Deja
en paz al diablo
John Verdon
DATOS TÉCNICOS
Título: Deja en paz al
diablo
Autor: John Verdon
Editorial: Roca Editorial
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 412
PVP: 19,95 €
JOHN VERDON
Se dice que la jubilación es
el comienzo de una nueva etapa en la vida. Algunos se lo toman muy a pecho como
John Verdon,
para el que su jubilación supuso el comienzo de una nueva carrera, en ese caso
como escritor. Un caso que no es único, pues aquí en España tenemos también el
caso de Chufo Llorens, un
autor que ha vendido cientos de miles de ejemplares de sus novelas (Te
daré la tierra es la más vendida), pero que tampoco comenzó a escribir hasta
que le llegó su jubilación.
Muchas similitudes hay entre
el protagonista de sus novelas Dvae Gurney y él mismo, pues después de toda una
vida viviendo en Nueva York, al jubilarse se trasladó al campo, a más de dos
horas de la ciudad para vivir una vida distinta. Lo mismo que hace su detective
al retirarse.
Y al igual que él, es una
persona muy reflexiva y que no puede permanecer demasiado ociosa, por más que
le encante contemplar las estrellas por la noche. Así que cuando no está
escribiendo esas seis horas que le dedica al día, tres a primera hora de
la mañana y tres a última hora de la tarde la, está cortando leña o haciendo
sus propios muebles de madera.
Con un lema: «Hazlo o no lo hagas, pero no lo
intentes.»
Cinco son las novelas que ha
escrito hasta ahora, protagonizadas por el policía retirado Dave Gurney:
-Deja en paz al diablo
-No confíes en Peter Pan
El
buen pastor mata a las ovejas que viajan en Mercedes negro
ARGUMENTO
Dave está aún convaleciente
de las heridas que sufrió en el caso anterior. Unas heridas que le han
lastimado no tanto el cuerpo como el espíritu y le hacen sentirse deprimido y
abatido. Mero nada mejor para olvidarse de tonterías como verse envuelto
nuevamente en acción. Y eso es lo que le ocurre a Dave sin darse cuenta, cuando
una periodista antigua amiga suya le llama para pedir que le eche una mano a su
hija Kim.
A pesar de su juventud e
inexperiencia,a Kim le ha llegado una gran oportunidad para una nueva serie
televisiva de noticias en las que se tratará el caso de un asesino conocido
como El Buen Pastor, que hace diez años mató a seis personas sin que nunca
pudieran echarle el guante ni tener la más mínima pista de quién era. Víctimas
que sólo tenían una cosa en común: conducían Mercedes de color negro. Lo único
que se supo de él fue el manifiesto que dejó tras sus crímenes, como un nuevo
vengador de la sociedad. Pero igual que apareció, desapareció. Un manifiesto
por el que al asesino pasó a llamársele El Buen pastor:
«1.Si el amor al
dinero, que es codicia, es la raíz del mal, se deduce que el mayor bien se
obtendrá con su erradicación. 2. Como la codicia no
existe en el vacío, sino que existe en sus portadores humanos, se deduce que la
forma de erradicar la codicia es erradicar a sus portadores. 3. El
buen pastor selecciona al rebaño, separando la oveja enferma de la oveja sana,
porque está bien detener la extensión de la infección.»
La idea de Kim es
entrevistar a los allegados de los asesinados, a aquellos que tuvieron que
sufrir su pérdida. Un programa que llevará por título “Los herederos
del crimen”. Pero remover un asunto de hace diez años, va a poner de nuevo
en marcha al asesino.
EL LIBRO
Desde el primer momento se
habló de este autor como el último llegado a la novela negra. Y sin embargo,
más que novela negra lo suyo parecían novelas de intriga. De hecho el primer
libro no pudo menos que recordarme a los enrevesados rompecabezas mentales que
montaba Agatha Christie en sus novelas, unos casos que se resolvían más por el
ingenio de sus sagaces inspectores, ya fuera el inspector Hercules Poirot o
Miss Marple, que por un derroche de acción.
