El
último bogatyrí
Título:
Khimera
Autor:
César Pérez Gellida
Editorial:
Suma de Letras
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 544
Páginas: 544
PVP: 19,90 €
Editorial: Punto de Lectura, 2018
Encuadernación: Tapa blanda, bolsillo
Páginas: 544
PVP: 6,95 €
Encuadernación: Tapa blanda, bolsillo
Páginas: 544
PVP: 6,95 €
CÉSAR PÉREZ GELLIDA
«César Pérez Gellida nació en Valladolid(algo que queda muy patente en Memento mori) y Consummatum est) en 1974. Es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que en 2011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.
Con la publicación de Memento mori fue la primera vez que oí hablar de este autor. Pero no iba a ser la ultima, porque ahora está en boca de muchísimos lectores. Todavía desconocido para gran parte del público, os transcribo lo que en el interior de la novela se dice de él:
«César Pérez Gellida nació en Valladolid(algo que queda muy patente en Memento mori) y Consummatum est) en 1974. Es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que en 2011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.
César Pérez Gellida irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori que cosechó grandes éxitos tanto de venas como de crítica y obtuvo el Premio Racimo de literatura de 2012. Constituía la primera parte de la trilogía "Versos, canciones y trocitos de carne", que continuó con Dies irae y que se cierra ahora con Consumatum est»
ARGUMENTO
Treinta
y ocho meses en los que se perdieron más de seiscientos ochenta
millones de vidas, se despoblaron o destruyeron más de dos mil
quinientas grandes ciudades y una octava parte de la superficie
terrestre dejó de ser habitable. Treinta y ocho meses tras los que
casi nada volvió a ser lo mismo porque casi nada quedaba de lo
anterior. Treinta y ocho meses de devastación en los que el ser
humano dejó de ser humano y estuvo muy cerca de dejar de ser.
DISTOPÍA
Hay
novelas que es difícil, cuando no imposible, adscribirlas a un
género determinado. No es el caso de Khimera
que podemos definir claramente como una distopía.
Una palabra que a lo mejor no tenéis claro qué significa
¿Qué
es una distopía? El término distopía surge
como contraposición al de utopía. Las distopías nos trasladan a un
futuro, no necesariamente muy lejano y nos describen sociedades en
las que las tendencias actuales han desembocado en un mundo
indeseable.
El
trasladar la acción a un mundo futuro no implica que estemos ante
una obra de ciencia ficción, pues no necesariamente la sociedad ha
tenido que avanzar tecnológicamente, pues en muchas ocasiones la
sociedad que contemplamos es la consecuencia de una situación
postapocalíptica.
Cabría
preguntarse si la distopía es un género menor. La respuesta es
obvia: no hay género menor, solo novelas menores. Algunas de las
obras maestras de la literatura podríamos adscribirlas a este
género. Baste pensar en Un
mundo feliz de Adolf
Husley, 1984 con
su gran hermano vigilante de George
Orwell o Farenheit
451 y
su mundo sin libros de Ray
Bradbury para
darnos cuenta de que es un género que puede dar mucho de sí.
La
razón de la importancia que puede tener este género radica en que
permite criticar aspectos de la sociedad actual distanciándose el
autor de situaciones concretas. Desaparece la posible carga
partidista, porque no se critica un aspecto concreto de un partido
político, sino a la sociedad en sí misma, por lo que la critica,
mucho más sutil por otra parte.
Las
distopías parecen estar nuevamente de moda, si bien es verdad que
unidas en cierto modo a la literatura de corte más juvenil. Baste
pensar en la trilogía de Los
juegos del hambre de Suzanne
Collins,con un éxito que se ha repetido también en su
versión cinematográfica o en otras novelas como Espejismo de Hugh
Howey.
LA
DISTOPÍA EN KHIMERA
Aparentemente
es muy fácil hacer una distopía. Tienes total libertad para
inventarte el mundo que quieras. Pero como el propio César Pérez
comenta, crear un mundo en que todo sea coherente, no es una tarea
fácil.
