso. He leído la sinopsis y tu reseña y creo que si este libro lo hubiera tenido en las manos sin saber nada de él, lo hubiera dejado pasar, no me hubiera resultado lo suficientemente atractivo como para llevármelo. Pero lo que cuentas es muy interesante. No es necesario que exista maltrato físico o psicológico de un hombre hacia una mujer para que exista dominación machista.
ResponderEliminarEn fin, que me atrae mucho esta novela y puede que la lea en un futuro, me la llevo
Besos
Se sabe cuando un libro va a estar entre tus mejores lecturas del año, lo leas cuando lo leas. Y desde luego me has dejado con muchas ganas de leer este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Justo ahora mismo le estaba echando un ojo en la web, y pum!!!! Leo tu reseña jeje. Me lo apunto sí o sí! Gracias por sacarme de dudas!
ResponderEliminarLo tengo apuntado de otra reseña, leída hace nada además.
ResponderEliminarBesotes