Capítulo XIV. Donde se ponen los versos desesperados del difunto pastor, con otros no esperados sucesos
Don
Quijote y Sancho acuden al entierro del famoso Grisóstomo, muerto
por el desamor de la pastora Marcela. Lo primero que podemos leer en
este capítulo son los versos con los que se ha despedido de este
mundo.
A
continuación, conoceremos a la famosa pastora Marcela, que se
defiende de los ataques de los que se siente objeto. No es para
menos. ¿Acaso es ella culpable de que la amen? ¿Está obligada a
amar a aquel que la ama?
«Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama.»
Quijote y Sancho en el museo Ulpiano Checa |
«Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras.»
Se
remata el capítulo con un poema a modo de epitafio sobre Grisóstomo:
«Yace aquí de un amador el mísero cuerpo helado, que fue pastor de ganado, perdido por desamor. Murió a manos del rigor de una esquiva hermosa ingrata, con quien su imperio dilata la tiranía de su amor.»
Y
de este modo concluye (por más que nosotros la consideremos como un
libro único, la segunda
parte
de
Don
Quijote:
«Mas no le avino como él pensaba, según se cuenta en el discurso desta verdadera historia, dando aquí fin la segunda parte.»
Capítulo
XV. Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote
en topar con unos desalmados yangüeses
Por
más que el capítulo X de titulase ...del
peligro que se vio con una turba de yangüeses, es ahora
en este capítulo donde conoceremos dichas aventuras.
Tras
despedirse de los cabreros, Sancho y Quijote continúan su marcha.
Fiado Sancho del noble comportamiento de Rocinante, en un descanso no
se toma la molestia de atarlo. Un error que pagarán caro en este
capítulo, en el que salvo la mula todos salen molidos a palos.
Pues
toda la tranquilidad de Rocinante se viene abajo cuando vienen unos
yangüeses con una recua de hacas galicianas. Y dispuesto a yacer con
ellas allá que se fue. Algo que no permitieron los yangüeses y
molieron a Rocinante a palos.
Semejante
afrenta no puede dejarla pasar por alto Don Quijote, por más que un
acobardado Sancho intente frenarlo:
«— ¿Qué diablos de venganza hemos de tomar —respondió Sancho—, si éstos son más de veinte y nosotros no más de dos, y aun, quizá, nosotros sino uno y medio? — Yo valgo por ciento —replicó don Quijote.»
Esta semanano lo leí, lo acumulo para la proxima
ResponderEliminarQué gran personaje Marcela! Y como nos sorprende don Quijote defendiéndola!
ResponderEliminarBesotes!!!
Tengo yo tres capítulos pendientes de las vacaciones. Este fin de semana me toca sesión intensiva
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