Juego de matrioskas
FICHA
TÉCNICA
Título:
Un millón de gotas
Autor:
Víctor del Árbol
Editorial:
Destino
Encuadernación:
Tapa blanda
Páginas:
669
PVP:
19,90 €
Editorial: Destino 2019
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
Páginas: 672
VÍCTOR
DEL ÁRBOL
Nacido en Barcelona en 1968, es Licenciado en Historia por la Universitad de Barcelona.
Cuatro son sus novelas publicadas hasta ahora:
- El peso de los muertos (2006) Premio Tiflos de Noela 2006
- Respirar por la herida (2013)
- Un millón de gotas (2014)
ARGUMENTO
Elías
Gil, comunista y destacado luchador antifranquista desaparece en
Barcelona la noche de San Juan de 1967 ¿Qué pasó realmente esa
noche? Gonzalo Gil, su hijo, que apenas tenía cinco años cuando
ocurrieron dichos sucesos ha crecido añorando a su padre, ese mítico
héroe antifascista muerto por la policía franquista que hizo
desaparecer su cuerpo.
La
muerte de su hermana mayor Laura, suicidada tras matar y torturar al
asesino de su hijo hace que el pasado se haga presente. La verdad de
aquella noche amenaza con salir a la luz.
UN
MILLÓN DE GOTAS
Cruce
de caminos. Así es como define Víctor
del Árbol su novela. Muy cierto, porque no se ciñe Un
millón de gotas a un género concreto. Es en buena parte
una novela histórica, que
nos trae a la actualidad algunos sucesos que la parecen haber sido
enterrados para no dejar al desnudo las vergüenzas de los que los
provocaron. Asistiremos así de la mano de Víctor
del Árbol a la isla de Názino en Siberia, donde miles de
inocentes fueron enviados a la muerte por la maquinaria política de
Stalin. O a los campos de concentración en que se encerró a cientos
de miles de españoles que huyeron de España al ser derrotados en la
guerra civil. O a las luchas internas entre los partidos políticos
del gobierno de la República durante la guerra civil.
Todo
ello de la mano de Elías Gil,
hijo de mineros,comunista convencido, que llegó a Moscú en 1933
para terminar sus estudios de ingeniería y comprobó como su
ingenuidad chocaba frontalmente contra una maquinaria asesina. Como
nos decía Víctor del Árbol en la presentación del libro, el siglo
XX fue el siglo de las utopías, unas utopías que trituraron al
individuo.
Pero
al mismo tiempo Un millón de gotas
es una novela negra, muy
negra, con uno de los malos más malos que he podido encontrar en mis
años de lectura: Igor Stern
«Matar,
robar, mentir, manipular eran medios para un fin que él perseguía
con frialdad, sin apartarse un ápice de su plan diseñado
minuciosamente. No encontraba placer o disgusto en cometer aquellos
crímenes, y tampoco se jactaba de ser lo que era ni culpaba de ello
al mundo. Menospreciaba a sus semejantes porque no sentía sus
ataduras. Y eso le hacía mejor contrincante que Elías, incapaz de
dejar atrás los recuerdos que supuraban y lo debilitaban día tras
día.»(Página
543)
¿Qué
es la novela negra sino la lucha contra el mal? Un mal que no es sólo
externo, pues dentro de nosotros mismos está esa semilla de maldad
«Conocía
lo suficiente del mundo para saber que los hombres no cambian, si no
es para
peor, que las buenas intenciones siembran el camino del infierno y
que los tiempos heroicos son para los cobardes que desprecian una
vida vivida a lo largo de muchos años.»(Página
422)
Un
mal del que no escapa Laura,
la hermana que lucha denodadamente contra el mal representado en la
Matrioska, esa organización rusa que se dedica a la trata de
blancas, de drogas e incluso al comercio de niños, intentando
aplacar viejos fantasmas del pasado:
«Lo
que Laura nunca comprendió es que no puede vencerse a lo que vive en
cada uno de nosotros. Y resulta que la maldad está en lo más
profundo de nuestra naturaleza.»(Página
558)
Aún
con eso, Laura luchará, contra sí misma, contra el mal:
«Le
dije que no podía luchar ella sola contra toda la maldad del mundo,
que sus esfuerzos solo eran una gota en el océano. Y ¿sabes que me
respondió? “¿Qué
es el océano sino un millón de gotas?”»
