Moravia
Marcelo Luján
Título: Moravia
Autor: Marcelo
Luján
Editorial: Salto de Página, 2017
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 171
MARCELO LUJÁN
Esto es lo que la editorial nos cuenta
de él:
Marcelo Luján nació en Buenos Aires en 1973 y vive en Madrid
desde principios de 2001. Publicó las colecciones de relatos Flores para Irene, En algún cielo y El desvío; los libros de prosa poética Arder en el invierno y Pequeños pies inblases; y la novela La mala espera y Moravia. Parte de su obra fue traducida, formó
parte de campañas de fomento a la lectura, y obtuvo varios premios, entre los
que se destacan el Premio Santa Cruz de Tenerife 2003, el Premio Ciudad de
Alcalá de Narrativa 2006, el Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián de Cuento en
Castellano 2007, o el Ciudad de Getafe de Novela Negra 2009 con Subsuelo que es su tercera novela.
ARGUMENTO de MORAVIA
En febrero de 1950 Juan Kosic decide
volver a su tierra, a un pueblo del interior de la Argentina del que salió
huyendo en busca de una vida totalmente diferente, despreciado por una madre
que lo consideraba un inútil y un vago.
Pero en Estados Unidos gracias a su gran
talento y habilidad como bandoneonista ha ganado fama y mucho dinero. Y ahora
vuelve para demostrar a su madre que él ha triunfado allá donde ella lo
despreció.
MORAVIA
Publicada en el 2012 y reeditada por Salto de Página en el 2017, es difícil catalogar Moravia en un género determinado
porque bebe de muchos de ellos. Si nos ceñimos a las páginas finales es sin
duda una novela griega, pero hasta llegar allí es muchas otras cosas,
comenzando por una novela histórica que nos narra cómo era la Argentina de los
años 50 y cómo era la Europa de principios del siglo XX, con la emigración
forzada de muchos europeos hacia Argentina en busca de una vida en principio
mejor.
«Juan Kosic era hijo de checoslovacos moravos que habían emigrado a Argentina en 1906, cuando Checoslovaquia todavía no se llamaba así y los Países Checos, hegemonizados en Bohemia, Moravia y Silesia, formaban parte del Imperio Austrohúngaro». (Página 25)
Mezcla pues de novela negra y novela
histórica, con elementos de road movie con ese viaje en tren a través de una
Argentina cada vez más diferente a medida que se alejan del gran Buenos Aires
camino de un pueblo perdido en el interior, fin de trayecto para sus viajeros y
para Joan Kosic.
Pero al mismo tiempo Moravia tiene las
formas y el tremendismo de una tragedia griega o de un auto sacramental, que de
ambos tiene elementos.
Todo ello narrado en menos de doscientas
páginas que van creando en el lector una tensión creciente que explotan en un
final que te impide respirar por su tremendismo.
Lo sorprendente es que toda la novela
parte de un suelto, de una noticia policía que aparece en el texto de Camús de El
extranjero (un texto que podemos leer al final de la novela, algo que
os recomiendo que NO hagáis hasta acabarla). Apenas unas líneas que sin embargo
son el germen de esta novela.
Lo cierto es que esta novela también va
de extranjeros, de un Juan Kosic que deja su tierra y pasa a ser un extranjero,
para volver a ella por fin convertido en un extranjero en su propia tierra.
Rico, sí, pero un extranjero para los que con él se cruzan.
Volver, como decía el famoso tango
argentino, esos tangos que le han llevado a la fama
«Volver para decir acá tienen: acá estoy, este soy yo y eso son ustedes». (Página 40)
Pero ese regreso va más allá del deseo
de volver a su tierra. Los modos y las maneras en que pretende hacerlo, presentándose
de incógnito ante su madre y su hermana, de las que no ha vuelto a tener noticias
desde que se fue, van más allá, como bien intuye su esposa:
«Y ella entendió que la vieja promesa de su esposo no había sido nunca el simple y llano regreso: no radicaba solamente en volver siendo un hombre venturoso y por qué no afortunado, cumplirla, tal y como se lo había prometido, acarrearía algunos movimientos más». (Página 27)
Y van más allá porque su madre no es una
madre cualquiera. ¿Acaso alguien puede dudar de que su madre pueda reconocerlo?
Juan está convencido de que será así, de que su madre será incapaz de reconocerlo
porque nunca se sintió querido ni tratado como un hijo.
«-Te van a reconocer –añadió ella-: una madre siempre reconoce a sus hijos.-Mi madre no es como las demás madres: no me reconocerá».
IMPRESIÓN PERSONAL
Parece que sólo los grandes “tochos”
pueden ser grandes novelas. De tamaño por supuesto, pero a mí cada vez me
gustan más las novelas cortas, aquellas capaces de comprimir la trama en pocas
páginas. Moravia es una de ellas, pues no necesita llegar a las doscientas
páginas para sumergir al lector en un universo muy peculiar, con descripciones
que nos sumergen en una sensación de estar leyendo una película, tal es el modo
con el que las palabras nos conectan con imágenes fotográficas de nuestros
recuerdos. Una condensación que nos lleva a unas páginas finales espeluznantes,
terroríficas que estoy convencido no dejarán a ningún lector indiferente. Unas
páginas en las que la brutalidad de los seres humanos hace acto de presencia de
un modo inesperado. Por más que la novela te vaya preparando a un final que
esperas sorpresivo, nada frenará el impacto de unos hechos, narrados con una
concisión tal, con el mínimo número de palabras, que hacen que aún resulten más
impactantes.
Un libro que os recomiendo y que,
precisamente por su brevedad, no dará la pereza de esas grandes novelas que
sabemos que requieren mucho tiempo para terminarlas.
Lectura facilitada por la Biblioteca Municipal de Móstoles
Lectura facilitada por la Biblioteca Municipal de Móstoles
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No pinta mal. Lo apunto :)
ResponderEliminarBs.
A mi el sólo hecho de que la firme Luján ya es motivo de sobra para leerla.
ResponderEliminarBesos.
Mmmmmm, puede que me anime, si...venga, anotado queda.
ResponderEliminarBesitos.
Ya me dejaste con ganas cuando me hablaste de ella hace unas semanas.
ResponderEliminarBesos.
Mmmmm... me la llevo, puede ser interesante =)
ResponderEliminarBesotes
Pues no me sonaba de nada. Y pinta la mar de bien. La tendré muy en cuenta.
ResponderEliminarBesotes!!!