martes, 3 de marzo de 2015

KHIMERA (CÉSAR PÉREZ GELLIDA)

El último bogatyrí




FICHA TÉCNICA

Título: Khimera
Autor: César Pérez Gellida
Editorial: Suma de Letras
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 544
PVP: 19,90 €




Editorial: Punto de Lectura, 2018
Encuadernación: Tapa blanda, bolsillo
Páginas: 544
PVP: 6,95 €







CÉSAR PÉREZ GELLIDA


Con la publicación de Memento mori fue la primera vez que oí hablar de este autor. Pero no iba a ser la ultima, porque ahora está en boca de muchísimos lectores. Todavía desconocido para gran parte del público, os transcribo lo que en el interior de la novela se dice de él:


«César Pérez Gellida nació en Valladolid(algo que queda muy patente en Memento mori) y Consummatum est) en 1974. Es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que en 2011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.


César Pérez Gellida irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori que cosechó grandes éxitos tanto de venas como de crítica y obtuvo el Premio Racimo de literatura de 2012. Constituía la primera parte de la trilogía "Versos, canciones y trocitos de carne", que continuó con Dies irae y que se cierra ahora con Consumatum est»







ARGUMENTO

Treinta y ocho meses en los que se perdieron más de seiscientos ochenta millones de vidas, se despoblaron o destruyeron más de dos mil quinientas grandes ciudades y una octava parte de la superficie terrestre dejó de ser habitable. Treinta y ocho meses tras los que casi nada volvió a ser lo mismo porque casi nada quedaba de lo anterior. Treinta y ocho meses de devastación en los que el ser humano dejó de ser humano y estuvo muy cerca de dejar de ser.






DISTOPÍA

Hay novelas que es difícil, cuando no imposible, adscribirlas a un género determinado. No es el caso de Khimera que podemos definir claramente como una distopía. Una palabra que a lo mejor no tenéis claro qué significa

¿Qué es una distopía? El término distopía surge como contraposición al de utopía. Las distopías nos trasladan a un futuro, no necesariamente muy lejano y nos describen sociedades en las que las tendencias actuales han desembocado en un mundo indeseable.
El trasladar la acción a un mundo futuro no implica que estemos ante una obra de ciencia ficción, pues no necesariamente la sociedad ha tenido que avanzar tecnológicamente, pues en muchas ocasiones la sociedad que contemplamos es la consecuencia de una situación postapocalíptica.


Cabría preguntarse si la distopía es un género menor. La respuesta es obvia: no hay género menor, solo novelas menores. Algunas de las obras maestras de la literatura podríamos adscribirlas a este género. Baste pensar en Un mundo feliz de Adolf Husley1984 con su gran hermano vigilante de George Orwell o Farenheit 451 y su mundo sin libros de Ray Bradbury para darnos cuenta de que es un género que puede dar mucho de sí.
La razón de la importancia que puede tener este género radica en que permite criticar aspectos de la sociedad actual distanciándose el autor de situaciones concretas. Desaparece la posible carga partidista, porque no se critica un aspecto concreto de un partido político, sino a la sociedad en sí misma, por lo que la critica, mucho más sutil por otra parte.

Las distopías parecen estar nuevamente de moda, si bien es verdad que unidas en cierto modo a la literatura de corte más juvenil. Baste pensar en la trilogía de Los juegos del hambre de Suzanne Collins,con un éxito que se ha repetido también en su versión cinematográfica o en otras novelas como Espejismo de Hugh Howey.






LA DISTOPÍA EN KHIMERA


Aparentemente es muy fácil hacer una distopía. Tienes total libertad para inventarte el mundo que quieras. Pero como el propio César Pérez comenta, crear un mundo en que todo sea coherente, no es una tarea fácil.
En el caso de Khimera no nos traslada a un mundo futuro lejano, sino a uno muy cercano, apenas dentro de cuarenta años, en el 2054. Aunque la guerra que provoca todo el cambio del mundo es mucho más cercana, en el año 2021, a partir de una guerra que hoy día parece todo menos un disparate: una guerra entre las diferentes creencias islámicas.
Evidentemente un fin apocalíptico como consecuencia de un fallo en el equilibrio durante la guerra fría, queda hoy un tanto lejos. Salvo que Putin y compañía vean en ello la única manera posible de salir de la crisis en la que ellos solitos se han metido.
A partir de esta chispa inicial, la guerra se va globalizando hasta prácticamente acabar con el mundo. Desde luego acaba con el mundo tal y como lo conocemos hoy día, aunque en el fondo termina siendo una copia del que hoy día tenemos.
Porque son los mismos que lo destruyeron y se enriquecieron con ello, los encargados de reconstruirlo (una extrapolación de lo que los estadounidenses hicieron en Irak)

Un universo muy orwelliano el que nos describe Khimera en las primeras páginas del libro, no sólo por el mundo dividido en bloques, sino por el control permanente que se realiza sobre todos los habitantes del planeta. Una actualización de aquel ojo del Gran Hermano del que nos hablaba Orwell en su 1984.
Aunque lejos quedan aquellas cámaras que todo lo controlaban. Hoy día, y no estamos tan lejos del mundo que nos describe César Pérez Gellida, ese control va mas allá de las cámaras que nos observan desde casi todos los puntos de las calles. Llegar un paso más allá en unas casas domóticas que controlan todos nuestros actos y aficiones, unidos a la pulsera personal que nos tiene permanentemente conectados es solo un paso más que tampoco parece improbable ni lejano.

