El tiempo de los emperadores extraños
Ignacio del Valle
FICHA TÉCNICA
Título: El tiempo de los emperadores extraños
Autor: Ignacio del Valle
Editorial: Alfaguara, 2006
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas:387
PVP: 19 €
PVP: 19 €
Ebook: 8,54 €
IGNACIO DEL VALLE
Esta es la quinta novela del ovetense Ignacio del Valle (Oviedo 1971), aunque
sea la primera, aunque probablemente no sea la última, que ha llegado a mis
manos. Al margen de novelas tiene más de cuarenta premios recibidos gracias a
sus relatos.
Las novelas que ha publicado hasta ahora son:
-De donde vienen las olas (1999) (Premio Salvador García Aguilar)
-El abrazo del boxeador (2001) (Premio Asturias Joven)
-El arte de matar dragones (2003) (Premio Felipe Trigo)
-Cómo el amor no transformó el mundo (2005)
-El tiempo de los emperadores extraños (llevada al cine como “Silencio en la nieve”) (Prix Violeta Negra del Toulouse Polars du Sud 2011, Premio de la Crítica de Asturias 2007, Mención especial Premio Dashiell Hammett 2007, Premio Libros con Huella 2006)
-Los demonios de Berlín (2009) (continuación de El tiempo de los emperadores extraños) (Premio de la crítica de Asturias 2010)
-De donde vienen las olas (1999) (Premio Salvador García Aguilar)
-El abrazo del boxeador (2001) (Premio Asturias Joven)
-El arte de matar dragones (2003) (Premio Felipe Trigo)
-Cómo el amor no transformó el mundo (2005)
-El tiempo de los emperadores extraños (llevada al cine como “Silencio en la nieve”) (Prix Violeta Negra del Toulouse Polars du Sud 2011, Premio de la Crítica de Asturias 2007, Mención especial Premio Dashiell Hammett 2007, Premio Libros con Huella 2006)
-Los demonios de Berlín (2009) (continuación de El tiempo de los emperadores extraños) (Premio de la crítica de Asturias 2010)
-Busca mi rostro (2012)
-Soles negros (2016)
Mira que te has
de morir…
ARGUMENTO
«Si aquí
ya no importan los vivos, imagínese los muertos.»
Así comienza esta novela en el invierno de 1943, en el frente de Leningrado. Una frase surgida tras una visión sobre la congelada superficie del río Sslavianka, contemplada por un grupo de soldados españoles que combaten con la División Azul a los rusos.
«En una visión dadaísta, un conjunto de veinte cabezas de caballo
sobresalían esparcidas sobre el lago helado como un ajedrez monotemático. Las ijadas abiertas, la tensión de sus
cuellos, los ojos extraviados, todo indicaba que habían sido capturados por el
frío en plena carrera. Pero no era el fantástico cuadro lo que
mantenía su atención en suspenso, sino el hombre enterrado en el hielo hasta el
torso que se hallaba pegado a una de ellas.»
Pero por más que
no importen los muertos, aquel muerto tiene algo especial, pues no ha muerto
congelado, sino que ha sido degollado por más que en su uniforme no halla
sangre. Pero no es esto lo más llamativo, sino la frase que el asesino ha
dejado grabada en su pecho:
«Mira que te mira Dios»
«Mira que te mira Dios»
Pero el nerviosismo en la cúpula militar, con las pugnas entre militares y
falangistas hace que se decidan a investigar el crimen. Encargan de ello al
soldado Arturo Andrade, un antiguo teniente de los servicios de información que
fue degradado y condenado tras un oscuro suceso de su pasado. No es que les
preocupe mucho un muerto más o menos, pero si les preocupa la publicidad que
pudiera darse al caso en España, máxime cuando los crímenes parecen seguir unos
ritos de venganza masónicos.
