La casa alemana
Annete Hess
Título: La casa alemana
Autor: Annete Hess
Traducción:
María José Díez Pérez
Editorial: Planeta, 2019
Encuadernación: Tapa dura
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 460
Editorial: Planeta (Booket), 2020
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 464
PVP: 12,95 €
Esto es lo que la editorial nos cuenta
de la autora:
Nacida en Hannover, empezó su carrera
estudiando pintura y diseño de interiores. Ha trabajado como periodista,
asistente de dirección y guionista. Desde 1998 escribe fundamentalmente para
cine y televisión y es la creadora de las exitosas series Weissensee y Ku’damm
56/59. Ha recibido el premio Grimme y el Premio de la Televisión Alemana.
El salto del cine a la literatura con La
casa alemana ha encumbrado a Annete Hess entre los autores de mayor éxito de su
país en los últimos años. La novela se encuentra en proceso de traducción en
veinte países, mientras se negocian los derechos de adaptación cinematográfica
y televisiva.
ARGUMENTO de LA CASA ALEMANA
Frankfurt año 1963. Va a celebrarse el
primer juicio de Auschwitz y el azar hace que Eva Bruhns, una joven traductora
de polaco intervenga en el juicio como intérprete pese a la oposición frontal
de su familia.
Allí descubrirá el pasado reciente de su
país y de su propia familia, propietaria de un restaurante, La casa alemana.
LA CASA
ALEMANA
La literatura ha tratado muy
extensamente el tema de los nazis en los campos de concentración alemanes, con
algunos libros de ficción que han sido auténticos betsellers:
-El diario de Ana Frank (Ana Frank)
-La llave de Sara (Tatiana Rosmay)
-La ladrona de libros (Markus Zusac)
-El niño del pijama de rayas (John
Boyne)
-La bibliotecaria de Auschwitz (Antonio
G. Iturbe)
-Un saco de canicas ((Joseph Joffo)
-Todo lo que cabe en los bolsillos (Eva
Weaber)
-28 días (David Saffier)
-El pianista del gueto de Varsovia
(Wladyslaw Szpilman)
Son solo algunos ejemplos, porque la
lista es muy extensa. Sin embargo tienen todos una cosa en común: se nos narra
siempre desde el punto de vista judío, bien de un modo directo por un
superviviente (o a través de su vivencia como en el caso de El diario de Ana
Frank) o por uno de sus familiares.
Pero ¿Qué hay del punto de vista alemán?
Solo recuerdo una novela en que se abordase, si bien no era el tema principal o
único de la misma: El lector de Bernhard Schlink.
Da la impresión de que es cierto lo que
dice en la novela David Miller, un judío canadiense adscrito a la fiscalía
general durante el proceso de Auschwitz:
«Para ustedes, los hombrecitos vestidos de marrón llegaron en una nave espacial y aterrizaron el Alemania en el 33, ¿verdad? Y en el 45 se marcharon, después de imponerles el fascismo a ustedes, pobres alemanes». (Página 43)
Apenas han pasado veinte años del final
de la segunda guerra mundial y parece que dicha guerra hubiese ocurrido siglos atrás.
Y s en algún momento aparece algo, enseguida se intenta imponer como bien general
el borrón y cuenta nueva:
«Eva se sentó a la mesa de la cocina, abrió los periódicos y se puso a leer. Sobre todo, decían, era preciso hacer borrón y cuenta nueva de una vez. Los veintiún acusados eran padres de familia inofensivos, abuelos y ciudadanos honrados y trabajadores, todos los cuales habían pasado por los procesos de desnazificación sin que se descubriese ninguna anomalía». (Página 82)
El pasado estorba (en algunos casos más
que otros) y nada mejor que dejarlo atrás enterrado y bien tapado:
«-Deja el pasado en el pasado, Eva. Será lo mejor, créeme». (Página 84)
Y en medio, atrapada por la necesidad de
saber y el miedo a conocer la verdad, se encuentra Eva, una joven que no guarda
recuerdos de la guerra, en la que ella apenas era una cría:
«¿Qué tenía ella que ver con ese proceso, con ese mundo que pertenecía al pasado?» (Página 117)
Pero a pesar de la oposición familiar
decide estar presente en el juicio y participar como intérprete. Un juicio en
el que observa a los testigos luchando contra el miedo a sus recuerdos mientras
declaran y la desfachatez con la que los acusados niegan unas acusaciones que
cada vez muestran más a las claras el horror de lo ocurrido:
«Detrás tienen a esos cerdos trajeados, sentados cómodamente, que se ríen, miran hacia otro lado y dicen “¡Mientes! ¡Eso es mentira! ¡Son todo calumnias”. O peor aún. “¡Eso es mentira!” Y los testigos aguantan y, pese a todo, cuentan que los trataron como si fuesen animales, como ganado que va al matadero, como basura». (Página 286)
¿Es el juicio sobre los sucesos del
campo de concentración de Auschwitz una lucha contra el mal? Difícil pregunta.