Ni
siquiera Elías, el héroe, escapa a esa maldad. Es más, Igor Stern
al que persigue enconadamente y él, son dos caras de la misma
moneda:
«La
diferencia estriba en que tú sirves una causa, mientras que yo solo
me sirvo a mi mismo. Pero los dos sabemos que esa diferencia es una
falacia.»(Página
543)
Además
de todo lo anterior, Un millón de gotas es también de la primera a
la última página, un trepidante
thriller que como
lector me ha mantenido permanentemente en vilo. Sin trampas, sin que
el autor de repente se saque una carta escondida de la manga.
No
se trata de historias paralelas en el tiempo, sino de una única
historia que comienza con la llegada de Elías a Moscú en 1933 y
tiene su remate en Barcelona en 2002, por más que Elías lleve ya
años muerto.
Porque
el pasado se empeña en hacerse presente, porque la venganza aún no
se ha cumplido, porque la culpa como si de una maldición bíblica se
tratase pasa de los padres a los hijos y a los hijos de los hijos.
El
problema de la guerra civil es que empieza a quedar un tanto lejos,
por lo que se hace difícil cuadrar las fechas. Por eso Víctor
del Árbol ha recurrido a la misma solución que María
Dueñas en Misión Olvido:
hacer que la actualidad sea el año 2002, de modo que aunque
octogenario, quede algún protagonista vivo.
Un
millón de gotas es una
historia sobre el heroísmo. Es
la historia de Elías, el resistente comunista. Una estela imposible
de seguir por sus hijos
«Los
hijos de los héroes nunca están a su altura. No era una afirmación
hiriente, sino la constatación de un hecho incuestionable.»
Pero
pese a todo, Laura y Gonzalo lo intentarán desde pequeños
«Lo
lleváis en la sangre, eso de ser como polillas suicidas que se
lanzan contra las bombillas incandescentes porque no soportan la
oscuridad. Preferís morir antes que aceptar la realidad de la
noche.»(Página
609)
Junto
a todo lo anterior, Un
millón de gotas
es también una
historia de amor.
O tal vez sería más correcto hablar de historias de amor: El amor
de Elías hacia Irina, un recuerdo que el tiempo no le permite
borrar. El amor de Esperanza (una bella historia ese cambio de nombre
que unos aviadores españoles pusieron en Rusia a una niña) para con
Gonzalo, más allá del raciocinio o de sus propios hijos. El amor de
Gonzalo y Laura, dos hermanos crecidos a la sombra asfixiante de un
padre héroe. O la del duro inspector Alcázar con Cecilia, la
prostituta a la que convirtió en su mujer.
De
nada serviría todo lo anterior, si no se apoyase en unos personajes
inolvidables. Comenzando
por
Gonzalo, un
abogado burgués con una vida aparentemente tranquila para una
persona que ante todo es “buena”
«Gonzalo
nunca quiso ser abogado,pese a lo que decía la placa que colgaba en
la puerta de su despacho: “Gonzalo Gil. Experto en derecho civil,
matrimonialista y mercantil”. Podría haber acabado tras el
mostrador de una carnicería y no sentiría mayor emoción.
Simplemente había dejado que el destino decidiese por él, y a los
cuarenta años ya no servían de nada las quejas.
(…)
La
cuestión es que no sabía mentir.»
(Página 29)
Pero
es pura apariencia, pues vive bajo el peso de un padre desaparecido,
reconstruido en sus recuerdos:
«En
realidad no tenía recuerdos reales, si es que los recuerdos podían
ser tal cosa, de aquel tiempo; su padre desapareció cuando el tenía
solo cinco años, pero había oído en boca de su madre tantas veces
aquellas historias de pesca que era como si de verdad hubiera
ocurrido así. Resultaba difícil añorar algo inventado.»
