El último barco
Domingo Villar
Título: El último barco
Autor: Domingo Villar
Editorial:
Siruela, 2019
Encuadernación:
Tapa blanda
Páginas: 711
DOMINGO VILLAR
Esto
es lo que la editorial nos cuenta del autor:
Domingo Villar (Vigo, 1971) inauguró con Ojos de agua la exitosa serie protagonizada por el inspector Leo
Caldas. El segundo título, La
playa de los ahogados, supuso su
consagración en el panorama internacional de la novela negra, obteniendo
excelentes críticas y ventas. En 2019 se publica El último barco, el esperado regreso del inspector Caldas. La serie ha sido
traducida a más de 15 idiomas y ha cosechado un gran número de premios, entre
los que caben destacar el Novelpol en dos ocasiones, el Antón Losada Diéguez,
el Premio Sintagma, el Premio Brigada 21, el Frei Martín Sarmiento, Libro del
Año de la Federación de Libreros de Galicia. También ha sido finalista de los
Crime Thriller Awards y Dagger International en el Reino Unido, del premio Le
Point du Polar Européen en Francia y del premio Martin Beck de la Academia Sueca
de Novela Negra.
Estas
son las novelas del autor con reseña en este blog:
ARGUMENTO de EL ÚLTIMO
BARCO
Un padre denuncia la desaparición de su
hija. El problema es que su hija no es una adolescente (ya pasa de los treinta
años), ni hay rastros de lucha en su casa y fue vista tomando el barco hacia
Vigo. Además han pasado ya cinco días desde su desaparición, por lo que las
pistas están difuminadas.
Pero como el padre es un importante e
influyente médico de Vigo, la maquinaria de la investigación se pone en marcha.
EL ÚLTIMO BARCO
El último barco compone parte de una serie de novelas
que tienen como protagonista a Leo Caldas y Rafael Estévez. Dicha serie está
formada por las siguientes novelas:
-Ojos
de agua
-La
playa de los ahogados
-El
último barco
Hace años, cuando escribí la reseña de La playa de los ahogados, la titulaba
como “novela negra entre las brumas gallegas”, porque en ese
momento casi era una novedad ese tipo de literatura. Una novela con
protagonistas gallegos y ambientada en Galicia, concretamente en Vigo (que
aparezca Santiago de Compostela no es tan raro, que el camino de Santiago es
muy novelesco de por si).
Algo que dejó de ser novedad, pues ya
podemos encontrar unas cuantas novelas cuyo escenario es Vigo, sin ir más lejos
algunas de las escritas por Pedro Feijoo, como Los hijos del mar.
Una novela gallega no solo por su
ubicación y sus protagonistas, sino por la propia ambientación de la misma,
impregnada en todo momento del sentimiento y el modo de pensar de los gallegos.
El único personaje de las mismas que no es gallego, es Rafael Estévez, el
compañero de Leo Caldas que sirve con su origen aragonés para poner un
contrapunto al modo de hacer las cosas en Galicia. Un hombre que se sube por
las paredes cada vez que tiene que interrogar a alguien, como dejaba muy claro
en La playa de los ahogados:
No sé para qué coño
pregunto nada a esta gente. Perdone jefe -se disculpó-. A veces se me olvida
que es usted uno de ellos. (La playa de los ahogados. Página 35)
Ni siquiera llevar un tiempo ya en Vigo le ha acostumbrado a ello.
Lo suyo no son los circunloquios ni las indefiniciones:
-¿Le importa si no le acompaño? Es pronto para que me empiecen a tocar los cojones con titubeos. Francamente, no estoy de humor». (Página 226)
Con todo, a Estévez con su simplicidad y
su fuerza bruta, no puede menos que cogérsele cariño. Algo que tiene muy claro
Leo, que ante la pregunta de su padre de si no era una especie de ogro tarado,
no puede por menos que contestarle:
«-¿Estévez? –sonrió Caldas-. Es impaciente y si se cabrea no se sabe controlar, pero en el fondo es un cacho de pan». (Página 353)
Es curioso, Leo Caldas es el gran
protagonista de la novela y de la serie, y sin embargo apenas aparece retratado
su carácter por el autor en la misma. Lo más próximo a esa definición lo
podemos encontrar en La playa de los ahogados, en la que nos muestra como la suya es una mirada muy humana sobre el crimen y
los criminales:
«Había mirado muchas veces a los ojos de los asesinos y sabía que eran idénticos a los de los demás. El crimen era humano, cualquiera podía matar». (Página 387)
Iglesia de Tirán |
No es un héroe de acción. Pero tampoco
es uno de esos detectives al estilo Poirot que lo resuelve todo sentado en un
butacón dándole a las neuronas. Lo suyo me parece mucho más realista, pues sus
éxitos se deben al trabajo. Trabajar, trabajar y seguir trabajando tirando de
un hilo detrás de otro en busca de la pista que lleve a la resolución del caso,
por más que como ocurre en esta novela todo parezca ponerse en contra: una
denuncia por desaparición cinco días después de haberse producido, el registro
de llamadas de un móvil que no termina de llegar, el visionado de unas cámaras
que no terminan de mostrar imágenes claras…
Un trabajo que como nos dice el propio
Caldas nada tiene que ver con las novelas negras (a propósito de una que se
cita en este libro (una sorpresa porque se trata de una grandísima novela de un
autor no español que a mi me encanta: Dennis Lehane y Cualquier otro día) en las que al
final ganan los buenos y acaban devolviendo un poco de orden al caos. Él sabe
que no es así:
«Podías resolver un caso, pero rara vez podías recomponer lo que se había resquebrajado en el camino». (Página 668)
Playa de Tirán |
Una diferencia entre la ficción y la
realidad que el propio padre de Leo le hace tener muy presente en sus consejos.