«Si en España se supiera que en la División
había un asesino se armaría la marimorena, y no estaba el horno
para bollos.» (Página 52)
Andrade es
escogido a pesar de su turbio pasado, conscientes los oficiales que le encargan
la investigación de ese pasado, y de los éxitos que obtuvo en los casos que
hubo de investigar. Aunque hay algo más:
«Es la persona ideal para llevar
este negocio, porque usted es como yo. No tiene amigos.» (Página 120)
Comienza Andrade sus investigaciones, para lo que solicita la ayuda del
sargento Espinosa. Unas investigaciones que cada vez se complican más pues
vuelve a producirse otro asesinato. En este caso la frase que aparece grabada
sobre el muerto parece una continuación de la anterior: «Mira que te está
mirando»
La sospecha es
que no será este tampoco el último muerto, porque parece que el asesino
terminará imprimiendo la oración completa. Y el tiempo apremia porque la
ofensiva rusa es inminente.
«Mira que te mira Dios,
mira que te está mirando.
Mira que te has de morir,
mira que no sabes cuándo.»
Una oración que
casi parece un chiste en medio de tanta muerte que no sabes de dónde va a
llegarte.
EL TIEMPO DE LOS EMPERADORES EXTRAÑOS
He llegado hasta
este libro a través de una película que ni siquiera he visto: Silencio
en la nieve. Me llamó mucho la atención la sinopsis de esta película, pero
en lugar de verla, preferí leer el libro en el que estaba basada.
Soy un seguidor de la novela negra, aunque en algunos casos pueda resultar muy repetitiva y falta de originalidad. Y originalidad es precisamente lo que se sobra a esta novela, pues está ambientada en uno de los periodos más desconocidos y menos tratados de nuestra reciente historia: el envío de tropas voluntarias españolas para combatir al lado de las tropas alemanas contra las tropas rusas, o contra el comunismo como ellos tenían a gala. Fue lo que se conoció como la División azul, por el color de las camisas azules que aparecían por debajo de sus guerreras, porque la mayoría de los que se apuntaron voluntarios eran falangistas, “camisas azules”.
Y es en ese
escenario del frente ruso, un lugar de un blanco inmaculado, donde tiene lugar
una novela que muy bien podría calificarse de negra aunque no siga
estrictamente los patrones del género, donde no hay un detective con categoría
de tal, aunque dicho puesto lo ocupe un antiguo teniente de los servicios de
información ahora degradado a soldado, ni haya mujeres fatales, aunque si se
nos presente a una implacable y fría pianista alemana. Pero si existe esa
sensación de un mal triunfante, que no se puede derrotar y que impregna la vida
de todos los personajes.
CONTEXTO
HISTÓRICO DE LA NOVELA
No es fácil
encontrar novelas en la literatura española que traten el tema de la División
Azul, aunque recientemente he leído Niños feroces de Lorenzo
Silva, en la que su protagonista era precisamente alguien que había ido
convencido a luchar en esa guerra ajena.
O no tan ajena,
porque para muchos aquella guerra era la prolongación natural de nuestra guerra
civil, a la que nunca consideraron tal sino una santa cruzada contra el
comunismo. Y ¿qué mejor que ir a combatir el comunismo a su propia casa para
extirpar el mal definitivamente?
Nadie más
convencido que los falangistas para esta misión, de
ahí que en sus banderines de enganche se alistaran numerosos hombres,
dispuestos a no parar en su lucha, dispuestos a llevar su misión más allá de
España a la que ya consideraban en el camino de la salvación. SU objetivo ahora
era más grandioso: el mundo entero. Fue el color azul de sus camisas el que
terminó dando nombre a esta División.
Una División Azul que era un meditado cálculo por parte de nuestras autoridades, porque si la cosa salía bien como era de suponer en aquel momento, podían solicitar su parte del botín por la participación prestada. Pero si las cosas se torcían, aquella aventura era cosa de un puñado de hombres sin compromiso ninguno por parte del estado español.
Una División Azul que era un meditado cálculo por parte de nuestras autoridades, porque si la cosa salía bien como era de suponer en aquel momento, podían solicitar su parte del botín por la participación prestada. Pero si las cosas se torcían, aquella aventura era cosa de un puñado de hombres sin compromiso ninguno por parte del estado español.
