Capítulo
VII. De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote de la
Mancha
Don
Quijote con los solícitos cuidados de su ama y de su sobrina, parece
recuperarse de la paliza recibida, al mismo tiempo que intentan que
recupere la razón perdida, por lo que como veíamos en el capítulo
anterior, sus libros pasan a ser pasto de las llamas. Han
desaparecido por obra del mago que tanto le odia.
Más
Don Quijote, lejos de estar curado, planea nuevas aventuras, más
siguiendo las recomendaciones del ventero, esta vez va a ir mejor
pertrechado, por lo que escoge a un campesino como su fiel escudero.
En este tiempo, solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien —si es que este título se puede dar al que es pobre—, pero de muy poca sal en la mollera. En resolución, tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió, que el pobre villano se determinó de salirse con él y servirle de escudero.
Y
como en aquella época no había televisión, en vez de prometerle
cinco minutos de fama televisiva, Don Quijote le promete el gobierno
de una ínsula un reino si le acompaña en la aventura.
Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza, que así se llamaba el labrador, dejó su mujer y hijos y asentó por escudero de su vecino.
Ya
tenemos en marcha al dúo más famoso de la historia de la
literatura: Don Quijote y Sancho Panza, montados en su caballo y en
su burro, porque Sancho no está dispuesto a darse grandes caminatas
y, pese a que no recuerda Don Quijote el caso de ningún caso de
escudero montado en semejante montura, tampoco hay ninguna regla que
a ello se oponga.
Por fin llegó Sancho con su borrico.
ResponderEliminarSaludos
Por fin tenemos aquí a Sancho. Y viene apuntando maneras!
ResponderEliminarSi ya estábamos disfrutando, ahora vamos a disfrutar más incluso!
ResponderEliminarBesotes!!!
Creo que nos vamos a reir con estos dos. Vamos ni los morancos hacen tan buena pareja, jejeje
ResponderEliminarBs.
Ya llegó Sancho, creo que nos vamos a divertir.
ResponderEliminar¡Por fin Sancho!
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