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jueves, 17 de octubre de 2024

FUEGO SOBRE IGUERIBEN (DAVID GÓMEZ)

 
Fuego sobre Igueriben
David Gómez
 
 
 

Título: Fuego sobre Igueriben
Autor: David Gómez
Editorial: Almuzara, 2021
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 328

DAVID GÓMEZ
 
Esto es lo que la editorial nos cuenta sobre el autor:
 
David Gómez (Linares, 1975). Ingeniero e investigador apasionado por la historia africanista, las colonias españolas y los últimos años del protectorado en Marruecos. Vivió en una casa muy cercana a la del Teniente de la Legión Ochoa Olalla, muerto en la batalla de Atlaten en 1921, esto le llevó a sumergirse en lo más profundo de aquellos acontecimientos. Fruto de aquellas investigaciones ve la luz su ópera prima, la vibrante Fuego sobre Igueriben.
 
 
 
 
ARGUMENTO de FUEGO SOBRE IGUERIBEN
 
«Igueriben, 21 de julio de 1921. Me llamo Luis Codrán y voy a morir en Igueriben. No soy el mismo periodista que hace algo más de un mnes, desde Melilla, mandaba mis crónicas al periódico para que en Madrid se leyeran noticias de la Guerra de Marruecos». (Página 295)

 
 

FUEGO SOBRE IGUERIBEN
 
En 2021 se cumplieron cien años del llamado Desastre de Anual: La derrota de las tropas españolas a manos de las tribus de Abd El-Krim. Un suceso olvidado por las generaciones posteriores y que muy bien merece ser recordado. Eso es sin duda lo que pretende esta novela, aunque no verse sobre el propio desastre de Annual sino sobre el suceso que le precedió: la caída de Igueriben.
 
Una novela dura, en la que la muerte está presente en todo momento y en la que en todo momento los protagonistas saben que ese va a ser su destino inexorable.
«En las alambradas exteriores que rodeaban el muro defensivo del campamento, los cuerpos inmóviles de los moros yacían junto a los de las mulas del último convoy. Antes, hombres y bestias tenían papeles diferentes por la gracia de Dios, pero ahora, para buitres, hormigas y gusanos formaban parte del mismo menú». (Página 15)
 
Allí, presenciándola y sufriéndola en directo está Luis Codrán, un periodista que hasta allí llegó para entrevistar a uno de los generales y sin comerlo ni beberlo (¡qué más hubiera querido que poder beber!) se encontró de lleno metido. Él, que ni siquiera era periodista de verdad. Metido en medio de una guerra, rodeado de jóvenes que no saben qué es lo que pintan allí.
«Soy mayor que muchos de los jóvenes que hay aquí y sin embargo ellos parecen viejos a mi lado. Al hablar con ellos descubres que tienen una historia diferente que los ha conducido a Iriguiben, pero todos tienen un sentir común. Cansancio y el presentimiento, que no por callado es menos intenso, de la muerte». (Página 113)

Mil calamidades pasaron los hombres destinados en esta plaza de Igueriben, la avanzadilla de España en la zona de Marruecos. Jövenes en su mayor parte, arrancados de sus tierras y destinados a aquel lugar lleno de arena y polvo. Sin preparar, sin entrenar y ni tan siquiera con medios adecuados para defenderse.
«Tragan polvo. Pasan sed y miedo. Mal equipados, son los uniformes raídos, apenas comen y los piojos los devoras. La paga llega tarde y menguada. Sin médico o enfermero que los trate en estas posiciones avanzadas. Bajo el ardiente sol africano. Muchos saben que no volverán nunca a España y que sus huesos se quedarán en esta tierra hostil, para siempre. Pero están aquí. Juntos como hermanos, alrededor de una bandera». (Página 113)
 
Una guerra tan absurda como lo pueda ser cualquier guerra.
«Una guerra que sigue siendo tan simple como lo ha sido siempre. Como seguirá siéndolo. Hombres matando a hombres. Quisiera que aceparan la realidad de la guerra, su única verdad. No hay gloria en la guerra. Solo muerte, odio y soledad». (Página 297)

 
 
 
 
OPINIÓN PERSONAL
 
Cuando fui a preparar la reseña de Centauros del Rif, me encontré con que no tenía publicada esta reseña, a la que solo le faltaba esta opinión personal para estar rematada. Ni idea de por qué se me quedó en el tintero. Por eso, ahora la remato para traeros a continuación la siguiente. Era yo poco más que un niño cuando leí Imán (1930) de Ramón J. Sender, una novela de la que me quedó el recuerdo imborrable de unos hombres asediados más por la sed que por el propio enemigo. Ya más recientemente leí El nombre de los nuestros (1994) de Lorenzo Silva, una novela que también me encantó.
Así que ya sabía de antemano que iba a pasar mucha sed leyendo esta novela que, más te vale, deberás leer con una botella de agua a mano (y si es verano ya ni te cuento)
Una gran novela, que inevitablemente me lleva a pensar en Arturo Pérez-Reverte y esos soldados suyos luchando más por sus compañeros y por su honor que por aquel que los manda. Porque aquello fue un auténtico desastre de despropósitos que llevaron finalmente a la muerte de miles de españoles.
 
 
 

VALORACIÓN: 9/10


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