Riña de gatos
Eduardo Mendoza
Título: Riña de gatos
Autor: Eduardo Mendoza
Editorial:
Planeta, 2010
Encuadernación:
Tapa dura
Páginas: 432
PVP: 21,50 €
EDUARDO MENDOZA
Esto es lo que la editorial nos cuenta
del autor:
Nació
en Barcelona en 1943. Ha publicado las novelas La verdad sobre el caso Savolta (1975), que obtuvo el Premio de la Crítica; El misterio de la cripta
embrujada (1979); El laberinto de las aceitunas (1982); La ciudad de los prodigios (1986), Premio Ciudad de Barcelona; La isla inaudita (1989); Sin noticias de Gurb (1991, 2011);
El año del diluvio (1992); Una comedia ligera (1996), por
la que obtuvo en París, en 1998, el Premio al Mejor Libro Extranjero; La aventura del tocador de
señoras (2001), Premio al «Libro del Año» del Gremio de Libreros de
Madrid; El último trayecto de Horacio Dos (2002); Mauricio o las elecciones
primarias (2006),
Premio de Novela Fundación José Manuel Lara; El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008),
Premio Terenci Moix y Pluma de Plata de la Feria del Libro de Bilbao; El enredo de la bolsa o la vida (2012); El secreto de la modelo
extraviada (2015) y el libro de relatos Tres vidas de santos (2009),
siempre en Seix Barral, y Riña de gatos. Madrid 1936, novela galardonada con el Premio Planeta 2010.
Ha
recibido el Premio Liber, el Premio de la Cultura de Cataluña, el Premio Franz
Kafka y el Premio Cervantes, el galardón literario más importante en lengua
castellana.
En
este blog puedes encontrar las reseñas a las siguientes novelas de este autor:
ARGUMENTO de
RIÑA DE GATOS
Anthony Whitelands, súbdito británico
enamorado de España, o mejor dicho de la pintura de Velázquez que puede
encontrar en el Museo del Prado, es contratado para realizar la tasación de una
pintura de gran valor propiedad de un aristócrata español.
Una buena oportunidad de no sólo ganar
dinero, sino también de volver a Madrid y a su querido Museo del Prado. Para su
sorpresa va a descubrir que el cuadro que tiene que tasar es una obra hasta
ahora desconocida de su pintor favorito: Velázquez, con lo que su
descubrimiento le reportaría el prestigio académico que tanto desea.
Con lo que no contaba era con que la
venta de dicho cuadro formase parte de un plan para financiar Falange Española,
un recién formado grupo político que busca una revolución en nuestro país antes
de que lo hagan los comunistas.
RIÑA DE
GATOS
Riña de
gatos
fue la novela ganadora del Premio Planeta 2010 y tenía mucho interés en leer
por varias razones:
-Su autor: Eduardo Mendoza.
-Su argumento: Los prolegómenos de la
Guerra Civil.
-Su localización: Madrid.
El hecho de que esta novela haya
obtenido el no es en mi caso un argumento a favor (auténticos fiascos de novela
lo han ganado), ni en contra (el hecho de haberlo ganado es para algunos sinónimo
de baja calidad literaria) de su lectura.
Mi duda antes de comenzar a leer era con
que Eduardo
Mendoza
iba a encontrarme, porque también hay que decir que es irregular y quedé muy
escaldado (ya que el título va de gatos, imposible no citar el refrán
"Gato escaldado del agua fría huye") con El asombroso viaje de Pomponio Flato, una novela con
un humor escatológico e irreverente, carente para mí de gracia, que me hizo
plantearme el volver a leer nuevas novelas del autor.
Eduardo Mendoza ambienta
normalmente sus novelas en su Barcelona natal, algo sin duda muy interesante
para sus conciudadanos, pero no tanto para aquellos que conocemos Barcelona sólo
de pasada y no tenemos en nuestra cabeza el plano de la ciudad y sus calles.
Por eso me apetecía tanto leer algo de Eduardo Mendoza en el que la
protagonista fuera mi ciudad, Madrid. Porque Riña de gatos es una crónica del Madrid de 1936, de sus hoteles, sus bares,
muchos de ellos desconocidos (se citan sin especificar las cervecerías de la
Plaza Santa Ana), pero otros son archifamosos e históricos como el Chicote de
la Gran Vía.
Mi sorpresa fue cuando comprobé que el
punto desde el que se mueve el protagonista Anthony Whitelands, es un hotel en
la Plaza del Ángel, a poco más de cien metros de donde viví hasta que me casé.
