Tuve
el placer y la suerte de ser invitado por Planeta
a la presentación de El último
paraíso de Antonio
Garrido, ganadora del XX
Premio de Novela Fernando Lara, un premio al que se
presentaron este año 238 novelas, tanto españolas como extranjeras.
Un
premio muy prestigioso entre otras cosas por los nombres de los
autores que en su día lo ganaron como Terence Moix (1996), Francisco
Umbral (1997), Juan Eslava Galán (1998) Zoe Valdés (2003) entre
otros.
Me
salto las presentaciones protocolarias iniciales a cargo de los
representantes de los que conceden el premio y me voy directamente al
meollo, a la charla-entrevista que tuvo lugar entre Antonio y Lorenzo
Silva, porque fueron una serie de preguntas que
transcurrieron a modo de diálogo entre los dos.
Sospecho
que algo me ocurre con Lorenzo Silva,
porque asistí a una presentación suya en Fuenlabrada en la que el
techo de la sala en que estábamos parecía que se iba a venir abajo
con la fuerza de la lluvia y la tormenta que había. Y en esta
presentación, un espectacular, prolongado e inesperado chaparrón
cayó sobre Madrid, lo que me hizo llegar empapado y a la
organización a cambiar el cóctel posterior que estaba previsto en
los jardines del Hotel Villa Magna
en el que se celebraba el evento, por unos salones del hotel.
Comenzó
Lorenzo Silva destacando que este libro es un placer leerlo porque se
ve que detrás hay pasión, sacrificio y profesionalidad.
Comentó
Antonio Garrido que ha empleado en él tres años de trabajo. Lo
primero fue situarse en uno de los momentos estelares de la
humanidad. Estelar por como se estrelló.
Y
para narrarlo elige a un descendiente de emigrantes rusos al que la
crisis se lo lleva por delante y lo deja no solo arruinado sino
sumido en la miseria. Decide emigrar a la Unión Soviética, sumida
en una gran contradicción, porque por una parte está lanzada a una
gran industrialización y por otra está padeciendo una hambruna.
Es
una novela con una dialéctica muy actual, porque se mueve entre el
hundimiento de un sistema y la atracción de una utopía.
Encontraremos
en El último paraíso una gran meticulosidad en la descripción de
los ambientes y los escenarios, tanto en Brooklyn y Manhattan como
en Rusia.
Lorenso
Silva habló de la tensión para el escritor que supone el
fabular y ceñirse a la documentación y la realidad. Le preguntó a
Antonio Garrido cómo
había sido el esfuerzo de trabajar con tanta documentación y la
vocación de fabular.
Para
responderle, Antonio Garrido
nos contó su trayectoria como escritor. Por eso nos dijo que la
culpa de que estuviera allí fue un coche de juguete, que lo que no
encontró jugando al fútbol lo encontró en los libros. Por eso
empezó a escribir y ganó un concurso en el que le dieron un enorme
Mercedes de juguete. Pensó que cuando fuera mayor quería un coche
como aquel y por eso se hizo ingeniero.
Pero,
las vueltas de la vida, tras un accidente que le tuvo en reposo seis
meses, decidió terminar su primera novela. El primer borrador lo
leyó su madre, que dijo que había que quitar escenas de sexo para
que no pensaran que eran cosas que hacía él.
Y
respondiendo a la pregunta, nos dijo que no se trata de contar una
historia auténtica, sino una auténtica historia. Son los personajes
los que le llevan de la mano. La documentación es un decorado, un
barniz.
Lorenzo
Silva le comentó que había trabajado con personajes
americanos y rusos (aparece un español) y le preguntó si
se había servido de referencias cinematográficas.
Antonio
Garrido contestó diciendo que más que las referencias
más que una película son las sensaciones. Es partidario de que el
autor las imagine para que el lector las viva.
¿Por
qué esta historia?
Para
Antonio Garrido había algo
que contar, una historia próxima. Hay un paralelismo entre lo que
sufrió aquella gente y la situación actual. De nuevo los poderosos
se han aprovechado en su beneficio y han pagado los más pobres, los
débiles. Igual que ahora.
El
origen de esta historia está en personas próximas, concretamente en
sus dos abuelas paternas, dos hermanas gemelas que cuando su abuela
se quedó viuda se fue a vivir con ella para ayudar a criar a sus
hijos y no se casó.
Le
habló de un chico que había estado en Rusia y que le contó algunas
cosas maravillosas de aquel país, de la situación de las mujeres,
que no sólo trabajaban, sino que incluso dirigían hospitales. Pero
también había cosas malas, porque la policía secreta hizo
“desaparecer” a numerosos trabajadores.
Se
hizo aquí una alusión a Víctor del
Árbol y su novela “Un
millón de gotas”, un retrato durísimo de los
guardianes de la utopía.
Porque
ese es uno de los temas que se aborda en El último paraíso, en
quiénes son los guardianes de esa utopía, un papel que se le da a
los dirigentes que terminaron abusando de ese poder y además los
medios no importaban con tal de conseguir esos fines estaban por
encima de las personas.
Hay
elementos más amables en la novela, como una historia de amor que
sin duda es la que termina marcando el libro. Antonio Garrido piensa
que el amor es lo que prevalece en la vida, el que saca lo mejor de
nosotros mismos
Para
terminar y a modo de conclusión, dijo que nos ha tocado vivir una
época convulsa. La clave está en la honestidad de las personas en
las que se deposita la confianza para salir adelante.
Y
terminó el encuentro con un cóctel en los salones anexos y con la
firma de libros por parte del autor. Y con muchas ganas de leer una
novela que puedo aseguraros que no me defraudó.
Muchas
gracias a Editorial Planeta por la invitación a este evento.
Fue un estupendo encuentro. Vamos a tener que tener cuidado si Lorenzo Silva y tú os encontráis en el mismo lugar, porque la que cayó fue épica. Besos.
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