(Página 33)
Pero
al mismo tiempo, los recuerdos, reales o no, son lo único que tiene
para agarrarse en una vida que no es la que quiere vivir:
«Su
único refugio desde entonces había sido el recuerdo de Elías, la
idea de que su padre era un dios al que poder venerar e invocar en la
oscuridad, mientras que su vida se iba sumiendo en la
mediocridad.»(Página
324)
IMPRESIÓN
PERSONAL
Pocas
son las novelas a las que les doy un diez. Un
millón de gotas
es
una de esas excepciones.
Aún
tengo a Elías, Gonzalo, Laura, Igor, Irina, Esperanza y Alcázar
dando vueltas en mi mente. Coincido con
la apreciación de alguno de los asistentes a la presentación del
libro en la librería Burma: imposible quedarse con uno solo de los
protagonistas.
Tienen
esa rara virtud, esa perla tan difícil de encontrar en la
literatura, que hace que, nos identifiquemos o no con ellos, podamos
sentirlos como reales. Reales porque son humanos, y como tales con su
lado positivo y su lado oscuro, capaces de amar y al mismo tiempo
capaces de cualquier cosa por sobrevivir.
Una
novela de héroes cobardes, de falsos héroes, porque el heroísmo
real no ocupa portadas en los diarios ni en los papeles. Y sin
embargo hay un héroe real, algo que he descubierto días después de
terminar la novela. Un héroes capaz de detener la espiral de
venganzas y violencia, el único capaz de asumir las consecuencias de
sus actos y pagar por ellos. ¿Quién? Leed el libro para
descubrirlo.
Se
de antemano que Un millón de gotas
figurará en mi selección
de mejores novelas del 2014. No sólo por haber
sido capaz de atraparme entre sus páginas (un buen bestseller
también puede hacerlo), sino porque sus
personajes han calado de tal forma en mí que siguen viviendo en mi
interior.
No
es raro que me guste la literatura de Víctor
del Árbol, pues en su
presentación el nos declaraba sentirse cerca de la literatura rusa,
una novela que me sirvió de alimento en mi adolescencia. Y ese gusto
se refleja claramente en esta novela, en la que además
inevitablemente se citan muchos autores rusos. Ese sentimiento
trágigo de la vida, el peso de la culpa, la redención, la venganza
tan clásicos de la literatura rusa, son el motor que mueve Un
millón de gotas.
Y hablando de los rusos, Un millón de gotas es como una gran matrioska en la que cada misterio resuelto encierra a su vez otro en su interior, revelando una imagen de los personajes parecida pero diferente, hasta llegar alfinal sin que nada haya ocurrido por casualidad.
A
título personal, me parece increíble que una persona con una
sonrisa tan cautivadora como Víctor
del Árbol, destile tanta
tristeza en sus novelas. Porque tenedlo presente, Un
millón de gotas es una
novela dura, muy dura, pues lo son las situaciones (reales los hechos
históricos, lo cual las hace aún más duras) que se nos plantean en
la novela.
Pero
hay un paso adelante en la obra de Víctor
del Árbol, porque en
esta novela hay futuro,
la espiral de venganza y de odio puede cortarse, aunque para ello
haga falta un auténtico héroe.
Buena
literatura, personajes inolvidables, una acción que te atrapa desde
el primer capítulo. ¿A
qué esperas para hacerte con Un
millón de gotas?
Remato
para iros abriendo el apetito, con la frase que remata la novela:
«La
primera gota es la que empieza a romper la piedra.
La
primera gota es la que empieza a ser océano.»
VALORACIÓN:
10/10
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Incluida en la selección Libros para el verano 2014
«Añorar
el pasado es correr tras el viento.»(Página
394)
Os dejo el booktrailer