Por eso puedo ver claramente los paseos
del protagonista como si yo mismo los estuviese haciendo, sin necesidad de
recurrir a la imaginación. Porque la zona prácticamente no ha cambiado (bueno,
la Plaza Santa Ana la han remodelado ya unas cuantas veces) y puedo ver lo que
describe desde su habitación, aunque la Iglesia de San Sebastián convertida en
polvorín voló por los aires en un bombardeo duración la Guerra Civil y hubo de
ser reconstruida:
«La ventana da sobre la tranquila y recoleta Plaza del Ángel. Y por encima de las casas de enfrente asoma la cúpula de la Iglesia de San Sebastián». (Página 17)
«Al salir del hotel camina unos metros y desemboca en la Plaza Santa Ana». (Página 18)
¿Cuántas veces habré realizado alguno de
los recorridos que nos narra?:
«Por la calle Huertas llegué muy pronto al lugar de la cita en el Cristo de Medinacelli». (Página 135)
Pero el que yo tenga el plano de la zona
casi impreso en mis genes, no implica que lo tengan el resto de los lectores,
por lo que me parece un error dar por descontado que el lector conoce la zona y
no se le proporciona información, como cuando nos dice que aparcaron el coche
en la calle Espoz y Mina para llegar al hotel. Pocos serán los lectores que
sepan que la calle Espoz y Mina parte de la Puerta del Sol y termina en la
Plaza del Ángel, con lo que en la escena narrada, dejaron el coche a un paso
del hotel pero sin que pudiera verse desde la entrada, porque para verse desde
el hotel la cúpula de la Iglesia de San Sebastián, necesariamente ha de estar
en la acera izquierda según se sube por Espoz y Mina.
Entre otras muchas cosas, Riña de gatos es también una
novela histórica que recoge un momento muy concreto de nuestra historia, los prolegómenos de la
Guerra Civil,
al estar ambientada en los finales de invierno y principios de la primavera de
Madrid del año 1.936.
José Antonio Primo de Rivera |
Además de personajes de ficción,
desfilan unos cuantos personajes históricos fundamentales en el devenir de los
sucesos que terminaron con la Guerra Civil. Nos presentará así a los generales
golpistas, Franco, Mola, Queipo de Llano, todavía indecisos sobre el momento
oportuno para dar el golpe y la conveniencia o no de utilizar o no como fuerza
de choque urbano a la emergente formación de carácter fascista, la Falange
Española, de la que desfilan por las páginas de la novela algunos de sus
primeros líderes: José Antonio Primo de Rivera, Sánchez Mazas o Fernández
Cuesta.
Especial importancia tiene en Riña de
gatos la figura de José Antonio Primo de
Rivera,
al que Anthony conoce por casualidad, pero con el que compartirá varios
encuentros que le permitirán mostrarnos una imagen del líder falangista y de su
partido, mientras comparte con él un paseo por Madrid en un Chevrolet amarillo
por las calles madrileñas, una tertulia literaria o su presencia en un mitin.
Nos presenta la imagen de José Antonio y
de la Falange que tienen sus enemigos:
«No hemos de olvidar que José Antonio es un memo y un irresponsable, y sus seguidores unos fanáticos que harían lo que él les dijera sin pararse a pensar. La mayoría son unos críos, exaltados y románticos. A esa edad no tienen miedo a la muerte, porque todavía no saben lo que es». (Página 128)
«Los fundadores (de la Falange Española) son unos señoritos ociosos». (Página 127)
Pero el contacto de Anthony con José
Antonio permite al autor mostrar el otro perfil del personaje, su gran
magnetismo personal, su don de gentes, sus dotes de mando que arropaban y daban
vida a un programa político muy ambiguo pero que arrastraba a elementos
fanáticos enganchados al aura romántica de dar la vida por la patria y salvarla
del dominio rojo.
Toda la acción se desarrolla en un clima
de confrontación política que llevará finalmente a la guerra.
En este ambiente de una España
enfrentada y en crisis, el retrato que nos hace de la misma, es muy semejante a
la crispación actual. Paralelismo que saca desde la actualidad y proyecta en el
pasado, si bien la diferencia es que aquí no hay un enfrentamiento capaz de
llevarnos a una guerra. Pero si que la envidia sigue siendo uno de los motores
de la vida de los españolitos.
«España no es un país pobre por más que digan. Este es un país de pobres, no se s capta la diferencia. En un país pobre cada cual se arregla con lo que tiene. Aquí no. Aquí cuenta lo que uno tiene, pero cuenta más lo que el vecino tiene o deja de tener». (Página 200)
Y ya puestos a traer desde el pasado
cosas de la actualidad, nos presenta una anécdota sobre la enseñanza religiosa,
que bien podría ponerse en cualquier columna de opinión hoy día, uno de los
pocos momentos en que sale a relucir directamente la ironía de Eduardo Mendoza.
«Por la tarde los estudiantes católicos se han manifestado en la Puerta del Sol contra la supresión de la enseñanza religiosa. Y yo me digo: si ya son católicos ¿para qué quieren la doctrina?». (Página 220)
Museo del Prado (Madrid) |
Una de las partes que más he disfrutado
de la novela, es la que tiene que ver con el mundo del
arte.
