Recursos inhumanos
Pierre Lemaitre
Título: Recursos inhumanos
Autor: Pierre Lemaitre
Traducción: Juan
Carlos Durán Romero
Editorial:
Alfaguara, 2017
Encuadernación:
Tapa blanda
Páginas: 389
PIERRE LEMAITRE
De este autor
francés, nos cuenta la editorial
Pierre Lemaitre nació en París en 1951. Antes de ganar el
Premio Goncourt 2013 con su novela Nos vemos allá arriba, ya era un escritor de renombre en el
género de la novela policiaca. Con Irène (2006, Alfaguara 2015, Premio a la
Primera Novela Policiaca del Festival de Cine Policiaco de Cognac y fue
considerada Mejor Novela Negra del Año por El Periódico de Cataluña)
inició la serie protagonizada por el comandante Camille Verhoeven, que incluye Alex (Alfaguara 2015, ganadora del Dagger Award 2013 junto a Fred
Vargas y del Premio de Lectores de Novela Negra de Livre de Poche 2012 y uno de
los libros del año según el Financial Times, en curso de adaptación al
cine por James B. Harris, con guion del propio Lemaitre), Rosy & John (Alfaguara 2016) y Camille (ganadora del Dagger Award 2015).
Fuera de la serie llegaron, con una
extraordinaria recepción por parte del público y de la crítica, Vestido
de novia (Alfaguara 2014, Premio del Salon du Polar 2009
y Premio Best Novel Valencia Negra, en curso de adaptación al cine) y Recursos inhumanos (2010, de próxima publicación en Alfaguara).
Además del Goncourt y de los dos Dagger Awards, ha obtenido
el Premio de Novela Negra Europea, el Premio a la Mejor Novela Francesa 2013 de
la revista Lire, el Premio Roman France Télévisions y el Premio de los
Libreros de Nancy-Le Point, y su obra, con más de tres millones de lectores,
está siendo traducida a dieciocho idiomas.
De
este autor puedes encontrar la reseña de dos novelas en este blog:
ARGUMENTO DE RECURSOS INHUMANOS
«Me llamo Alain Delambre y tengo cincuenta y siete años.Soy un directivo en paro.(…)Antes era director de recursos humanos en una empresa de casi doscientos empleados, Era responsable del personal, de la formación, controlaba los salarios y representaba a la dirección ante el comité de empresa».
Pero llegó la crisis, una fusión y con
ella se va al paro. Su búsqueda de trabajo es infructuosa, por lo que termina
empleado en cualquier cosa con tal de hacer algo y así acaba de empaquetador en
una empresa farmacéutica.
«Cuando pienso en todo lo que he tenido que pasar para llegar aquí, crece dentro de mí una cólera terrible. Solo falta que encima piense en los años que me esperan, en el porcentaje de cotización que voy a perder, en la bajada de mi pensión, en el abatimiento que a veces nos inunda a Nicole y a mí. No debo darle vueltas a todo eso porque, a pesar de mi ciática, se me pone un humor de terrorista». (Página 18)
En el momento en que peor lo está
pasando, vuelve a surgir la esperanza. Es convocado para una entrevista en una
gran empresa en la que parece si le van a poder contratar. Pondrá todo lo
habido y por haber de su parte para asegurarse que el puesto será suyo.
RECURSOS INHUMANOS
Por una vez, y sin que sirva de
precedente, me parece mucho más acertado el título que han puesto a la novela
en España que el original. No termino de pillarle el sentido a ese Cadres noirs (marcos negros).
Por el contrario, ese Recursos inhumanos es un hábil juego de palabras con esos
departamentos encargados en las empresas de gestionar al personal de la misma,
sobre los que cae en última instancia la responsabilidad en última instancia de
poner en la calle a quién le ordene dirección.