En
el caso de Khimera no nos
traslada a un mundo futuro lejano, sino a uno muy cercano, apenas
dentro de cuarenta años, en el 2054. Aunque la guerra que provoca
todo el cambio del mundo es mucho más cercana, en el año 2021, a
partir de una guerra que hoy día parece todo menos un disparate: una
guerra entre las diferentes creencias islámicas.
Evidentemente
un fin apocalíptico como consecuencia de un fallo en el equilibrio
durante la guerra fría, queda hoy un tanto lejos. Salvo que Putin y
compañía vean en ello la única manera posible de salir de la
crisis en la que ellos solitos se han metido.
A
partir de esta chispa inicial, la guerra se va globalizando hasta
prácticamente acabar con el mundo. Desde luego acaba con el mundo
tal y como lo conocemos hoy día, aunque en el fondo termina siendo
una copia del que hoy día tenemos.
Porque
son los mismos que lo destruyeron y se enriquecieron con ello, los
encargados de reconstruirlo (una extrapolación de lo que los
estadounidenses hicieron en Irak)
Un
universo
muy orwelliano el que nos describe Khimera
en las primeras páginas del libro, no sólo por el mundo dividido en
bloques, sino por el control permanente que se realiza sobre todos
los habitantes del planeta. Una actualización de aquel ojo del Gran
Hermano del que nos hablaba Orwell
en su 1984.
Aunque
lejos quedan aquellas cámaras que todo lo controlaban. Hoy día, y
no estamos tan lejos del mundo que nos describe César
Pérez Gellida, ese control va mas allá de las cámaras
que nos observan desde casi todos los puntos de las calles. Llegar un
paso más allá en unas casas domóticas que controlan todos nuestros
actos y aficiones, unidos a la pulsera personal que nos tiene
permanentemente conectados es solo un paso más que tampoco parece
improbable ni lejano.
Un
mundo que se organiza en torno a grandes metrópolis. En el centro de
las mismas, en los mejores edificios se encuentran los ciudadanos:
Los
ciudadanos eran quienes vivían en los cinturones metropolitanos y
sus privilegios sociales variaban en función de a cuál
pertenecieran. Cuanto más cerca del núcleo, mejor estatus social y
más beneficios. A mayor productividad del ciudadano, más puntos de
mérito en la escala de valía, y solo sumando los necesarios se
podía optar a cambiar de cinturón.
En
un segundo escalón estarían los trabajadores,
ocupando la periferia y en peores condiciones (vamos, que no hay gran
diferencia con lo que ocurre ahora):
La
segunda clase era la de los pobladores, vulgarmente conocidos como
«las abejas», pues ocupaban las colmenas a la espera de ser
admitidos en los cinturones. Por norma, se aprovechaban las
estructuras de las antiguas ciudades para dar cobijo a los millones
de seres humanos que solo tenían un derecho y una obligación: vivir
y trabajar.
Durísimo
ese “solo
tenían un derecho y una obligación: vivir y trabajar” pero
es casi la realidad a la que se ven sometidos muchas personas hoy
día.
Unos
afortunados si se comparan con los moradores,
los excluidos del sistema, obligados a vivir fuera de las urbes en
zonas a menudo contaminadas y con pocas posibilidades de sobrevivir
mucho tiempo
El
resto de habitantes del planeta eran los moradores. Individuos que
trataban de subsistir fuera de las urbes, apartados del sistema.
Aún
quedaría una cuarta clase: los duendes,
seres producto de las mutaciones provocadas por los productos
empleados en la guerra
Los
duendes, a los que nadie consideraba dentro de la especie humana.
Eran una lacra con fecha de caducidad, un mal recuerdo de otra época.
Este
nuevo mundo es un mundo en el que el
capitalismo ha triunfado totalmente, es el único sistema
imperante. Un mundo de grandes desigualdades. ¿No es eso lo que ya
tenemos?
