Ve y pon un centinela
(Harper Lee)
FICHA
TÉCNICA
Título:
Ve y pon un centinela
Autor:
Harper Lee
Editorial:
Harper Collins, 2016
Encuadernación:
Tapa blanda
Páginas:
269
PVP:
19,90 €
Editorial: Harper Collins, 2017
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 304
PVP: 9,90 €
HARPER LEE
Es cierto que el nombre de la autora no ayuda mucho a la hora de vender este libro en la actualidad. A mi sinceramente no me sonaba de nada, lo cual tampoco es raro, porque al entrar en Internet a buscar información sobre ella, me encontré con que es una mujer de un único libro. Sí, Matar a un ruiseñor es la única novela que había publicado.
Nació en el año 1926 en Alabama (Estados Unidos). Obtuvo el Premio Pullizter por su novela Matar a un ruiseñor, publicada en el año 1960, la única que escribió. Aparte de esa novela, publicó algunos ensayos.
Se publica ahora una novela de la autora que no había visto la luz: Ve y pon un centinela.
ARGUMENTO
Jean
Lous Finch vuelve a pasar unos días a su casa desde Nueva York donde
ahora reside. Su intención es pasar unos días con su padre, Atticus
Finch.
Un
retorno en el que descubrirá verdades sobre su familia y su padre
que cuestionarán lo que siempre ha creído, que pondrá en duda la
verdad sobre su escala de valores.
VE
Y PON UN CENTINELA
Si
Matar a un ruiseñor es una
novela que mientras la leía sus imágenes pasaban ante mí en blanco
y negro (la influencia de la película no cabe duda que pesaba en
ellas), Ve y pon un centinela,
es en cambio una película en color, unos colores en tonos pastel,
por más que bajo esos tonos pastel, bajo esa aparente placidez, se
oculte una sociedad racista, levantada en pie de guerra en defensa de
unos privilegios que considera amenazados, en peligro de desaparecer
bajo la presión demográfica de la población negra.
Y
es a esta población donde regresa a pasar unos días Jean Louise,
aún convencida de que su pueblo es un lugar ideal, donde finalmente
habían triunfado los ideales propuestos por su padre, aquel famoso
abogado que consiguió derrotar el racismo en un juicio, logrando una
victoria nunca vista:
Atticus
tomó las riendas de su carrera, aprovechó el descuido con el que
habían sido formulados los cargos, se plantó delante del jurado y
consiguió lo que nadie había conseguido ni antes ni después en el
estado de Maycomb: la absolución de un chico de color acusado de
violación. (Página 112)
Pero
todo se viene abajo cuando descubre la verdadera personal de su
padre:
Por
más que lo intentaba no podía pensar. Solo sabía una cosa y era
esta: el único ser humano en el que había confiado absolutamente,
con toda su alma, le había fallado. El único hombre que había
conocido al que podía señalar y decir con un pleno conocimiento de
causa: Es un caballero Es un caballero de corazón” la había
traicionado, públicamente, groseramente y sin pudor.
(Página 115)
¿Dónde
queda esta definición de su adorado padre?
Integridad,
humor y paciencia eran las tres palabras que mejor definían a
Atticus Finch. (Página 116)
¿Cómo
encajar la realidad descubierta con la idelización que tenía de su
padre? ¿Qué es cierto de todos los principios que el la inculcó?
¿Cómo encajar la realidad de la vida con los ideales?:
-Jean
Louise, tan solo intento decirte algunas verdades desnudas. Debes ver
las cosas tal como son, además de como deberían ser.
-Entonces,
¿por qué no me mostraste las cosas tal y como son cuando me sentaba
en tu regazo? ¿Por qué no me las enseñaste, por qué no procuraste
explicarme que había una valla alrededor de todas las cosas que
decía “solo para blancos” cuando me leías libros de Historia y
me hablabas de lo que yo creía que era importante para tí? (Página
237)
Porque
ha estado ajena a la realidad, ha visto lo que quería ver en sus
vecinos, no la dura verdad que albergan en sus corazones, cuando
ellos no han cambiado, no es una historia nueva.