El punto de partida de Recursos inhumanos es el paro. Ese es su comienzo, el de un hombre que al final
de su carrera es puesto de patitas en la calle por su empresa y que trata por
todos los medios de volverá a la actividad. Un hombre que no se resigna a ser
un parado más y que trabaja en trabajos muy por debajo de su capacidad:
«Algunos terroristas lanzan camiones llenos de explosivos sobre los colegios, otros colocan bombas llenas de metralla en los aeropuertos, yo siento una extraña connivencia con ellos. Pero en lugar de hacer algo así, me dejo tomar el pelo. Caigo en la trampa una y otra vez. ¿Un anuncio? Respondo. ¿Exámenes? Hago los exámenes. ¿Entrevistas? Me presento a las entrevistas. ¿Hay que esperar? Espero. ¿Hay que volver? Vuelvo. Me adapto. Con tipos como yo, el sistema puede durar eternamente». (Página 42)
Una visión muy realista, a la vez que
muy triste de lo que supone en una sociedad como la nuestra ser un parado.
Visto no desde fuera, sino desde la propia óptica del afectado.
«Lo que es difícil no es ser un parado, es continuar viviendo en una sociedad que se basa en la economía de trabajo. Allá donde mires, solo ves lo que te falta». (Página 46)
Un realismo que desciende hasta detalles
muy concretos pero muy reales. No os podéis imaginar lo duro que puede resultar
para alguien cuyo “uniforme” de trabajo eran la chaqueta y la corbata, abrir su
armario:
«Era el único papá al que se le podían regalar corbatas el día del Padre sin temor a caer siempre en lo mismo. (…) Tenía cuatro trajes. Algún tiempo después de mi despido, Nicole empezó a insistir en que tirara los más viejos, pero no me decidía». (Página 96)
Es pues muy fácil, sobre todo si tienes
muchos puntos de coincidencia con el protagonista, empatizar con el
protagonista. Por lo menos en un primer momento, porque pasado ese arranque, la
actitud y las decisiones que comienza a tomar este hombre, escapan en muchos
casos a lo aparentemente racional.
«Ahora bien, es muy fácil juzgar sus hechos como los de un loco. Quizás porque en el fondo lo está, por lo menos en parte. Y de eso se están sirviendo las empresas, porque si su ejemplo cundiera, mucho tendrían que pensárselo a la hora de tomar algunas decisiones:«No soy un gánster, joder, ¡sólo intento sobrevivir!» (Página 280)
Frente a él, aparece la figura de un
directivo modelo. Modelo para algunas empresas, a las que hombres de este
estilo son la base de su poder, lo que las hace ganar mucho dinero:
«Dorfmann es un experto: ha debido de espantar, martirizar, atormentar y empujar al suicidio a un número incalculable de colaboradores, secretarias y consejeros. Toda su persona se resume en un comentario de una realidad simple y clara. Está vivo porque ha matado a los demás». (Página 365)
Dorfmann es el jefe de una gran empresa que
recibe el encargo de “deshacerse” de parte de su personal al mismo tiempo que
contrata a alguien para su departamento de recursos humanos. Para ello tiene
una brillante idea: reunir a los aspirantes a irse a la calle por un lado y
someterlos a un juego de rol (sin que ellos sepan que es tal juego, por
supuesto) durante el cuál serán secuestrados. Y los encargados de controlar,
llevar y evaluar la prueba, serán los aspirantes a ese puesto en recursos
humanos.
Ya os imaginaréis, que las cosas no van
a salir del modo esperado.
La obra se divide en tres partes: antes,
durante y después, siendo ese punto de partida, la prueba de selección. Las dos
primeras están narradas en primera persona por Alain Delambre, el parado
protagonista de la novela y que aspira a un puesto en ese departamento. La
segunda es narrada por Fontana, el hombre de oscuro pasado encargado de
preparar la prueba del falso secuestro.
IMPRESIÓN
PERSONAL
Reconozco que la lectura de este libro
en mi caso, viene un tanto (más bien un mucho) mediatizada por mi propia
situación personal. De ahí que tuviera mucho interés en leer esta novela.
