Manual
del perfecto corrupto
Título:
Manos sucias
Autor:
Carlos Quílez
Editorial:
AlRevés
Encuadernación:
Tapa blanda
Páginas:
246
PVP:
CARLOS
QUÍLEZ
No
conocía a este autor. Creo que es muy importante su biografía a la
hora de entender hasta que punto no está hablando de oídas en esta
novela. Dice de él en la contraportada de la novela:
Carlos
Quílez Lázaro (Barcelona 1966), licenciado en Periodismo por la
Universidad de Barcelona, máster en Periodismo Judicial por la
Universidad Autónoma de Madrid, fue director de Análisis de la
oficina Antifraude y Contra la Corrupción de Catalunya entre el año
2009 y 2014, y actualmente es director de investigación del diario
Economía Digital.
Es
autor de las siguientes novelas y relatos de no ficción:
Atracadores, Asalto a la Virreina (JUNTO A Andreu
Martín), Mala vida (ganador del premio Rodolfo Walsh de la Semana
Negra de Gijón, 2009), La soledad de Patricia
(premio Crims de Tinta, 2009) y Cerdos y gallinas (2012)
ARGUMENTO
Un
sargento de la Guardia Civil, un comisario del CNP, un agente de los
Mossos d´Esquadra y una famosa periodista se unen para poner al
descubierto la mayor trama de corrupción en la historia de nuestro
país.
Una
aventura en la que pondrán sus vidas en peligro, pues la implacable
mafia rusa está detrás de todo el entramado
MANOS
SUCIAS
Una
novela sobre la corrupción que se parece demasiado a la verdad
Éste
es el subtítulo que podemos ver en la portada de la novela. Dicen
que la realidad supera siempre a la ficción. Miedo da pensarlo tras
leer esta novela que, por mucha ficción que sea, da en todo momento
la impresión de ser una crónica periodística de la realidad actual
española en la que se han cambiado nombres o disimulado los mismos.
Así,
el tesorero corrupto del partido del Gobierno se llama Cérdenas. La
presidenta de Castilla León se llama Maria Dolores...
Nos
lo pueden vender como quieran, pero en la práctica, hay una única
palabra que define la situación que estamos viviendo y que tan bien
se refleja en esta novela:
-La
cosa no va por ahí. No va de mafia y mafiosos. Nosotros ya hemos
lidiado en esas plazas. No, la cosa es más sutil, pero yo diría que
mucho más escandalosa, si cabe. Algo que no se ve, pero que está
ahí. Y lo pudre todo. Como un virus en manos de algún loco poderoso
e hijo de puta con carné político o con cargo público.
-¡Corrupción!
(Página 31)
Nada
nuevo bajo el sol, desde que el hombre es hombre siempre ha habido
quiénes han intentado enriquecerse doblegando la ley, de un modo u
otro a su favor
Hecha
la ley, hecha la trampa. Y si la trampa no funciona, pues para eso se
inventaron los sobornos, joder. Y todos tenemos un precio.
(Página 166)
Para
algunos, es casi una obligación, es aquello a lo que se sienten
llamados desde que nacen:
Los
ricos tenemos la obligación de ganar dinero. Si ese es nuestro
sino... Pues hagámoslo sin reparos y a ser posible en compañía de
nuestro amigo Oban, que nos ayudará, como siempre ha hecho, a saber
qué hacer con tanto dinero. (Página 166)
Yanko
suponía la escenificación de la teoría policial de los vasos
comunicantes del crimen organizado: el dinero ni se crea ni se
destruye. Se mueve de las manos de lo legal a los bolsillos de
quienes viven de lo legal y estos nuevamente recurren al marco legal
para poder almacenarlo y disfrutarlo con impunidad.
(Página 178)
Si
nos preguntamos cómo es posible, qué mecanismos utilizan para poder
conseguirlo, Manos sucias
es un perfecto manual para entender cómo y de qué manera se hace:
La
ingente cantidad de dinero público que la trama Yanko obtenía en
forma de contratos de infraestructura concedidos por la
administración pública, esquilmó un poco más las ya paupérrimas
cuentas y fondos del Estado Contratos concedidos ilegalmente y a los
que se habían de sumar los correspondientes sobrecostes en las obras
y las comisiones generadas y pactadas.
(…)
Corrupción
pura. Corrupción de moqueta perpetrada por psicópatas con pedigrí
social, con doble vida, depredadores desalmados incapaces de
inmutarse por el daño directo
y severo que provocan a la sociedad y al Estado de derecho.
(Página 178)
Todos
nos preguntamos cómo es posible que esto ocurra. La explicación a
esta pregunta se nos da, de un modo muy sencillo en esta novela:
Debería
serlo como lo es en prácticamente toda Europa. Pero como somos uno
de los pocos países civilizados donde el delito de enriquecimiento
patrimonial injustificado para cargos y funcionarios públicos no
está contemplado en el Código Penal, así nos va. En este país, si
de la noche a la mañana pasas de la bici al Jaguar, nadie te
pregunta nada. Al contrario, la gente te admira y te hace la pelota.