Pero,
claro, nadie quiso percatarse de que el capitalismo ya había
prostituido a la democracia. El maldito consumismo lo pervirtió
todo. Nos invitó a creer que podíamos gastar cuanto quisiéramos,
que todo estaba al alcance de nuestras manos cuando, en realidad, lo
que hizo fue robarnos el tiempo, convertirnos en esclavos.
Un
mundo en el que se busca la excelencia. Un concepto de la
“excelencia” que sigue los pasos de lo que por tal entienden los
empresarios en la actualidad:
En
algunas fábricas han alcanzado lo que llaman la excelencia. (…)
Cien por cien de actividad no humana, eso es la maldita excelencia.
Los jodidos robots, hermano.
Frente
a este universo dirigido por un pequeñísimo grupo de hombres que
dominan todo y quieren controlarlo todo, hay una resistencia.
Evidentemente, porque si no, no tendríamos novela ni argumento. Se
trata del MOC
(Movimiento
de Oposición Civil).
Y
sobre todo Khimera (un proyecto ruso de creación de soldados y de
guerra cibernética fraguado a comienzos de la guerra) y el último
bogatyrí (caballero), superviviente de aquellos soldados con poderes
especiales del que se cree ha sobrevivido uno y que constituye la
máxima amenaza para el poder establecido.
Khimera,
una realidad encerrada en un símbolo:
...aquel
símbolo diseñado con tipografía de corte cirílico: una ka
invertida que compartía trazo vertical con una hache mayúscula
coronada en diéresis.
KHIMERA
El
propio autor me avisaba de que el principio del libro era tal vez un
poco denso. Tiene que serlo porque es necesario para describir el
universo en el que van a moverse los personajes de la novela. Denso
pero solo en apariencia, si lo comparamos con las páginas que vienen
a continuación que son de un arrollador ritmo narrativo, de una
acción trepidante, tanto que afortunadamente respirar es una función
involuntaria del ser humano, porque si no, es posible que hasta de
respirar te olvidases embebido en la lectura de Khimera.
Pese
a esa aparente densidad de la que habla el autor, a mi me ha parecido
muy interesante. Muchos de los sucesos actuales (el propio virus del
ébola por ejemplo) tienen su reflejo en ese futuro no tan lejano.
Consigue
además crear el clima adecuado para que luego la narración sea de
una intensidad total. Ero al mismo tiempo, va creando una peculiar
atmósfera mezcla de cuento y leyenda a partir de la historia del
cuento ruso del joven que va en busca del mal para así poder liberar
a su madre.
Como
siempre, el tratamiento de los
personajes es exquisito, hasta el punto de que son tan
minuciosamente descritos muchos de ellos, que por un momento pensamos
que van a ser protagonistas principales de la trama, cuando realmente
están destinados a morir unas pocas páginas después.
Puedo
decir que entre los personajes principales, aunque no aparezca hasta
la mitad de la novela, hay alguno que supondrá una auténtica
sorpresa para los lectores
de César Pérez Gellida. Y hasta ahí puedo escribir, que me
revientan los destripa sorpresas.
Difícil
quedarse con alguno de los muchos personajes que pueblan el universo
de Khimera. Aunque no puede dejar de llamarme la atención el
científico chino, un personaje con el que César sustituye los
refranes castellanos por los proverbios chinos. Aunque tengo la
impresión de que, al igual que se inventaba los refranes, también
se inventa estos proverbios.
Os
dejo un par de ellos como muestra:
«Nada
más dulce que el amargo sabor que deja el cumplimiento del deber.»
«El
dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.»
IMPRESIÓN PERSONAL
Lo
primero que quiero destacar es el gran valor de César Pérez
Gellida al escribir una novela como Khimera,
que en absoluto se asemeja a su trilogía anterior y que dudo mucho
que sea lo que sus lectores estén esperando de él. Lejos de
continuar por la senda de la novela negra, bien con los personajes ya
creados a partir de Memento mori
o con tramas y protagonistas totalmente nuevos, se
ha aventurado por un camino difícil: el de la
distopía, un género que a pesar de que sus seguidores van en
aumento (aunque más bien en el campo de la novela juvenil, de la que
Khimera está muy lejos), al mezclar fantasía y ciencia ficción, cuenta
directamente con el rechazo de muchos lectores.