Tal vez para algunos sea una distracción de la trama principal, pero
curiosamente he disfrutado casi más con los meandros de esta trama, que con la
trama principal en sí.
Porque Eduardo Mendoza aprovechando el
amor de Anthony Whitelands por Diego de Velázquez, nos da una y otra vez
repasos a la obra del autor, fundamentalmente a la que está en el Museo del
Prado.
Es muy curioso que unos días antes de a
lectura realizase una visita con Carpetania al Museo del Prado y algunas de las
obras que allí nos comentaron fueron los cuadros de enanos de Diego de
Velázquez. Cuadros que también llaman poderosamente la atención del autor y en
los que se detiene. Tenerlos tan frescos en la memoria, me ha permitido revivir
esas imágenes y de paso disfrutar más del libro.
No se limita a esos cuadros, que nos contará
también la historia de La Venus del
espejo, un cuadro de un desnudo totalmente inusual en la pintura española
de aquella época. Y junto a la Venus, desfilarán también algunas de las más
importantes obras del famoso pintor, que entre paréntesis, es también uno de
mis favoritos.
Y ya puestos con el arte, el famosísimo
en Madrid Cristo de Medinacelli, no escapa a la ironía del autor a la hora de
utilizar dicha imagen para hacer un retrato no muy benigno, del pueblo español:
«Sin restar mérito artístico a la escultura,
la actitud del personaje, su ropaje suntuoso y sobre todo su cabellera de pelo
natural le conferían aire de tenorio y de embaucador. Quizás era ese, había
pensando entonces, lo que infundía confianza al vulgo: la divinidad encarnada
en un chulo barriobajero».
OPINIÓN
PERSONAL
Al final este libro
me ha dejado una sensación agridulce, con la impresión de que el autor ha
jugado con demasiados palos que lanza al aire como los malabaristas, y si bien
ninguno se le cae al suelo, no te permite centrar en ninguno en concreto y
sobre todo hacen que la novela tenga
un ritmo muy irregular.
Algo que quizás sea también debido a la
mezcla de estilos, pues además de una novela histórica, una novela sobre el
arte, una novela costumbrista, novela de espías, novela de acción, novela
romántica, es también y sobre todo un esperpento, con personajes
realmente curiosos, que van desde nobles damas apasionadas, prostitutas
juveniles, marchantes de arte, espías soviéticos, enanos, conserjes de hotel
que son meros figurantes, unido a escenas casi de vodevil con entradas y
salidas, momentos de amores folletinescos…
Ese tono esperpéntico se refleja en los
propios nombres que da a alguno de sus personajes, comenzando por el apellido
del protagonista Whitelands (Tierras blancas), el marchante de arte Pedro
Teacher (profesor), los nombres de los policías Marranón (sin comentarios) o
Cosculluela (ministro de obras públicas con Felipe González), el duque de la
Igualada (hablando de la lucha de clases), etc
Quizás lo peor sea
para mí su protagonista, Anthony Whitelands. Porque en todo momento, aunque
quizás sea ese el propósito del autor, parece fuera de lugar, con un despiste
que le lleva a constantes meteduras de pata que en algunos casos me parecen un
tanto forzadas. Además la personalidad amoral que practica, en que le da igual
tirarse a una niña que a una dama de alta alcurnia, el caso es tirarse algo,
hacen que no pueda empatizar con él.
Tampoco
termina de gustarme el título de la novela, porque parece más un mal chiste
de Mourinho que algo relacionado con la novela, porque en ningún caso se trata
de algo tan banal como una riña, pues a fin de cuentas desembocó en una guerra,
ni queda claro quiénes son los gatos, salvo que los madrileños sean esos gatos
a los que se refiere (es una manera de llaman a los de Madrid).
También he echado de menos ese humor
sarcástico de Eduardo Mendoza, que solo aparece a leves pinceladas, como alguna
de las aquí citadas o como la siguiente:
«Los anglicanos nunca bendecimos la mesa y, en justo castigo, en Inglaterra se come muy mal». (Página 45)
A pesar de todos los puntos negativos de
los que he hablado, esos pasajes del arte, la descripción de los paisajes
madrileños, o incluso toda la trama política que acompaña la novela, han hecho
que haya disfrutado de la novela, si bien es verdad que podía haber dado más de
sí, que Riñas de
gatos
esté lejos de ser una obra maestra, si bien puedo
recomendaros su lectura.
VALORACIÓN: 7/10
A mí me gustó
ResponderEliminarEs un escritor qeu me gusta, pero llevo tiempo sin leer nada suyo. Ya va siendo hora de acercarme a sus últimas novelas. Pero ya veo que es mejor que con ésta, mejor no tenga las expectativas altas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me gusta mucho el autor, no he leído este porque tengo otros suyos antes en lista para leer, pero caerá.
ResponderEliminarBesotes
A mi me gustó cuando la leí en su momento y eso que yo no conozca la zona como tú, que has podido revivir esos paseos por la zona. Un abrazo
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