Viaje al pasado entre el humo del tabaco
FICHA TÉCNICA
Título: 22/11/63
Aytor: Stephen King
Editorial: Plaza & Janes
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 864
PVP: 26,90 €
Páginas: 864
PVP: 26,90 €
De vez en cuando me animo con algún libro de Stephen King, el rey del terror. No es éste un género que me atraiga especialmente, de ahí que mis visitas al maestro no sean más frecuentes Además, si no eres un adicto a dicho género, hay que ser muy cuidadoso a la hora de leer a Stephen King, pues de su más que generosa pluma (¿o tal vez tendría que decir teclado?) de la que salen cientos y cientos de páginas al año, no todo tiene el mismo nivel de calidad, por no decir que hay algún tocho infumable o repetición de los anteriores.
De la crítica no puedes fiarte demasiado, porque
los críticos “profesionales” nunca han hablado bien de King y sus adoradores en
muchos casos le adoran demasiado y son poco objetivos. Por eso hay que tener un
cierto tiento a la hora de enfrentarte con las mil páginas que tienen muchos de
los libros de este autor.
Sin embargo, desde que vi los primeros anuncios
del libro, me llamó la atención. Entre otras cosas porque 22/11/63
al menos a priori nos presenta a un Stephen King diferente. ¿Qué tipo de terror va a
presentarnos en esta ocasión? ¿El de seres
aparentemente normales pero que tienen poderes especiales (Carrie, Ojos de fuego,
La zona muerta)? ¿El de objetos cotidianos que adquieren
terroríficos poderes como en Cujo (un perro), Buick 8
(un coche), It
(un payaso), Misery (una servicial enfermera), El resplandor
(un hotel), La larga marcha
(un programa de televisión) o Un saco de huesos
(una casa de campo)? ¿O tal vez la cosa vaya de mundos paralelos,
extraterrestres o simplemente el mal puro y duro?
Volverá a ser un objeto normal el que de origen a
toda la historia. Bueno, normal en Estados Unidos, porque una caravana en la
que se preparan y venden hamburguesas no es algo que esté a a orden del día en
España. Pero tanta película americana para algo tiene que servir, así que nos
la podemos imaginar perfectamente, aunque esta autocaravana tenga un secreto en
su interior...
ARGUMENTO
Igual que ahora todos recordamos dónde estábamos y
cómo nos enteramos de los atentados de las torres gemelas del 11-S, o a nivel
local del atentado del 11-M en la estación de Atocha, para la generación
anterior la pregunta era dónde estaban el 22 de Noviembre de 1963. Ese es el
título de la novela.
Asesinato de Kenedy |
Un asesinato que cambió la historia mundial. ¿Qué pasaría si se
pudiese evitar ese asesinato? ¿Qué mundo podríamos
haber disfrutado? Eso es lo que se pregunta Al, propietario de una caravana que
vende hamburguesas. Una pregunta que va más allá de un planteamiento retórico,
pues en su mano está el poder evitar dicho asesinato, pues la puerta trasera de
su caravana lleva directamente a un día concreto del año 1958. Pero el tiempo
está en su contra. Un cáncer de pulmón le impide llegar a tiempo de evitar ese
asesinato.
Por eso no duda en embarcar en dicha aventura a su
amigo Jake Epping, profesor de inglés en el instituto de Lisbon Falls, Maine. A
Jake no le atrae nada esta aventura, pero hay algo que le anima a participar en
ella: la redacción que Harry Dunning un alumno de su escuela nocturna hace para
un trabajo y en el que redacta la noche en que su padre llegó a casa para matar
a su madre y hermanos con un martillo, una noche en el que las lesiones que le
dejaron le convirtieron en una persona con menos capacidad física e
intelectual.