Quizás
César consiga lo que muchos escritores no han conseguido: acercar a
este género a lectores que nunca se han atrevido con este tipo de
novelas.
Siempre
digo que mis impresiones son muy personales y en este caso, recalco
aún más ese punto, porque soy un aficionado al género, tanto al de
las distopías como al de la ciencia ficción, por lo que no puedo
ponerme en la piel de alguien que no haya leído nada del género y
no le atraiga de entrada. Un punto de vista que sin duda el autor
agradecería. El mío es es de aquel que ha leído a los grandes de
ambos géneros y que por tanto quizás pueda comparar.
Por
eso, lo primero que me llamó la atención es la
puesta al día de universo orwelliano que comentaba al
principio. Una puesta al día que no tiene que ser precisamente lo
que buscaba el autor, pero es lo que ha resultado. Porque aquel
universo en que el Gran Hermano nos vigilaba con sus cámaras, hace
mucho tiempo que ha sido superado por la realidad. Ya no se trata de
que yendo por las calles podamos ser grabados por las cámaras. Es
que ni nuestras conversaciones están libres de ser grabadas porque
sí. Y si no, que se lo pregunten a la gran Angelita, que por muy
grande de Alemania que sea, no se libró de que sus “amigos”
americanos la espiasen. Y hay que ser unos ingenuos si pensamos que
nuestros datos están libre de control en Internet (de hecho me
sorprendo de las intimidades que cuenta la gente en facebook a
auténticos desconocidos).
A
pesar de la presunta densidad de la primera parte de la novela, a mi
me ha gustado, porque el mundo imaginario que ha diseñado César es
muy coherente y perfectamente posible desde la situación en la que
nos encontramos. De hecho, dentro de las distopías prefiero aquellas
que nos presentan un mundo próximo en el tiempo, como es el caso de
Khimera.
Aunque
lo que de verdad impresiona de Khimera
es el frenético ritmo que impone el autor a la segunda mitad del
texto. Un thriller en toda regla que
no deja un segundo de respiro al lector. Me pregunto si es
por eso que el propio autor nos desvele parte del final cien páginas
antes de acabar la novela. Pero ni por esas, aún sabiendo la suerte
que van a correr alguno de los personajes, no perdemos el interés de
saber cómo ha sido posible que haya sucedido así.
Un
universo poblado de personajes, muy bien definidos pese a la brevedad
de la presencia de alguno de ellos. Y a pesar de sus difíciles
nombres, en ningún momento me he perdido en la lectura (cosa que me
suele suceder en otras novelas con muchos personajes de nombres
extraños). En cualquier caso, al principio de la novela podemos
encontrar quién es quién en la lectura que vamos a comenzar.
Espero
que esta reseña os haya clarificado sobre lo que podéis encontrar
en la nueva novela de César Pérez
Gellida. Animaos con su lectura. Seréis todos bienvenidos
a la Sinfonía Khimera.
Gracias a César
Pérez Gellida por proporcionarme un ejemplar electrónico
de Khimera para su lectura
y reseña.
Como tú Pedro, yo también soy (aún más lo fui en otra época) aficionada a las distopías y la ciencia ficción "de antes". Hubo una época en la que me bebí a Orwell y Huxley, así que espero con muchas ganas esta "Khimera", que por lo que nos cuentas, me va a gustar mucho, mucho.
ResponderEliminarBesos.
Me pasa como a ti, me encantan los clásicos de este género. Incluso te diría que algunas novelas fantásticas disfrazan también muy bien la realidad social del momento o de posible futuro y también son de mi agrado. Lo comentaba en una de mis últimas reseñas sobre Zona Prohibida (otra distopía) más que un libro para jóvenes, de aventuras y acción, a mi me ha parecido un libro para adultos protagonizado por jóvenes, precisamente por su parecido con Orwell, Huxley, etc.