Sin embargo, poco a poco la
serie ha ido derivando hacia un lado cada vez más negro, hasta el punto de que
en esta última entrega puede hablarse sin complejos de auténtica novela negra.
No se trata de los casos en sí mismos, de que supogan o no un mayor enredo
mental, sino que tras ellos lo que parece existir es la presencia del mal. El
Mal con mayúsculas.
El mal, señor Gurney. En el fondo de este caso hay un mal increíble. (Página
119)
Hay un sentimiento muy
negativo sobre el fondo de la naturaleza humana, encabezada por unos programas
de televisión que no dejan de ser otra cosa que el fiel reflejo de lo que
somos.
«Esto es... asqueroso.
¿Sabes lo que es, cielo? Es la naturaleza humana.
A mi me suena a odio y codicia.
Exacto. Lo que he dicho: naturaleza humana.» (Página 431)
Además de la trama
principal, la novela es una crítica feroz contra la televisión, o más
concretamente contra una manera de concebir la televisión y la manera de presentar
las noticias, en las que lo de menos es la verdad, sino la obtención de
beneficios gracias a las noticias:
RAM TV era la máxima
responsable de convertir un programa de noticias tradicional en un carnaval
ruidoso, llamativo, hueco, perniciosamente dogmático y alarmista. (Página 20)
Esta a la vanguardia de todo
lo que está mal en los medios de hoy día. Glorifican la agresividad y hacen
virtud de la ignorancia. (Página 103
)
Como podéis ver, una crítica
a la televisión que muy bien pudiera estar hablando de algunos de los programas
estrellas de noticias (que algunos programas como “Sálvame” se consideren a sí
mismos como programas con periodistas que dan noticias de actualidad no deja de
sorprenderme) o cotilleos. Porque lo de glorificar la agresividad y hacer
virtud de la ignorancia parece ser la clave del éxito de muchos de ellos, que
cuanto más bruto y menos sepas, más popular parecer ser.
El protagonista de la serie,
lejos de permanecer estancado en su personalidad, continúa desarrollándose.
Nada tiene que ver el Gurney del primer libro con el que aquí nos encontramos.
Algo por otra parte lógico, porque los acontecimientos que han ido
sucediéndole, harían ilógico que fuera así.
DAVE GURNEY
Como acabo de comentar, el
personaje de Dave Gurney sufre una constante evolución de una novela a otra,
por lo que no está de más echarle un vistazo a como a ido cambiando este
personaje a lo largo de la serie, viendo lo que iba diciendo de él desde la
primera novela.
Se lo que estás
pensando no se trataba solamente de la primera novela de
John Verdon, sino que pretendía ser, como así ha sido, la primera de una serie
de novelas que iban a tener como protagonista a Dave Gurney. Una novela de
intriga que pretende ser el comienzo de una serie, ha de contar con un personaje
central cautivador, de esos que difícilmente se olvidan y por supuesto, de esos
que no se abandonan. Eso es lo que ocurre con Se lo que estás pensando.
Dave Gurney, es un inspector de homicidios retirado tras veinticinco años de
servicio:
«Durante veinticuatro años había estado sumergido hasta el cuello en
asesinatos y caos. La mitad de su vida. Incluso entonces, en su
jubilación... ¿Qué había dicho Madeleine durante la carnicería del
caso Mellery? ¿Que incluso en ese momento la muerte parecía atraerle
con más fuerza que la vida?» (No abras los ojos; Página 267)
Pero su mente no se ha
retirado, quizás porque lo suyo ha sido siempre la búsqueda de los por qués,
una mente abstractiva que en muchos momentos le aleja de los seres que quiere:
«Aún no te has dado
cuenta ¿verdad?
¿De qué?
