Falcó
Arturo Pérez-Reverte
Título: Falcó
Autor: Arturo
Pérez-Reverte
Editorial: Alfaguara, 2016
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 293
ARTURO PÉREZ-REVERTE
Arturo
Pérez-Reverte nació en Cartagena,
España, en 1951. Fue reportero de guerra durante veintiún años. Con más de
veinte millones de lectores en todo el mundo, muchas de sus novelas han sido
llevadas al cine y a la televisión. Hoy comparte su vida entre la literatura,
el mar y la navegación. Es miembro de la Real Academia Española.
Son tantos los libros que ha escrito,
que me llevaría una página entera el poder enumerarlos. Por eso, aquí simplemente
y por orden alfabético os voy a dejar los que tengo reseñados en este blog, que
son unos cuantos, incluyendo su famosa serie Alatriste:
ARGUMENTO de FALCÓ
«Solo dispongo de una vida, dijo. Un breve momento entre dos noches. Y el mundo es una aventura formidable que no estoy dispuesto a perderme». (Página 88)
Esta es la historia y la aventura de Lorenzo
Falcó, agente del SNIO (Servicio Nacional de Información y Operaciones). Su
misión era la de «infiltración, sabotajes y asesinatos de elementos enemigos,
tanto en zona republicana como en el extranjero» (Página 19). Todo ello dentro
de un equipo de élite que era conocido por los servicios secretos locales como
Grupo de Asuntos Sucios.
A la vuelta de una misión en el
extranjero, su jefe le está esperando para una misión muy especial.
«Son órdenes directas del Generalísimo… Esta vez vamos coordinados con los falangistas, y eso no es todo: también mojan los alemanes, y ruego a Dios que no intervengan los italianos». (Página 18)
Se trata nada más y nada menos de liberar
de su prisión alicantina a Jose Antonio Primo de Rivera, fundador de la
Falange.
FALCÓ
En esta ocasión, Arturo Pérez-Reverte ha
decidido llevarnos a un territorio aparentemente muy trillado como es el de la
Guerra Civil, y sin embargo, nos va a permitir en su novela visitar espacios nunca
anteriormente contemplados a través de un personaje, Lorenzo Falcó que
difícilmente dejará indiferente a los lectores. Ya anticipo, que a mí
personalmente me ha cautivado.
Y lo hace con una narración imposible de circunscribir a un género determinado, porque si bien
se ciñe a un periodo muy concreto de nuestra historia como es el de la Guerra
Civil, está muy lejos de ser una novela histórica.
Tampoco es una novela negra, por más que tenga muchos elementos de
la misma, como ese espíritu crítico con el que observa esa España en la que
sitúa la acción, o un lenguaje seco, cortante, directo y un personaje de una
apariencia un tanto cínica que no puede menos que recordar algunos clásicos
americanos del género negro.
Y tampoco es exactamente un thriller, por más que muchos de sus elementos y el ritmo de
la narración sean de dicho género. Un ritmo y una narración muy cinematográfica,
aunque ya sabemos que las adaptaciones a la pantalla de las novelas de
Pérez-Reverte nunca han sido muy afortunadas.
Podríamos hablar de una novela de espías. El problema es que decir eso, es
quedarnos muy cortos en una novela que es mucho más que eso, por más que
también me haya hecho presente al maestro de ese género como es John
Le Carré, y no solo por un pesimismo que ambos autores parecen
compartir.
José Atnonio Primo de Rivera |
Es Lorenzo Falcó un hombre de treinta y
siete años que trabaja para los servicios secretos del bando nacional. Así nos
lo describe el autor:
«Ni siquiera ahora, relajado por el sueño creciente, su rostro anguloso y atractivo, en el que empezaba a despuntar la barba tras varias horas sin afeitar llegaba a perder su expresión habitual, que solía ser divertida, simpática, aunque con un rictus de dureza cruel que podía enturbiarla de modo inquietante; como si su propietario estuviese en presencia continua de una broma tragicómica, universal, de la que el mismo formara parte». (Página 149)
No va a seguir en esta novela el autor
el esquema de su célebre Capitán Alatriste. No es Falcó alguien que lucha por
honor en aras de un país y unos mandos militares que no están a la altura de os
hombres que mandan a morir y a matar.