El
capítulo que la afectaba había comenzado doscientos años atrás y
tenía como escenario una sociedad orgullosa que ni la guerra más
sangrienta ni la paz más draconiana de la historia moderna habían
podido destruir, y que volvía a repetirse y se desplegaba en el
terreno de lo privado, en el ocaso de una civilización que ni la
guerra ni la paz podían salvar. (Página 123)
Si
bien la figura de Atticus Finch es importante, la que prevalece sobre
todo en esta novela es la de Jean Louise, capaz por sí misma de
mantener todo el interés de la novela. Un personaje muy complejo:
Henry
veía algo tan intensamente femenino en ella que se enamoró. Era
fácil encontrarla atractiva y fácil estar con ella, casi siempre,
aunque no fuera, en ningún sentido de la palabra, una persona fácil.
La afligía una inquietud de espíritu que Henry no alcanzaba a
entender, (Página 21)
Era
el tipo de persona que, al toparse con una salida fácil, tomaba
siempre el camino más difícil. (Página 23)
Criada
en completa libertad, toda su infancia ha sido la de un chico, más
que el de una chica, de ahí el choque con la realidad de descubrir
del modo más abrupto, que en realidad es una mujer:
Jean
Louise nunca había tenido plena conciencia de ser una chica. Su vida
había estado repleta de acción intrépida y porrazos: luchar, jugar
al fútbol, escalar, mantenerse al ritmo de Jem y superar a
cualquiera de su edad en cualquier competición que requiriera
destreza física.
Cuando
se calmó lo suficiente para prestar atención, pensó que le habían
gastado una broma pesada: de pronto debían ingresar en el mundo de
la feminidad, un mundo que despreciaba, que no podía comprender y
del que no podía defenderse, un mundo que la rechazaba.
(Página 118)
Tremendo
dilema el que se le presenta a Jean Louise: cerrar los ojos y pensar
que nada ha cambiado, o encajar en su vida la nueva realidad que ha
descubierto. Abrir los oídos o acallar la conciencia. Ese es el
centinela al que hace alusión el título:
El
texto de hoy está tomado del capítulo veintiuno de Isaías,
versículo seis: “Porque el Señor me dijo así: Ve y pon un
centinela que haga saber lo que viere”. (Página
98)
Necesito
un centinela que me diga lo que ve cada hora a la hora en punto.
Necesito un centinela que me diga “esto es lo que dice fulano y
esto es lo que quiere decir de verdad, que trace una raya en medio y
diga “aquí hay una justicia y aquí hay otra” y me haga entender
la diferencia. Necesito un centinela que dé un paso adelante y
proclame ante todos ellos que veintiséis años es mucho tiempo para
gastarle una broma a una, por muy graciosa que sea.
(Página 180)
IMPRESIÓN
PERSONAL
Hay
libros que salen a la venta rodeados de polémica, artificial en
muchos casos, puro artificio de marketing para vender más. No es el
caso de Ve y pon un centinela, pues la pregunta que aparece en todos
los medios es si realmente su autora quería que esta novela fuese
publicada o no.
Tras
años de resistirse a su publicación, su autora Lee Harper que solo
escribió en su vida una novela, la maravillosa Matar
a un ruiseñor, cuando su vida y su salud mental parecen
estar en pleno declive, accede a la publicación de este original
encontrado hace no mucho por su abogada. Una novela que aunque
transcurra veinte años después de la acción de Matar
a un ruiseñor, su escritura es anterior, pues se trata de
un manuscrito que fue rechazado por las editoriales que le sugirieron
que escribiera una novela que narrase la infancia de la protagonista.
Dicha novela fue Matar a un ruiseñor.
¿Cuáles
pudieron ser los motivos para que Harper Lee no quisiera publicarla?
¿Tan mala era? Lo cierto es que, una vez leída, queda claro que esa
no puede ser la razón, porque Ve y pon un centinela tiene momentos
maravillosos. Es cierto que el final a mi no me ha convencido y que
en la parte final de la novela hay páginas demasiado discursivas y
poco convincentes a la hora de explicar los motivos del
comportamiento de Atticus Finch. Pero eso tenía fácil solución,
porque solo era cuestión de trabajo y un buen editor para reescribir
y mejorar esas páginas.