De que tu cerebro
está tan ocupado en el asesinato, dl caos, la sangre, los monstruos, las
mentiras y los psicópatas, que no te queda sitio para nada más». (No abras
los ojos; Página 159)
Pocas mentes tan introspectivas
nos encontraremos en la literatura de intriga, pero puedo aseguraros que Gurney
puede estar a la altura de algunos genios como Poirot o Sherlock Holmes (por
favor, no me crucifiquéis sus seguidores)
«Se aferraba a la vida como si esta fuera un extraño enigma por resolver. Pero
no todo en la vida era un enigma, habría dicho ella. Había cosas
que se abordaban de otras maneras. Misterios, no enigmas. Cosas que
amar, no que descifrar». (No abras los ojos; Página 98)
Aunque tanta introspección
le hace aislarse de los demás, incluida su mujer, porque ante una intriga o un
problema sin resolver, nada más existe:
«Madelaine le había
dicho en una ocasión que su vida se había reducido a una actitud obsesiva: desentrañar
los misterios en torno a las muertes de otras personas. Nada más,
nada menos, ninguna otra cosa.» (No abras los ojos; Página 88)
El problema para Gurney, es
que él es como es, no puede evitar actuar así, pese a saber que con eso daña a
su mujer y su relación de pareja. Es ante todo, un hombre bueno:
«Era un hombre tan bueno, tan decente y, sin embargo, tan cargado de culpa
por ser humano... Tan torturado por sus errores e imprecisiones (…) Siempre
estaba pensando. Pensando sin tregua en los problemas». (No abras los ojos;
Página 98)
Vivir aislado no implica el
estar volcado en su mujer. De hecho, Dave se plantea severas preguntas sobre su
actitud, sobre lo que busca en la vida:
«¿Qué demonios está
pasando contigo? ¿No queda sitio en tu cabeza para la vida ordinaria? Para
una vida sencilla, compartida de manera buena y simple con personas comunes. O
quizá nunca ha habido espacio para eso. Tal vez siempre has sido como eres
ahora. Quizá la vida aquí, en una cima aislada sin las exigencias
del trabajo, privado de excusas convenientes para no estar nunca
presente en la vida de personas que afirmas amar, está haciendo que
la verdad sea más difícil de esconder. ¿La simple verdad podría ser
que, en realidad, no te importa nadie?» (No abras los ojos; página 91)
Podremos ver también que
otro de los temas de fondo de la novela son las difíciles relaciones
matrimoniales. Porque aunque el matrimonio Gurney se quiera, son dos seres
completamente diferentes Mientras que Madelaine es la eficacia y la acción
inmediata, David es todo reflexión. Para él lo importante antes de actuar es
haber examinado y sopesado todas las circunstancias.
Esta situación es algo que
el autor reconoce tomado de su propio matrimonio, de las diferencias de
caracteres entre él y su mujer, pues ante una misma circunstancia como
contemplar una flor, mientras que ella pensará en su belleza y en la suerte de
haberla encontrado, él pensará de dónde ha venido.
Además el matrimonio se
enfrenta a esa etapa de la vida en que están ya solos y frente a frente, pues
aunque él sólo tiene cuarenta y siete años, está ya jubilado tras veinticinco
años como policía, unos años en los que la familia estaba en un segundo plano,
con su cabeza en otra parte intentando encontrar las fisuras, las mínimas
incongruencias de loa hechos que permitan resolver el caso
Madelaine pensaba que con el retiro la cosa cambiaría, pero la realidad se
emperra en demostrarle que no es así, que uno es como es y en todo caso la
profesión puede agudizar ese comportamiento.