No, Falcó tiene su propio bando, que no
es otro que él mismo:
No era asunto suyo, se dijo. Allá quien matara o muriera, y sus razones para hacerlo. Su idiotez, maldad o motivos nobles. La guerra de Lorenzo Falcó era otra, y en ella los bandos estaban perfectamente claros: de una parte él y de otra todos los demás». (Página 101)
Un hombre que tiene muy clara, en una
época en que el país estaba dividido en función de la causa por la que uno
luchara o tuviera que luchar, cuál era la suya:
«-¿Simpatiza usted con la causa falangista?-Yo simpatizo con varias causas-Según tengo entendido, sobre todo con la suya propia… Su causa, sea ésta la que sea.-Principalmente». (Página 48)
«Para Falcó, palabras como patria, amor o futuro no tenían ningún sentido. Era un hombre del momento, entrenado para serlo, Un lobo en la sombra. Ávido y peligroso». (Página 22)
Un hombre que parece pasar de todo,
incluso del amor:
«-Creo recordar que la mujer que lo acompañaba era muy guapa… Griega o italiana, ¿no?-No recuerdo a ninguna mujer.-¿En Zagreb?-En ningún sitio». (Página 36)
Alguien que todos parecen tener muy
claro cómo es, por más que el fondo de Falcó tal vez lo conozca sólo el mismo:
«-El buen Jaime… ¿Qué le dijo de mí?-Que es usted un bala perdida, en resumen.-¿Y en detalle?-Que es de buena familia. Que es descarado y mujeriego, Que lo expulsaron de todos los colegios en instituciones donde estuvo. Que sus padres lo mandaron al extranjero para quitárselo de encima, y que luego se le perdió la pista en cuanto a actividades, aunque se suponen dudosas». (Página 58)
Al mismo tiempo, tiene también un toque
cínico que no puede menos que recordarme al lenguaje del detective Marlowe:
«-¿Siempre es usted así?-¿Cómo es así? –sonrió Falcó.-Tan engreído. Tan seguro de sí mismo. Tan seguro de todo.-Va por días». (Página 58)
Muy dado a tirar del sarcasmo y la
ironía cuando le apetece:
«-¿A qué te dedicabas antes del Alzamiento? ¿Militabas en algún partido o sindicato?-En el PHC.-¿Y cuál era ese?-Partido Hidráulico Contemplativo.-No fastidies.-Sí, miraba correr el agua bajo los puentes». (Página 110)
Camisa Azul |
«Paradójicamente, eso los aproximaba a sus adversarios, o a algunos de ellos, los mejores del otro bando. Falcó los había visto en tiempos inmediatos al Alzamiento, enfrentados a tiros en las calles: falangistas, socialistas, comunistas, anarquistas, matándose entre ellos con admirable tenacidad. Jóvenes valientes y decididos, unos y otros». (Página 100)
No es esa la diferencia que encuentra el
autor, sino la de aquellos que amparados en unas siglas o en un carnet, lejos
de luchar en el frente por defenderlas, quedaban ocultos en la retaguardia para
luchar no por unos ideales sino por su propio interés. Aquellos que se quedaban
en retaguardia para ejercer una autoridad que en un lugar de lucha su propia
ineptitud les negaba. Gente que salió de las cárceles y se dedicó a sembrar el
terror robando y asesinando de un modo legal en zona republicana. Canallas que
perseguían a sus antiguos enemigos atribuyéndole la pertenencia o la defensa de
los antiguos ideales republicanos para quitárselos de en medio o apropiarse de
sus bienes:
«Un tono en cierto modo ingenuo, pensó Falcó, hecho de lealtades y de camisas bordadas con el yugo y las flechas en tiempos pretéritos, o en raros lugares donde ser falangista no era todavía un medio de medrar y ajustar cuentas, sino un azar clandestino y peligros, Un ritual de elegidos y creyentes, camisas viejas que se soñaban héroes un minuto antes de ser engullidos por los oportunistas y los canallas». (Página 69)
«Veinte mil pesetas tuve que pagar a los de la CNT para que pusieran en libertad a mi cuñado, al que querían dar el paseo por ser hermano mayor de una cofradía de Semana Santa… ¿También funciona así en el otro lado?-Más o menos… Allí pueden fusilarte por ser maestro de escuela; pero, detalles aparte, las tarifas son las mismas». (Página 105)
No es por supuesto una visión agradable
de una guerra en la que se levantó hermano contra hermano, en el que la muerte
se convirtió en el pan nuestro de cada día:
«Matar no es difícil, pensó Lorenzo Falcó. Lo difícil era elegir el momento y la manera. Matar a un hombre se parecía a jugar a las siete y media, pues una carta de más o de menos podía dar al traste con todo». (Página 81)
Un mundo aparentemente sin otra regla
que la de la muerte. Aunque no es esa la visión de Falcó, ese hombre sin otro
credo que sí mismo, que parece vivir en un mundo de anarquía, en el que sin
embargo, el encuentra unas reglas propias que son las que le permiten seguir
adelante:
«Este trabajo sería insoportable si no hubiera en él ciertas retorcidas reglas. Quizás no sean reglas convencionales, ni siquiera dignas, pero son las nuestras. Aunque la principal de todas sea, precisamente, la aparente ausencia de reglas. (…) Que entre nosotros, es una regla tan buena como otra cualquiera». (Páginas 260)
La acción transcurre por una parte en
Salamanca, donde está el cuartel general de los servicios de información y por
otra en Alicante, hasta donde se traslada Falcó para poder llevar a cabo la
misión que le ha sido encomendada.