Un mundo que se organiza en torno a grandes metrópolis. En el centro de las mismas, en los mejores edificios se encuentran los ciudadanos:
Los ciudadanos eran quienes vivían en los cinturones metropolitanos y sus privilegios sociales variaban en función de a cuál pertenecieran. Cuanto más cerca del núcleo, mejor estatus social y más beneficios. A mayor productividad del ciudadano, más puntos de mérito en la escala de valía, y solo sumando los necesarios se podía optar a cambiar de cinturón.

En un segundo escalón estarían los trabajadores, ocupando la periferia y en peores condiciones (vamos, que no hay gran diferencia con lo que ocurre ahora):
La segunda clase era la de los pobladores, vulgarmente conocidos como «las abejas», pues ocupaban las colmenas a la espera de ser admitidos en los cinturones. Por norma, se aprovechaban las estructuras de las antiguas ciudades para dar cobijo a los millones de seres humanos que solo tenían un derecho y una obligación: vivir y trabajar.
Durísimo ese solo tenían un derecho y una obligación: vivir y trabajar” pero es casi la realidad a la que se ven sometidos muchas personas hoy día.

Unos afortunados si se comparan con los moradores, los excluidos del sistema, obligados a vivir fuera de las urbes en zonas a menudo contaminadas y con pocas posibilidades de sobrevivir mucho tiempo
El resto de habitantes del planeta eran los moradores. Individuos que trataban de subsistir fuera de las urbes, apartados del sistema.

Aún quedaría una cuarta clase: los duendes, seres producto de las mutaciones provocadas por los productos empleados en la guerra
Los duendes, a los que nadie consideraba dentro de la especie humana. Eran una lacra con fecha de caducidad, un mal recuerdo de otra época.


Este nuevo mundo es un mundo en el que el capitalismo ha triunfado totalmente, es el único sistema imperante. Un mundo de grandes desigualdades. ¿No es eso lo que ya tenemos?
Pero, claro, nadie quiso percatarse de que el capitalismo ya había prostituido a la democracia. El maldito consumismo lo pervirtió todo. Nos invitó a creer que podíamos gastar cuanto quisiéramos, que todo estaba al alcance de nuestras manos cuando, en realidad, lo que hizo fue robarnos el tiempo, convertirnos en esclavos.

Un mundo en el que se busca la excelencia. Un concepto de la “excelencia” que sigue los pasos de lo que por tal entienden los empresarios en la actualidad:
En algunas fábricas han alcanzado lo que llaman la excelencia. (…) Cien por cien de actividad no humana, eso es la maldita excelencia. Los jodidos robots, hermano.


Frente a este universo dirigido por un pequeñísimo grupo de hombres que dominan todo y quieren controlarlo todo, hay una resistencia. Evidentemente, porque si no, no tendríamos novela ni argumento. Se trata del MOC (Movimiento de Oposición Civil).
Y sobre todo Khimera (un proyecto ruso de creación de soldados y de guerra cibernética fraguado a comienzos de la guerra) y el último bogatyrí (caballero), superviviente de aquellos soldados con poderes especiales del que se cree ha sobrevivido uno y que constituye la máxima amenaza para el poder establecido.
Khimera, una realidad encerrada en un símbolo:
...aquel símbolo diseñado con tipografía de corte cirílico: una ka invertida que compartía trazo vertical con una hache mayúscula coronada en diéresis.







KHIMERA

El propio autor me avisaba de que el principio del libro era tal vez un poco denso. Tiene que serlo porque es necesario para describir el universo en el que van a moverse los personajes de la novela. Denso pero solo en apariencia, si lo comparamos con las páginas que vienen a continuación que son de un arrollador ritmo narrativo, de una acción trepidante, tanto que afortunadamente respirar es una función involuntaria del ser humano, porque si no, es posible que hasta de respirar te olvidases embebido en la lectura de Khimera.
Pese a esa aparente densidad de la que habla el autor, a mi me ha parecido muy interesante. Muchos de los sucesos actuales (el propio virus del ébola por ejemplo) tienen su reflejo en ese futuro no tan lejano.
Consigue además crear el clima adecuado para que luego la narración sea de una intensidad total. Ero al mismo tiempo, va creando una peculiar atmósfera mezcla de cuento y leyenda a partir de la historia del cuento ruso del joven que va en busca del mal para así poder liberar a su madre.