Porque eso nos llevará a preguntarnos qué es el mal
«-¿Por qué no vas a escuchar una vez?-Porque ahí dentro está el mal.(…)-Eso no es verdad, Jürgen, ahí dentro no está el mal, Ni ningún demonio. Tan solo hay personas. Y eso es precisamente lo malo». (Página 290)
No esperéis en La casa alemana una novela al
uso sobre el holocausto judío, porque no lo es. No es una detallada y minuciosa
descripción de lo que se hizo en el campo de exterminio de Auschwitz. Apenas se
dan unas pinceladas a través de extractos delas declaraciones de algunos
supervivientes (tomadas del juicio real), suficientes para hacernos una idea
(por supuesto mucho más liviana que la realidad)
«Desde hacía meses oía lo que había sucedido en ese campo, día y noche. Por boca de los testigos salían cada vez más palabras; las voces recorrían a Eva y tomaban forma en ella como si de un coro se tratase: era el infierno, creado y explotado por personas. Y desde hacía meses oía decir a los acusados que no sabían nada». (Página 328)
En realidad lo que vamos a encontrar es
una reflexión sobre la culpa y sobre el perdón, sobre la necesidad de saber la
verdad, sobre el silencio culpable y cómplice de todo un pueblo.
Y más aún, porque nos lleva a ver el
papel de la mujer en la sociedad alemana en aquellos años de principios de la
década de los sesenta, en la que tampoco se diferenciaba tanto de la del pueblo
español.
Eva es una valiente que una vez
conseguido su trabajo no quiere abandonarlo y someterse a la voluntad de un
marido que decida por ella y la tenga todo el día en casa dedicada a labores
domésticas.
También una novela sobre las relaciones
padres e hijos y los secretos que en muchas ocasiones se ocultan en las mismas.
OPINIÓN
PERSONAL
Portada alemana de la novela |
La casa alemana es una novela
que me ha dado más y menos de lo que esperaba. Menos porque esperaba una novela
mucho más adictiva y con más ritmo. Pero por otra parte me ha dado mucho más,
porque es una novela que permanentemente te obliga a reflexionar sobre tus
propios conceptos del bien, del mal y del perdón. Porque por una parte es muy
fácil juzgar (y condenar) a los responsables de aquel genocidio, pero la cosa
se complica cuando se trata de juzgar a los que en el fondo se limitaron a
mirar hacia otro lado, a muchos que en el fondo su única idea era la de pasar
desapercibidos frente a la maquinaria asesina nazi y sobrevivir.
También nos lleva hacia una pregunta con
difícil respuesta. Puesto que el perdón es un requisito para la reconciliación
de un pueblo y seguir adelante ¿es posible perdonar y olvidar? ¿No es el olvido
una manera de condenarnos a volver a vivir la misma historia?
Leyendo la novela, da la impresión de
que el olvido es solo un mecanismo de defensa de los culpables para salir
indemnes de su responsabilidad al mismo tiempo que un agravio para los que
fueron damnificados.
Como da también la impresión de que
salvo un puñado de idealistas que querían justicia, la mala conciencia del
pueblo alemán era la que quería pasar página sin pedir siquiera perdón.
Puesto que la novela no se apoya en la
fuerza de una historia sobre el propio campo de Auswitchz, ha de hacerlo sobre
los personajes. Los personajes de La casa alemana están muy conseguidos, desde
Eva Bruhns la protagonista, que va ganando fuerza a medida que va avanzando la
novela y su personalidad va afianzándose, pasando por su novio Jürgen
Schoormann un rico empresario alemán de la venga por catálogos, a su hermana Annegret
Bruhns, una enfermera que busca de cualquier manera el sentirse querida y
necesitada, al matrimonio Bruhns con su restaurante y sus secretos del pasado.
Una novela sobre un juicio, pero que en
ningún momento podremos confundir con un thriller legal. Una novela que nos
descubrirá el alma del pueblo alemán veinte años después de terminar la segunda
guerra mundial.
Una historia que, a pesar de estar tan
alejada de nosotros por historia, tiempo y lugar, nos hará reflexionar sobre
nuestra situación actual y nuestra posición en la sociedad.
VALORACIÓN: 8/10
Si quieres comprar el libro pincha en la imagen correspondiente.
Una novela que va ganando según va avanzando. Besos.
ResponderEliminarCuando leí "El jardín de Dachau", me gustó precisamente porque hablaba desde el punto de vista alemán, que ya era hora, por otro lado =)
ResponderEliminarAsí que me apunto este sin pensarlo.
Besotes
Yo llevo leídas las 2/3 partes y me está gustando mucho. Tras leer tu reseña no esperaba una novela con mucho ritmo, quizá por eso no me ha decepcionado.
ResponderEliminar