“Mira, por ahí va un triunfador...” (Página
143)
Sumadle
a eso la ceguera de los dirigentes de los partidos políticos,
mirando a otra parte con tal de engrasar su maquinaria electoral,
aquella que les lleva a alcanzar el poder. En el siguiente párrafo
probad a sustituir el nombre de Cérdenas por el de otro famoso
tesorero de partido que ahora está en la cárcel y pensaréis que
estáis leyendo la prensa:
Los
cocineros del partido, naturalmente, sabían a qué se dedicaba
Cérdenas y conocían el alcance de su trama, entre otras cosas,
porque no era un elemento aislado. (Página 217)
IMPRESIÓN
PERSONAL
Tanto
se parece a la verdad, que he creído
estar leyendo la realidad con unos personajes a los que se ha
cambiado el nombre. Cuando leo la prensa diaria, con esta
acumulación de casos que van saliendo a la luz, de esas contratas
millonarias que en algunos casos ni dan servicios ni dan nada, lejos
ya de aquellas recalificaciones de terrenos que suponían
directamente millonadas para los concejales de urbanismo y obras
públicas y luego leo este libro, veo que son el mismo perro con
distinto collar.
El
sistema que tan bien se nos describe en Manos
sucias, ha ido evolucionando con el paso de los años,
agotada y explotada ya la burbuja inmobiliaria. Se ha vuelto mucho
más sofisticado, más difícil de demostrar, pero no por eso menos
notorio y público, algo que hasta ahora mismo no ha parecido
importar a los líderes de los partidos políticos, parte necesaria e
interesada en los mismos.
Una
novela compleja y en algunos momentos densa, porque tanto
los mecanismos de los que se sirven los corruptos, como los
mecanismos que se siguen para desenmascararlos son complejos. Ahí es
donde sin duda la experiencia profesional de Carlos
Quílez es fundamental, máxime cuando como es el caso se
mezcla la policía autónoma catalana, la nacional y la Guardia
Civil. Sin olvidarnos de ese peculiar mundillo judicial compuesto por
abogados, jueces fiscales. Un poder judicial que como se ve en esta
novela no es tan independiente como debiera. (Claro, que comparado
con lo que estamos viendo estos días con lo del juez Ruz, casi
parecen unos angelitos y los manejos políticos un juego de niños)
Duele
leer Manos sucias, porque
por más ficción que sea, no he podido sustraerme durante su lectura
a ver que, cambiados nombres y casos, es lo mismo que estamos
sufriendo en este país.
Una
novela que de tanta información como nos ofrece, no puede seguir un
ritmo rápido. Se echa de menos un poco más de agilidad para su
lectura, un poco más de acción. Algo que queda compensado en parte
con un final de auténtico infarto.
También
esta ingente información va en contra del desarrollo de los
personajes. No es que no estén perfectamente definidos, que no
parezcan reales (todos los personajes para bien o para mal don
demasiado reales), sino que apenas se desarrolla su vida privada, esa
que permite empatizar con ellos. Por eso, salvo el caso de Patricia
la periodista y Elsa su becaria, me he quedado con una cierta
sensación de frialdad ante ellos.
Pese
a estas ligeras faltas que he destacado, el resultado global es muy
positivo. Merece la pena leer
Manos sucias, porque
por desgracia ese mundo que tan bien describe Carlos
Quílez es el que estamos viviendo en este país. Y
adoptar la postura del avestruz, meter la cabeza debajo del ala y
pensar que no pasa nada, es una manera más de contribuir a que los
corruptos sigan campando a sus anchas.
Manos
sucias, un gran título.
Lástima que las manos se laven tan fácilmente (que se lo digan si
no a nuestra casta política), pero no ocurra lo mismo con esas almas
corruptas que ensucian, corroen y corrompen todo lo que está a su
alrededor.
Gracias
a Editorial AlRevés que
me ha proporcionado un ejemplar de Manos
sucias para su lectura y reseña.
Toca un tema que está de mucha actualidad.
ResponderEliminarNo lo conocía y parece muy real,a veces la realidad supera a la ficción, apuntado queda, besotes!
ResponderEliminarReal como la vida misma.
ResponderEliminarLo tengo pendiente
Ya había leído alguna otra reseña poniéndola bastante bien. Miedo dan estas lecturas. Besos.
ResponderEliminarEl tema se me hace bastante pesado, así que creo que esta vez ni será.
ResponderEliminarGracias por compartir :)
Besos!
Yo últimamente he decidido desconectarme de la realidad en el ámbito literario. Con lo asquerosamente mal que funciona este mundo, y este país en particular, prefiero leer algo que me ayude a evadirme, así que a pesar de las buenas reseñas que está teniendo, es una lectura que por el momento no me anoto.
ResponderEliminarBesos.
Muy buenas opiniones estoy viendo de este libro. Tendré que leerlo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me espera en la estantería, y si todo va bien espero no hacerle esperar mucho. Tengo muchas ganas de leerlo. Besos
ResponderEliminarApuntadísimo desde ahora mismo, me llama muchísimo la atención. Besos.
ResponderEliminarLo tengo apuntado, pinta genial!
ResponderEliminarAdemás las pocas reseñas que llevo leídas son bastante positivas, así que pica el gusanillo =)
Besotes
Estoy leyendo Cerdos y gallinas y estoy de acuerdo con lo que dices, es compleja y me está costando porque el autor conoce tan bien los entresijos que yo al menos a veces me pierdo entre tanta cantidad de delincuentes, su jerga y los entramados de las diferentes policías que operan. Pero está muy bien y muy real.
ResponderEliminarBs.
Muy interesante. La frase "una novela sobre la corrupción que se parece demasiado a la realidad" ya ha sido capaz de ganarme y hacerme interesante esta historia.
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