ResponderEliminarEvidentemente leeré Khimera aunque acabo de terminar dos libros de este tipo así que no será de inmediato. Necesito un margen, jaja
Bs.
Creo que "Khimera" va a requerir un esfuerzo mental superior al lector que la trilogía anterior.
ResponderEliminarEstoy deseando leerla,sólo espero reconocer el estilo personal del autor que nos ha cautivado a todos,aunque sea algo totalmente diferente.
Muchas gracias Pedro.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPues me da casi vergüenza confesar que no he leído nada de Gelida, así que ya va siendo hora. Las distopías me encantan y me apetece mucho conocer por fin a este autor del que tan bien habláis siempre sus lectores. Me la llevo. Bss
ResponderEliminarMe apetece muchísimo leerlo, creo que me va a encantar :)
ResponderEliminar¡Un beso!
Hola!
ResponderEliminarQué maravilla, me encantan las distopías y después de leer tu reseña y tu opinión sobre el libro necesito leer este libro con urgencia.
Un saludo.
Me estás poniendo los dientes largos!! que ganas de leerla!
ResponderEliminarBesos
No soy especialmente aficionada a la ciencia ficción ni a las distopías, pero estoy deseando tener y empezar esta novela de César, seguro que no me defrauda. Besos.
ResponderEliminarTengo tantas ganas de Khïmera que no quiero ni leer tu reseña, Pedro ;) Me quedo con la notaza que no me sorprende nada de nada.
ResponderEliminarBesotes
Al libro le tengo muchas ganas, muchisimas, pero es que leyendo tu reseña aún me han entrado más. Reconozco que disfruto mucho de las distopías, y si traen algo diferente todavía más.
ResponderEliminarOjala pueda hacerme con él pronto.
Un besazo
Este año espero estrenarme con este autor al que le tengo tantas ganas. Además no he leído nunca una distopía así que ya tengo decidido con cuales quiero empezar. De momento me he comprado 1984 y quizá este sea el siguiente ;)
ResponderEliminarNo recuerdo haber leído ninguna distopía, pero en breve le pondré fin.
ResponderEliminarMe alegra saber que no vamos a encontrar nada parecido a la trilogía. Eso me hará leer la novela desde otro punto.
Un saludo.
Lo compré ayer en una librería de Lugo que no tenían idea que hasta el día 5 no sale a la venta, pero yo ya me traje mi ejemplar ;D Me paso por arriba la reseña porque no quiero saber nada para descubrirlo por mi misma ;DSaludos
ResponderEliminarSeguro que leeré Khimera, pues César es un autor que me tiene encandilada (aunque aún tengo pendiente acabar la trilogía anterior) y me gustan las distopías, aunque de momento solo he leído de "las de ahora" y no de "las de antes". Besos
ResponderEliminarLa paso por alto que no quiero enterarme de nada de nada
ResponderEliminarHola Pedro,
ResponderEliminarhe leído tu reseña entera porque hace unos días que empecé a leer Khimera y habiendo sobrepasado la página 100 sigo sin conectar con la novela (quizás es porque me esperaba algo parecido a la trilogía anterior). No digo que no me guste -los personajes están magistralmente creados y descritos, por ejemplo- sino que hay mucha información en pocas páginas y muchos "palabros" que me cuesta digerir. En realidad es ahora cuando veo que todos quieren "cazar" al último bogatyr cuando empieza a gustarme un poco más. He estado a punto de dejarlo, y si no lo he hecho es porque considero que C. Pérez Gellida es un muy buen narrador con una prosa y una imaginación extraordinarias.
Tras leer tu genial reseña, le tengo que dar una oportunidad y seguir leyendo. Gracias y saludos!!
Tengo muy pendiente leer al autor =)
ResponderEliminarBesotes
La empecé ayer, y ya voy por la mitad. Es imparable, arrolladora, diferente, pero sin embargo todo suena a un futuro posible, dado el presente que tenemos. No pensé que me iba a gustar tanto, la verdad. Me la recomendó Teresa, y acertó. Vuelvo a ella como loca. Chao.
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