EL
LIBRO
Nos encontramos ante una novela atípica de Stephen
King. Una novela que juega con los viajes al pasado,
un tema que siempre resulta atrayente para un determinado tipo de lectores
entre los que me encuentro. Ahora bien, no esperéis para nada un libro de
ciencia ficción, pues no es esa la idea del novelista. De hecho Stephen King
huye directamente de cualquier explicación científica del fenómeno, no se
complica la vida con detalles que pueden aburrir al lector o despertar su
incredulidad.
Simplemente hace un planteamiento: al abrir la
puerta de una caravana y bajar sus escalones, la persona que lo hace se
traslada a un día concreto del año 1958. Siempre al mismo día. Si desanda el
camino y vuelve a entrar en la caravana, retorna al día en que salió, un par de
minutos más tarde, independientemente del tiempo que haya estado viviendo en el
pasado.
Pero cada vez que vuelve a atravesar la puerta y
regresar al pasado, es como si apretara la tecla de reseteado de un aparato,
porque nada de lo que hubiera pasado en su viaje anterior ha tenido lugar, la
historia vuelve a comenzar desde el principio, ninguno de los errores que
hubieran podido cometerse en el viaje anterior han tenido lugar.
Eso sí, todo lo que se traen del viaje, ya sea
dinero o comida, lo pueden conservar tal cual. Por eso Al en sus viajes podía
comprar carne con la calidad y los precios del año 1958 y servir unas
hamburguesas de altísima calidad a unos precios ridículos en la actualidad.
¿Cómo explica todo esto el autor? Sencillamente:
no lo explica. Los protagonistas saben que las cosas ocurren así y de nada
sirve preguntarse por qué. Eso es lo que hay y el lector no tiene otra que
aceptarlo tal cual lo aceptan ellos, sin comprenderlo.
Ni
falta que hace, porque el meollo de la cuestión no es ese, sino
analizar los sentimientos de una persona que cree que puede cambiar el destino
del mundo, que por ello está dispuesto a renunciar a parte de su presente y a
embarcarse en una aventura que no sabe muy bien dónde va a llevarle. A
plantearse si una vez ejecutado su plan volverá a la actualidad a contemplar
los resultados o permanecerá en esa época, máxime cuando el amor ha entrado en
su vida sin que él pueda evitarlo.
Por más que en muchos momentos la tensión que
transmite el libro es altísima, sobre todo lo que transmite es una sensación de
nostalgia. Nostalgia de los olores, sonidos y sabores del
pasado:
«¿Quería yo pasar varios años en el
pasado? No. Sin embargo, sí quería volver. Aunque solo fuera para escuchar cómo
sonaba Little Richard cuando aún estaba en la cresta de la ola. O para subir en
un avión de Trans World Airlines sin tener que quitarme los zapatos, someterme
a un escáner de cuerpo entero y atravesar un detector de metales.» (Página 60)
Nostalgia de una inocencia que parece haberse
perdido:
«En 1958, si comentas algo sobre un
ataque terrorista, la gente va a pensar que hablas de adolescentes que se
dedican a hacer putadas a las vacas.» (Página
102)
Asesinato de Oswald |
«Una sociedad libre de humo…, niños
negros y niños blancos estudiando hombro con hombro en perfecta armonía…, no me
extraña que estés escribiendo una novela, tienes una imaginación endiablada.
¿Qué otras cosas ves en tu bola de cristal, George? ¿Cohetes a la luna?» (Página 381)
Lo que más sorprende sin embargo al viajero del
presente es la atmósfera de humo que se respira permanentemente, esa que
podemos observar hoy con sorprende en las películas de aquellos años. Algo que
lleva a Stephen King a definir por boca de su protagonista a aquella época como
la «Era del Fumador Universal.» (página 348)
«Cuando el autobús frenó y se detuvo
en el paso a nivel del ferrocarril, vi que la mayoría de los pasajeros estaban
fumando.» (Página 42)
IMPRESIÓN
PERSONAL
No soy un seguidor incondicional de Stepehn King y
por supuesto, no he leído todo lo que ha publicado (para lo que evidentemente
hay que ser muy fan de este autor). Stephen King es para mi un autor irregular,
con obras que me han gustado mucho y con otras que me parecen un auténtico
pestiño o una repetición sin más de las ideas planteadas en otras novelas. Algo
que teniendo en cuenta la ingente producción de novelas del autor, tampoco es
extraño. Calidad y cantidad no pueden ir siempre unidas. Y por cantidad no me
refiero sólo al número de novelas publicadas, sino al tamaño de las mismas,
muchas de ellas rondando las mil páginas.