Como siempre, el tratamiento de los personajes es exquisito, hasta el punto de que son tan minuciosamente descritos muchos de ellos, que por un momento pensamos que van a ser protagonistas principales de la trama, cuando realmente están destinados a morir unas pocas páginas después.

Puedo decir que entre los personajes principales, aunque no aparezca hasta la mitad de la novela, hay alguno que supondrá una auténtica sorpresa para los lectores de César Pérez Gellida. Y hasta ahí puedo escribir, que me revientan los destripa sorpresas.
Difícil quedarse con alguno de los muchos personajes que pueblan el universo de Khimera. Aunque no puede dejar de llamarme la atención el científico chino, un personaje con el que César sustituye los refranes castellanos por los proverbios chinos. Aunque tengo la impresión de que, al igual que se inventaba los refranes, también se inventa estos proverbios.
Os dejo un par de ellos como muestra:

«Nada más dulce que el amargo sabor que deja el cumplimiento del deber.»

«El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.»









IMPRESIÓN PERSONAL

Lo primero que quiero destacar es el gran valor de César Pérez Gellida al escribir una novela como Khimera, que en absoluto se asemeja a su trilogía anterior y que dudo mucho que sea lo que sus lectores estén esperando de él. Lejos de continuar por la senda de la novela negra, bien con los personajes ya creados a partir de Memento mori o con tramas y protagonistas totalmente nuevos, se ha aventurado por un camino difícil: el de la distopía, un género que a pesar de que sus seguidores van en aumento (aunque más bien en el campo de la novela juvenil, de la que Khimera está muy lejos), al mezclar fantasía y ciencia ficción, cuenta directamente con el rechazo de muchos lectores.
Quizás César consiga lo que muchos escritores no han conseguido: acercar a este género a lectores que nunca se han atrevido con este tipo de novelas.

Siempre digo que mis impresiones son muy personales y en este caso, recalco aún más ese punto, porque soy un aficionado al género, tanto al de las distopías como al de la ciencia ficción, por lo que no puedo ponerme en la piel de alguien que no haya leído nada del género y no le atraiga de entrada. Un punto de vista que sin duda el autor agradecería. El mío es es de aquel que ha leído a los grandes de ambos géneros y que por tanto quizás pueda comparar.

Por eso, lo primero que me llamó la atención es la puesta al día de universo orwelliano que comentaba al principio. Una puesta al día que no tiene que ser precisamente lo que buscaba el autor, pero es lo que ha resultado. Porque aquel universo en que el Gran Hermano nos vigilaba con sus cámaras, hace mucho tiempo que ha sido superado por la realidad. Ya no se trata de que yendo por las calles podamos ser grabados por las cámaras. Es que ni nuestras conversaciones están libres de ser grabadas porque sí. Y si no, que se lo pregunten a la gran Angelita, que por muy grande de Alemania que sea, no se libró de que sus “amigos” americanos la espiasen. Y hay que ser unos ingenuos si pensamos que nuestros datos están libre de control en Internet (de hecho me sorprendo de las intimidades que cuenta la gente en facebook a auténticos desconocidos).


A pesar de la presunta densidad de la primera parte de la novela, a mi me ha gustado, porque el mundo imaginario que ha diseñado César es muy coherente y perfectamente posible desde la situación en la que nos encontramos. De hecho, dentro de las distopías prefiero aquellas que nos presentan un mundo próximo en el tiempo, como es el caso de Khimera.
Aunque lo que de verdad impresiona de Khimera es el frenético ritmo que impone el autor a la segunda mitad del texto. Un thriller en toda regla que no deja un segundo de respiro al lector. Me pregunto si es por eso que el propio autor nos desvele parte del final cien páginas antes de acabar la novela. Pero ni por esas, aún sabiendo la suerte que van a correr alguno de los personajes, no perdemos el interés de saber cómo ha sido posible que haya sucedido así.

Un universo poblado de personajes, muy bien definidos pese a la brevedad de la presencia de alguno de ellos. Y a pesar de sus difíciles nombres, en ningún momento me he perdido en la lectura (cosa que me suele suceder en otras novelas con muchos personajes de nombres extraños). En cualquier caso, al principio de la novela podemos encontrar quién es quién en la lectura que vamos a comenzar.

Espero que esta reseña os haya clarificado sobre lo que podéis encontrar en la nueva novela de César Pérez Gellida. Animaos con su lectura. Seréis todos bienvenidos a la Sinfonía Khimera.




Gracias a César Pérez Gellida por proporcionarme un ejemplar electrónico de Khimera para su lectura y reseña.