Lo cierto es que no me ha defraudado, y
eso que no tiene nada que ver con lo que en un principio esperaba. Esperaba que
ese durante, la prueba en sí, fuera el meollo de la novela. O dicho de otro
modo, esperaba una novela estilo El método Grönholm en el que los protagonistas aspirantes
a un puesto de trabajo son sometidos a una peculiar prueba encerrados en una
habitación.
Y no, Recursos inhumanos es algo
totalmente diferente. Muy negro. Sin esa chispa de humor como la que se nos
mostraba en Up in the
air
(la película protagonizada por George Clooney en la que un hombre era
contratado para ir despidiendo gente de una empresa a otra)
Más que una novela negra, o una novela
con una batalla psicológica entre los protagonistas, Recursos inhumanos es un
thriller muy original. Desde luego no están a nuestro alcance las soluciones de
este ejecutivo en paro, del que difícilmente podremos compartir su escala de
valores, capaz de poner en peligro a su propia familia, a la que por otra parte
adora, en busca de un bien para el superior: el trabajo.
Leedla. Seguro que la disfrutaréis (y la
sufriréis). Y desde luego, no os dejará indiferentes. Porque como dice la
novela ¿quién no conoce a alguien muy próximo al que el paro se ha llevado por
delante o que incluso se ha afectado de lleno a él mismo?
A mí si viene de Lemaitre, me interesa lo que sea, aunque le de al señor por hablar del apareamiento de los pingüinos. Lo tengo apuntadísimo.
ResponderEliminarBesos.
Todavía no he leído nada de Lemaitre, pero me gustaría comenzar por "Nos vemos ahí arriba" y luego ya veremos. Pero ahora leo tu reseña y me pica la curiosidad porque todos hemos estado en paro alguna vez, todos hemos sentido la desesperación de las entrevistas de trabajo, las pruebas, el cansancio, la invibilidad... Me lo llevo, Pedro. Besos.
ResponderEliminarUn argumento desde luego muy actual. Me vas a hacer que busque prontito este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me encanta el argumento, es tan de hoy, tan de rabiosa actualidad, y has hecho que me entre la ansiedad por leerla, ajajaja. Si, soy carne de adicciones...literarias.
ResponderEliminarUn besito.
Hola Pedro,
ResponderEliminarEs un libro que me apetece muchísimo por varias razones y es que yo también trabajé como responsable de RRHH y tras un ERE me quedé en el paro varios años. Unos años duros en el que (como muchos) tuve que "reiventarme"...
Ya te digo, creo que es un libro que podría valorar mucho por mi propia experiencia.
Un saludo! ;)
Un saludo,
Lemaitre es un autor al que siempre recurro y esta nueva novela me hace ojitos desde que salió...supongo que le dará ese giro que marca su estilo negro negrísimo, así que la disfrutaré seguro.
ResponderEliminarBesitos
He de decir que hasta que no se pronuncia "secuestro", no he puesto una cara mezcla de sorprendido y patidifuso. Vale, la situación de Alain refleja una realidad, la que vivimos todos, donde parece que ser ambicioso y el uso de "el fin justifica los medios" te tachan de mala persona. Los juicios debes hacertelos tú mismo y que carguen a tu conciencia, pues con tanta hipocresía y cinismo, eres un superviviente y al fin y al cabo, habrá mas que actúen como tú y que debas derribar para alcanzar tu meta... y otros débiles, moralmente, que a la mínima se rendirán y que con esa postura, lo tendrán más que crudo si quieren conseguir algo.
ResponderEliminarDorfmann me ha recordado a estos jefazos que se bañan en billetes, que aburrido de su apestosamente vida rica, no encuentra motivación que jugar con las personas como si fueran muñecos, visto lo visto, con su decisión del juego de rol con el secuestro. De ahi todo puede torcerse, y mira que me lo huelo, y aun así, la historia me engancha muchísimo, es un enfoque y una manera de llevarla que desde luego el autor ha arriesgado mucho y pinta como que merecerá mucho la pena.