Mil páginas hace que me lo piense mucho antes de
enfrentarme al universo King, y no siempre consigue llamarme suficientemente la
atención. No es precisamente el caso de esta novela, que a pesar de sus
novecientas páginas y un peso más que considerable, me llamó la atención desde
un primer momento.
Me llamó la atención, tal vez porque los viajes al
pasado son una argucia narrativa que siempre me ha llamado la atención, ese
sueño de dar marcha atrás para cambiar el pasado y gracias a ello llegar a otro
punto diferente en el presente. Puro juego mental, pues en mi vida, hoy por
hoy, no me arrepiento de ninguna decisión de las que he tomado, pues son las
que me han hecho vivir una vida en la que he sido feliz. ¿Quién nos garantiza
que otra decisión hubiera hecho más plena y feliz mi vida?
Por eso resulta tan entretenido ver como el
protagonista intenta manipular el pasado, a pesar de que éste se resiste
tenazmente al cambio. Menos interesante sin embargo, sin duda porque a fin de
cuentas soy español y mi conocimiento de la historia estadounidense en general
y en concreto de los detalles del asesinato de Kennedy es escaso, por lo que si
bien por una parte el libro es desde ese punto de vista formativo, no llama
tanto mi atención como si estuviese al día de todas las complejas teorías
conspirativas que su asesinato ha provocado.
Una obra que podríamos calificar de extraña en la
literatura de King, pues el terror no está tan presente como en el resto. De
hecho no puede hablarse de un libro de terror, sino de.... Buena pregunta ¿cómo
calificar este libro?
Porque por tener, tiene hasta una bella
historia de amor, algo poco frecuente en la literatura de King. Una historia
que va a ser la que de más fuerza y consistencia a este novela, si bien es
verdad que ha de transcurrir casi la mitad del libro para que dicha historia
comience. Es sin embargo esta historia y no el desenlace de si el protagonista
va a matar o no al asesino de Kennedy, la que va a propiciar un bellísimo
final. Un final de un lirismo que no es el habitual de este autor.
Una lectura que me ha resultado muy entretenida a
pesar de las numerosas vueltas que da al principio, que parece que no va a
ponerse en marcha nunca. Porque ni ha dado comienzo la historia de amor, ni aún
se ha decidido a ponerse en marcha para acabar o no con Oswald.
Y pese a eso, las páginas van volando una detrás
de otra. Es lo que tiene Stephen King: que es capaz de enganchar al lector
hasta narrando el prospecto de un medicamento.
Que esta sea la novela que mejor acogida haya tenido
por la crítica especializada, poco propicia a alabar las obras de este autor,
no tiene por qué ser muy significativo. Pero si es un indicativo de que es
una novela muy diferente al habitual Universo King. Lo cual tampoco implica
un cambio de estilo del escritor, que ya se encargará de intentar sorprender a
sus lectores con otra novela y otro argumento diferente.
Porque como muy bien se encarga de recordarnos el
autor en las primeras páginas de la novela, todo puede cambiar en un breve
instante. Y es esa incertidumbre la que nos mantiene vivos y alertas:
«No hubo violines ni campanas de alarma cuando
saqué del montón la redacción del conserje y la puse delante de mí, ninguna
sensación de que ni mi insignificante vida ni la de nadie estaba a punto de cambiar.
Pero eso nunca se sabe, ¿verdad? La vida cambia en un instante.» (Página 10)
VALORACIÓN: 8/10
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