Algo que ya pasó en el primer caso que se nos presentaba en el caso anterior y
que vuelve a repetirse en éste, por lo que Madelaine se siente relegada, siente
que no es el centro de la vida de Dave:
«¿Estar juntos alguna vez importará más que el hecho de que seas detective? ¿O
perseguir lo que sea que siempre estás persiguiendo estará en el centro de tu
vida?» (No abras los ojos; página 389)
La mayor evolución de Dave
Gurney se produce en la tercera novela (Deja en paz al diablo). Las gravísimas heridas sufridas en la
novela anterior han hecho que se tambaleen todos los principios de su vida,
llevándole hasta el borde de la depresión, un borde que comienza a traspasar
cada día con más frecuencia, quién sabe si u día sin vuelta atrás.
Esa sería la parte negativa,
pero la positiva es que esa misma sensación de descontrol sobre su vida es la
que le lleva a sacar a flote esos sentimientos que siempre han estado ocultos
en él, a aumentar la sensibilidad para con respecto a sus seres más queridos,
tanto su mujer, como ese hijo con el que no termina de entenderse.
Pero pese a todo lo que ha pasado, lejos de disuadirle le reafirma en su
auténtica vocación. En una vocación a la que no ha puesto fin el hecho de dejar
la placa:
«Soy detective. Quizá de un modo o de otro siempre lo he sido y siempre lo
seré. Esto es así, independientemente de los detalles de mi nómina
o de lo que diga la cadena de mando. Tengo un talento que me hace
ser lo que soy. Y aprovecharlo es lo más importante.» (Deja en paz al
diablo; página 178)
IMPRESIÓN PERSONAL
Es curioso que a pesar de
que como trama Deja en paz al diablo, no sea tan intrigante ni tan
llena de pistas y misterios insolubles como la de las dos novelas anteriores, y
aunque parte de la trama pueda por momentos hasta ser previsible, sin embargo
como novela a mi me ha parecido mucho más completa. Tal vez porque sin
abandonar esa intriga, la novela se vuelve mucho más reflexiva sobre la
condición humana, esa que hace dar por sentado a un programa de televisión (la
crítica como ya comenté a parte de la programación televisiva es demoledora)
que todos somos codiciosos.
Una condición humana que a
pesar de hacer sentirse a Gurney más vulnerable, le hace avanzar como persona,
sin por ello perder sus grandes dotes abstractivas para poder llevar hasta el
final un caso casi tan complicado como los anteriores.
Aún gustándome la novela de
intriga, me atrae mucho más cuando esta se aproxima más a la novela negra como
es el caso de Deja en paz al diablo. Mucho más oscura, más
profunda, más compleja que un simple juego mental para averiguar quién es el
asesino. Y sobre todo, me gusta comprobar que el personaje no es un
estereotipo desde la primera a la última novela, sino que evoluciona con los
acontecimientos que van ocurriéndole.
No todo es perfecto. Hay un
fallo que no se si atribuir a la traducción, aunque más bien sea cuestión de
una disparidad de datos entre España y Estados Unidos (que deberían haberse
señalado en una nota a pie de página), pues el protagonista se toma como si tal
cosa tres ibuprofenos para combatir su dolor, o incluso cuatro de golpe.
Es probable, cosa que desconozco, que la dosis de Ibuprofeno en Estados Unidos
sea de 200 mgrs, pero en España salvo que se indique otra cosa, cuando hablamos
de Ibuprofeno lo hacemos de la dosis de 600 mgrs. Cuatro comprimidos es la
dosis máxima al día, por lo que hablar de tomarse cuatro a la vez es un
auténtico disparate, y un peligro para el lector no documentado que pueda
pensar que efectivamente esa es la dosis “normal” de ibuprofeno.
Puede pareceros sin importancia, pero como profesional sanitario que soy,
pienso que hay detalles en los que habría que tener más cuidado.
Como siempre, es
recomendable que empieces a leer esta serie por el principio. Pero recomendable
no es lo mismo que imprescindible, pues la propia novela te da las pistas
suficientes como para que puedas comprender y disfrutar totalmente esta novela
sin haber leído las anteriores.
Lectura facilitada por la Biblioteca Municipal de Móstoles
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