Pero no eran solo falangistas convencidos los que se apuntaron a esta
división. También lo hicieron gentes de pensamiento muy alejado de la lucha
contra el comunismo, pero a los que no quedaba otro remedio que hacerlo como
una manera de limpiar supuestas “culpas” o “pecados socialistas” propios o de
su familia. Se les prometía el perdón o el olvido de todo a la vuelta, si es
que volvían, del frente ruso. Entre ellos se encontraría el soldado, antiguo
teniente al que un crimen le había llevado a la cárcel y para el que esta
División es una manera de intentar retornar a una vida más normal, aunque fuera
por la puerta falsa. Junto a los falangistas, se encontraban los militares
de carrera que también acudieron a esta llamada. Los choques entre los
militares y los falangistas fueron inevitables, entre otras cosas por la falta
de disciplina de dichas tropas.
Unas tropas indisciplinadas que traían por el camino de la amargura a los alemanes, incapaces de comprender la actitud chulesca, la falta de uniformidad, la escasa marcialidad de nuestras tropas. Bien es cierto que cuando llegó la hora de la verdad, la hora de los duros combates, también quedaron admirados de su valor, arrojo y entrega.
Unas tropas indisciplinadas que traían por el camino de la amargura a los alemanes, incapaces de comprender la actitud chulesca, la falta de uniformidad, la escasa marcialidad de nuestras tropas. Bien es cierto que cuando llegó la hora de la verdad, la hora de los duros combates, también quedaron admirados de su valor, arrojo y entrega.
Es en este ambiente de tensión entre militares y falangistas donde cobra
sentido la investigación de la muerte de un soldado, algo que no tendría
ninguna importancia dentro de todos los muertos que había diariamente. Pero un
asesinato tan extraño como el que se produjo, debía ser investigado, no tanto
para depurar las responsabilidades y encontrar el culpable, sino para evitar
que pudiera ser usada como un arma arrojadiza en esta lucha por el control de
la División Azul entre los militares y los falangistas.
IMPRESIÓN PERSONAL
No es fácil de clasificar esta novela, aunque bien podríamos decir que es
una novela negra (tiene más de novela que de intriga) en un contexto histórico
muy concreto. Difícilmente podremos hablar de novela histórica, no solo porque
no aparezcan personajes históricos, sino porque en el fondo más que hablarnos
de la División Azul, con lo que si podríamos calificarla de tal, la División
Azul es el telón de fondo, el escenario en el que transcurre la acción.
Junto a este telón de fondo histórico, no hay duda que el paisaje forma también una parte fundamental de esta novela, un paisaje desolado de hielos y nieve que acentúa más la soledad y la sensación de peligro para los que allí se encuentran venidos de tierras extrañas.
«Sus rostros tuvieron que ser dignos de contemplar, mirándose unos a otros invadidos por el nerviosismo y la perplejidad al tiempo que comenzaban a adentrarse en Rusia, decididos a destruirlo todo, al encontrarse con aquella inmensa nevada: la nada protegiéndose con la nada.» (Página 91)
Junto a este telón de fondo histórico, no hay duda que el paisaje forma también una parte fundamental de esta novela, un paisaje desolado de hielos y nieve que acentúa más la soledad y la sensación de peligro para los que allí se encuentran venidos de tierras extrañas.
«Sus rostros tuvieron que ser dignos de contemplar, mirándose unos a otros invadidos por el nerviosismo y la perplejidad al tiempo que comenzaban a adentrarse en Rusia, decididos a destruirlo todo, al encontrarse con aquella inmensa nevada: la nada protegiéndose con la nada.» (Página 91)
Me ha gustado
esta idea de situar una de novela negra en un ambiente tan peculiar. Consigue
que sea original, que no sea más de lo mismo. Porque además ese escenario
blanco y vacío, esa nada protegiéndose con la nada que decía la cita anterior
consiguen crear un ambiente muy peculiar.
Como no deja de
llamar la atención también el universo creado de muertes
extrañas en medio de la muerte cotidiana. Una muerte
presentida e incluso buscada por algunos de los soldados allí presentes, que no
solo se apuntan a las misiones más peligrosas y suicidas, sino que participan
en prohibidas partidas de violeta, una brutal variante de la ruleta rusa, en la
que primero se introduce una bala en el tambor de un revólver, añadiéndose una
bala más a cada ronda hasta que finalmente solo queda una vacía.