VALORACIÓN: 9/10




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19 comentarios:

  1. Como tú Pedro, yo también soy (aún más lo fui en otra época) aficionada a las distopías y la ciencia ficción "de antes". Hubo una época en la que me bebí a Orwell y Huxley, así que espero con muchas ganas esta "Khimera", que por lo que nos cuentas, me va a gustar mucho, mucho.
    Besos.

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  2. Me pasa como a ti, me encantan los clásicos de este género. Incluso te diría que algunas novelas fantásticas disfrazan también muy bien la realidad social del momento o de posible futuro y también son de mi agrado. Lo comentaba en una de mis últimas reseñas sobre Zona Prohibida (otra distopía) más que un libro para jóvenes, de aventuras y acción, a mi me ha parecido un libro para adultos protagonizado por jóvenes, precisamente por su parecido con Orwell, Huxley, etc.
    Evidentemente leeré Khimera aunque acabo de terminar dos libros de este tipo así que no será de inmediato. Necesito un margen, jaja

    Bs.

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  3. Creo que "Khimera" va a requerir un esfuerzo mental superior al lector que la trilogía anterior.
    Estoy deseando leerla,sólo espero reconocer el estilo personal del autor que nos ha cautivado a todos,aunque sea algo totalmente diferente.
    Muchas gracias Pedro.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Pues me da casi vergüenza confesar que no he leído nada de Gelida, así que ya va siendo hora. Las distopías me encantan y me apetece mucho conocer por fin a este autor del que tan bien habláis siempre sus lectores. Me la llevo. Bss

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  6. Me apetece muchísimo leerlo, creo que me va a encantar :)
    ¡Un beso!

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  7. Hola!
    Qué maravilla, me encantan las distopías y después de leer tu reseña y tu opinión sobre el libro necesito leer este libro con urgencia.
    Un saludo.

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  8. Me estás poniendo los dientes largos!! que ganas de leerla!
    Besos

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  9. No soy especialmente aficionada a la ciencia ficción ni a las distopías, pero estoy deseando tener y empezar esta novela de César, seguro que no me defrauda. Besos.

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  10. Tengo tantas ganas de Khïmera que no quiero ni leer tu reseña, Pedro ;) Me quedo con la notaza que no me sorprende nada de nada.
    Besotes

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  11. Al libro le tengo muchas ganas, muchisimas, pero es que leyendo tu reseña aún me han entrado más. Reconozco que disfruto mucho de las distopías, y si traen algo diferente todavía más.
    Ojala pueda hacerme con él pronto.
    Un besazo

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  12. Este año espero estrenarme con este autor al que le tengo tantas ganas. Además no he leído nunca una distopía así que ya tengo decidido con cuales quiero empezar. De momento me he comprado 1984 y quizá este sea el siguiente ;)

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  13. No recuerdo haber leído ninguna distopía, pero en breve le pondré fin.

    Me alegra saber que no vamos a encontrar nada parecido a la trilogía. Eso me hará leer la novela desde otro punto.

    Un saludo.

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  14. Lo compré ayer en una librería de Lugo que no tenían idea que hasta el día 5 no sale a la venta, pero yo ya me traje mi ejemplar ;D Me paso por arriba la reseña porque no quiero saber nada para descubrirlo por mi misma ;DSaludos

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  15. Seguro que leeré Khimera, pues César es un autor que me tiene encandilada (aunque aún tengo pendiente acabar la trilogía anterior) y me gustan las distopías, aunque de momento solo he leído de "las de ahora" y no de "las de antes". Besos

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  16. La paso por alto que no quiero enterarme de nada de nada

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  17. Hola Pedro,
    he leído tu reseña entera porque hace unos días que empecé a leer Khimera y habiendo sobrepasado la página 100 sigo sin conectar con la novela (quizás es porque me esperaba algo parecido a la trilogía anterior). No digo que no me guste -los personajes están magistralmente creados y descritos, por ejemplo- sino que hay mucha información en pocas páginas y muchos "palabros" que me cuesta digerir. En realidad es ahora cuando veo que todos quieren "cazar" al último bogatyr cuando empieza a gustarme un poco más. He estado a punto de dejarlo, y si no lo he hecho es porque considero que C. Pérez Gellida es un muy buen narrador con una prosa y una imaginación extraordinarias.
    Tras leer tu genial reseña, le tengo que dar una oportunidad y seguir leyendo. Gracias y saludos!!

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  18. Tengo muy pendiente leer al autor =)

    Besotes

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  19. La empecé ayer, y ya voy por la mitad. Es imparable, arrolladora, diferente, pero sin embargo todo suena a un futuro posible, dado el presente que tenemos. No pensé que me iba a gustar tanto, la verdad. Me la recomendó Teresa, y acertó. Vuelvo a ella como loca. Chao.

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