«-Pues deberías buscarte a alguien tú también Leo. Lo de querer y esperar está muy bien para las novelas, pero en la vida real hace falta calor». (Página 366)
Y acabo de llegar a uno de esos
secundarios de lujo que hay en la novela: el padre de Leo Caldas y su gran
afición (al margen de poner al día su “libro de los idiotas” en el que apunta a
todos los que merecen ser tildados de tal): sus viñas y la elaboración de su
vino.
Una visión de la vida desde la madurez
que acompaña todas sus reflexiones en las conversaciones que mantiene con su
hijo:
«Tú eres policía, Leo, es lógico que te preocupen esas cosas, pero a mí me preocupa que las viñas arranquen bien y que llueva lo que tiene que llover cuando llegue la primavera. Puedo convivir con el miedo a morirme, pero no quiero tener también miedo a vivir». (Página 362)
OPINIÓN
PERSONAL
Foto en Instagram de El Búho entre libros |
Ocho años de espera son muchos años. De ahí
que con tanto tiempo transcurrido, se haya ido mitificando el recuerdo de la
novela anterior y las expectativas ante el lanzamiento de la nueva novela sean
altísimos, de ahí que el riesgo de batacazo en su lectura pueda ser tremendo.
Una vez leída la novela, puedo deciros
que, pese a partir con el listón muy alto, la novela no me ha defraudado y es
una de las que voy a estar recomendando todo el año. Una serie que va creciendo
novela a novela. Cada una más larga que la anterior, pues pasamos de las 208 de
Ojos de agua a las 448 de La playa de los ahogados y las 706 de El último barco.
Muchas páginas sí, aunque también hay
que decir que en realidad son bastantes menos, pues está compuesta por muchos
capítulos, cada uno de los cuales arranca con la definición de una palabra, con
lo cual casi media página ya se ha ido ahí.
No es que sea importante, pero lo digo
más que nada por aquellos que se asustan ante un número tan elevado de páginas,
aunque cuando lo leáis os sorprenderéis de lo rápido que avanzáis en su
lectura.
Sorprendente, porque El último barco está muy lejos
de ser un thriller o de tener mucha acción. De hecho, cuando llevas doscientas
o trescientas páginas, te para a pensar qué ha pasado y en realidad no han
sucedido muchas ni grandes cosas.
¿El truco? La perfecta ambientación que
nos hace de la costa gallega en la que transcurre la acción, ese clima tan real
que consigue crear con sus personajes y una descripción muy realista de cómo
transcurre una investigación policial, narrada de un modo detallado.
Una investigación que se nos muestra en
su día a día desde el punto de vista del inspector Leo Caldas, aunque no esté
narrada en primera persona. Así que sabremos lo mismo que él sabe, lo que va
descubriendo y lo que va pensando, hasta una resolución del caso muy
conseguida.
Ambientación y personajes como decía.
Pues aunque Leo Caldas sea el protagonista indiscutible, la novela está llena
de personajes, comenzando por su compañero Rafael Estévez, todo un contrapunto
al carácter gallego, el padre de Leo con la filosofía que le dan sus años y
todos los integrantes de la comisaría y de la Escuela Municipal de Artes y
Oficios.
Todo ello convierte a El último barco en una novela imprescindible para los amantes del género negro. Espero que la
próxima novela de Domingo Villar no se demore tanto.
VALORACIÓN: 9/10
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La verdad es que disfruté muchísimo con los otros dos títulos de esta serie. Me chiflaba el brutote de Rafael y el estilo taciturno de Leo, además de ese saborcillo a tierras gallegas que se respira en toda la novela. No pensé que esta fuera a ser la definitiva, ¡habían anunciado ya tantas veces la publicación de este libro...! Me haré con él, que además a mi madre también le gusta la serie mucho.
ResponderEliminar¡Buen fin de semana!
Estaba esperando tu reseña de esta novela como agua de mayo (o de abril, jaja) porque ese cambio en la cantidad de páginas me había sorprendido. Me gustó mucho la anterior y me preocupaba esa tendencia que hay de rellenar las novelas con textos que no aportan nada. De modo, que me quedo tranquila. Me haré con ella :)
ResponderEliminarBs.
Todavía no me he estrenado con este hombre! Ya va tocando.
ResponderEliminarBesotes
Me encantaron las dos primeras y por lo que cuentas, también voy a disfrutar mucho con esta novela, que tanto se ha hecho de esperar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Deseando estoy de poder leerla, sus anteriores novelas me encantaron!!
ResponderEliminarTe he leído pero de medio lado, que estoy con ella. Y como bien dices, se lee mucho más rápido de lo que se pueda pensar a priori. Hasta el momento me está gustando mucho. Besos.
ResponderEliminarLo compré el mismo dia que salió publicado. Larga ha sido la espera, pero no me ha decepcionado. Lo recomiendo encarecidamente.
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