Más
bien me inclino a pensar que Harper Lee no quiso atentar contra uno
de los iconos, no solo de la literatura americana como es Atticus
Finch, sino contra una de las figuras que encarnan los valores de la
democracia americana.
Esos
valores inculcados con su palabra y su ejemplo a su hija y que
llevaron a esta a escribir toda una delcaración de principios en la
pizarra de la escuela:
«Y
aprovechando una oportunidad para dinamizar la lección, fue a la
pizarra y escribió: “DEMOCRACIA” en mayúsculas. Democracia,
-dijo- ¿Alguien puede dar una definición?
Yo
levanté la mano recordando un antiguo latiguillo electoral que me
había explicado Atticus: Derechos iguales para todos;
privilegios especiales para nadie.» (Matar
a un ruiseñor. Página
380)
¿Dónde
queda ese paradigma de la democracia, del respeto a los demás
convertido ahora en un racista que incluso es miembro del Ku Klus
Klan? ¿Dónde queda aquel pacifista que dio origen a otro de los más
bellos párrafos de su novela anterior, justamente la que le da
título?
«Preferiría
que disparaseis
contra botes vacíos en el patio trasero, pero se que perseguiréis a
los pájaros. Matad todos los arrendajos azules que queráis, si
podéis darles, pero recordad que matar a un ruiseñor es
pecado.
(…)
Los ruiseñores no se dedican a otra cosa que
cantar para alegrarnos. No devoran la fruta de los huertos, ni
comida en los graneros, no hacen nada más que derramar el corazón,
cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar a un
ruiseñor.» (Matar
a un ruiseñor. Página
145)
Y
sin embargo, la denuncia que hace del racismo no solo es actual,
basta con ello con ver cómo siguen presentes las actuaciones
racistas que están dando lugar a graves disturbios raciales en
algunas calles de Estados Unidos, sino que es universal. Haced la
prueba de sustituir la palabra negros por la de emigrantes en el
siguiente párrafo y decidme si no habéis oído en numerosas
ocasiones estos mismos argumentos en nuestro país:
-Vamos
a llevarlo al terreno práctico. ¿Quieres que haya negros a montones
en nuestras escuelas, en nuestras iglesias y nuestros cines? ¿Los
quieres en nuestro mundo?
-Son
personas, ¿no? Estuvimos dispuestos a importarlos cuando nos hacían
ganar dinero.
-¿Quieres
que tus hijos vayan a una escuela que haya bajado el nivel para
integrar a niños negros?
-El
nivel académico de la escuela que hay en esta misma calle no podría
ser más bajo, Atticus, y tú lo sabes.
Tienen el
mismo derecho a las mismas oportunidades que los demás, tienen
derecho a disfrutar de las mismas.
(Ve y pon un centinela. Página 239)
¿Merece
entonces la pena leer Ve
y pon un centinela?
Yo creo que sí. Desde luego, si aún no has leído Matar
a un ruiseñor, no hay
duda que tendría prioridad leer primero esa novela, que es una obra
maestra, algo que no es el caso de la que hoy me ocupa. Pero aún no
siéndolo, a pesar de ese final que no me ha convencido, el personaje
de Jean Louise tiene una fuerza tal que sin duda debe estar presente
en nuestras lecturas. Al mismo tiempo, muchos de los momentos en que
Jean Louise rememora su pasado, tienen una fuerza narrativa tan
impresionante que han conseguido transportarme a un tiempo y un lugar
lejano.
De
paso, todo lo que sea replantearte tus principios, descubrir hasta
que punto esos planteamientos racistas pueden estar en nuestros
corazones, obligarte sin que te des cuenta a reflexionar sobre tu
actitud vital, es un tiempo que merece la pena “gastar”.
Luego,
una vez leído el libro, ya tendrás tiempo a decidir con qué imagen
de Atticus Finch te quedas, sin con el caballero prototipo de los
valores de la democracia, o con el Atticus Finch que es un caballero
si, pero con todos los prejuicios y contradicciones del alma humana.
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