¡Qué más da si tocaban a tres muertos por cada vivo! Aunque como afirmaban con humor, por lo menos con el frío y el hielo no olían. Como afirma un comandante únicamente hay dos tipos de personas en la División: los vivos y los muertos.
¡Qué más da si tocaban a tres muertos por cada vivo! Aunque como afirmaban con humor, por lo menos con el frío y el hielo no olían. Como afirma un comandante únicamente hay dos tipos de personas en la División: los vivos y los muertos.
También me gusta el sentido del humor que en medio de tanta desolación muestra en algunos pasajes el autor. Un humor mayoritariamente negro, pero en el que también se permite algunos guiños al lector, como a la hora de ironizar sobre los crímenes en la literatura:
«El sospechoso perfecto sólo existía en las novelas, al contrario del crimen perfecto, que únicamente era posible en la realidad.» (Página 109)
Sin embargo no me he quedado con la sensación de un libro perfecto, ni que pueda recomendarse más allá de aquellos que estén muy interesados en leer cualquier cosa sobre la División Azul o que sean muy aficionados a la novela negra o la de intriga.
Creo que hay dos causas fundamentales. La primera es que en todo momento, pese a los papeles concedidos por las más altas autoridades, no deja de chirriarme un simple soldado con un sargento a sus órdenes, caminando por el acuartelamiento como Pedro por su casa e interrogando, con el debido respeto por supuesto, a oficiales de grado superior que parecen estar a sus órdenes.
Mucho más subjetivo es que, pese a que tanto el personaje de Arturo Andrade como el del sargento Espinosa que colabora con él en la investigación estén muy bien dibujados, o desdibujados, según se mire, porque ambos tienen un oscuro pasado que poco a poco se nos irá desvelando, no he terminado de empatizar con el personaje principal. O lo que es peor, he empatizado con él hasta cierto momento en que sus actitudes y sus actos hacen que me sea imposible ponerme en su lugar.
Porque una cosa es que todos, absolutamente todos los personajes que
aparecen en la novela tengan su lado oscuro, algo que por otra parte los
convierte en más reales, como que ese lado negro no pueda provocarte un cierto
rechazo contra el protagonista, máxime cuando desde mi punto de vista bastante
negro es ya el relato como para cargar más las tintas al respecto.
No puedo menos que dejaros claro, que la compleja intriga que va enredándose más y más según avanza la novela, tiene un final muy conseguido, no solo en cuanto a la resolución del caso, sino en el último párrafo, una cruda descripción de la durísima vida en aquellas condiciones de los soldados.
VALORACIÓN: 7/10
LA
PELÍCULA
Con el título de
Silencio en la nieve, fue adaptado El tiempo de los emperadores extraños al
cine. Una película española del año 2011 dirigida por Gerardo Herrero con Juan
Diego Boto y Carmelo Gómez entre los protagonistas.
Una película un tanto atípica del cine español por ambientación y temática
que obtuvo buenas críticas.
Os dejo el tráiler de la película
No conocía ni el libro ni la película y reconozco que tampoco conozco mucho de esta parte de nuestra historia. Una buena oportunidad para ponerle remedio. Saludos.
ResponderEliminarTiene muy buena pinta la verdad, me lo apunto para próximas lecturas.
ResponderEliminarDescubrí tu blog ayer y ya me tienes enganchada jajajajaj
Saludos
Yo he conocido esta novela hace unos días por el nuevo caso del prota. Pregunte a su autor si podía leer su última novela sin haber leído las anteriores y me dijeron que sí, de hecho la editora me dijo que mejor empezar el último. Y visto que tu no la recomiendas demasiado, la voy a posponer... me leeré el último
ResponderEliminarBesos
Que buena pinta lo que cuentas. Me encanta la época que refleja la novela y sin duda me la apunto :)
ResponderEliminarBs.
Conocía la película, aunque no la he visto. Lo que no sabía es que estaba basada en un libro. Y tiene muy buena pitna. Me ha gustado su argumento, sobre todo por su ambientación.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues lo tendré en cuenta, porque conocía la peli pero no sabía que era una adaptación =)
ResponderEliminarBesotes
Not bad! a ver si lo consigo a lo largo del año...
ResponderEliminarSaludos