IMPRESIÓN
PERSONAL
Me ha encantado Falcó. Porque aunque
parezca que gira en torno a un personaje que me ha dejado fascinado, del que te quedas con ganas de seguir leyendo mucho más, no es el único de
la novela, sino que viene acompañado de todo un mundo de personajes a cual más
fascinante, comenzando por Eva Rengel, la falangista que le acompañará en su
misión de liberar a José Antonio Primo de Rivera, continuando por el Almirante,
el jefe de Falcó, o cualquiera de los otros componentes de la misión.
Una novela que, a pesar de sus
trescientas páginas se hace muy corta. Creo que no hay nada mejor que esa sensación
que te deja una novela que, cuando se acaba, te deja con una gran pena porque
no continúe, por no seguir disfrutando con los personajes que en ella has
encontrado, y eso es lo que he sentido con Falcó.
A ello contribuye sin duda no solo lo
acertado de los personajes, sino el estilo con el que está escrito la novela,
porque al estar visto desde el prisma de Falcó, un personaje directo, en cierto
modo parco en palabras, no tiene el freno que puedes encontrar en otras novelas
de Arturo Pérez-Reverte en el que a través de sus personajes el autor parece
querernos transmitir sus muchos conocimientos, con largas citas que como en el
caso de la serie Alatriste nos trasladan a la literatura y a la poesía del
Siglo de Oro, pero que en muchas ocasiones frenan el ritmo de la novela.
Ese lastre no existe en Falcó, de ahí
que el ritmo sea tan vertiginoso, sin nada que nos distraiga del personaje o de
la misión en la que está inmerso.
El único “pero” es que parte de la trama
es previsible. Por una parte hay cosas que son inamovibles como la Historia y
todos sabemos que José Antonio Primo de Rivera fue fusilado. Por otra, los que
hemos leído muchos libros de este autor, como me pasaba en su día con las
tramas de Agatha Christie, podemos vislumbrar parte del destino de alguno de sus
personajes como aquí me ocurrió.
Falcó es una novela que tiene una
virtud: creo que es capaz de gustar hasta aquellos que tienen a Arturo
Pérez-Reverte en su lista negra.
¿Qué esta es una opinión totalmente
subjetiva? Por supuesto, es la mía. Lo cierto es que nadie podrá quitarme lo que he disfrutado leyendo Falcó.
Pues habrá que tenerlo en cuenta. Llevo meses queriendo leer algo de Pérez-Reverte y creo que este puede ser una buena opción, aunque tengo anotados varios títulos suyos que deberían caer primero, como La tabla de Flandes o El club Dumas.
ResponderEliminarUn abrazote.
No he leído nada de Reverte quizás me arranque con este.Me lo pensare.
ResponderEliminarPues no sé, no me llama demasiado. La última novela de don Pérez Reverte que leí fue "Hombres buenos" y me encantó, pero reconozco que no siempre me gustan tanto las tramas de este escritor. Bss
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTengo bastante abandonado a Pérez-Reverte y ya cuando vi esta novela en las novedades me apetecía reencontrarme con él, ahora con tu reseña me has convencido, a ver si consigo leerlo pronto. Besos.
ResponderEliminarPues has conseguido picarme y mucho con este libro. Que no me había llamado mucho la atención, porque con Reverte, quitando su Alatriste, poco acierto.
ResponderEliminarBesotes!!!
Mira que has puesto libros, pues no es ninguno de los que he leído yo. Yo fui lectora de este autor al principio, La carta esférica, La tabla de Flandes, El club Dumas y La piel del tambor. Creo que el último que leí fue Territorio comanche, me saturé de este hombre y yo creo que fue más por su actitud personal que por su literatura.Quizás se hora de que lo "indulte" y este libro que nos traes me parece una muy buena opción, aunque el pero de la previsibilidad me para un poco.
ResponderEliminarUn beso
10 de 10, eso es mucho decir!
ResponderEliminarEs un autor que me encantaba. Me empezó a aburrir en el tercero de Alatriste y los otros que publicó por esa época por lo que no he vuelto a leer nada suyo pero la verdad es que estoy tentada de leer alguna de sus últimas novelas
Seguí tu recomendación y acierto completo. Me ha encantado
ResponderEliminarMe alegra saber que coincidimos. Yo nunca lo había leído pero con esta triología me gano, para mi 10/10
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