Título:
El bolígrafo de gel verde
Autor:
Eloy Moreno
Editorial:
Espasa-Calpe
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 300
PVP: 16.90 €
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 300
PVP: 16.90 €
Editorial: Zeta bolsillo
Encuadernación: Tapa dura bolsillo
Páginas: 368
Encuadernación: Tapa dura bolsillo
Páginas: 368
PVP: 12,95 €
Un
texto en la contraportada de lo más sugerente.
«Superficies de vida:
Casa: 89 m2
Ascensor: 3 m2
Garaje: 8 m2
Empresa: la sala, unos 80 m2
Restaurante: 50 m2
Cafetería: 30 m2
Casa de sus padres: 90 m2
Casa de mis padres: 95 m2
Total: 445 m2
¿Puede alguien vivir en 445 m2 durante el resto de su vida?»
Casa: 89 m2
Ascensor: 3 m2
Garaje: 8 m2
Empresa: la sala, unos 80 m2
Restaurante: 50 m2
Cafetería: 30 m2
Casa de sus padres: 90 m2
Casa de mis padres: 95 m2
Total: 445 m2
¿Puede alguien vivir en 445 m2 durante el resto de su vida?»
No
son esas mis medidas, pues no tengo garaje, ni casa de suegros, y habría que
sumarle los mil metros cuadrados de la parcela y los cinco metros cuadrados del
coche, quizás el lugar en el que paso más tiempo despierto. Por cierto, que ese
es un espacio que el autor olvidó incluir en sus metros cuadrados.
Una imagen de portada que me llamó la atención, con un hombre sentado, la cabeza entre las piernas, las manos tras la nuca y con aspecto abatido, derrotado, Tras él, difuminados, los rascacielos de una gran ciudad.
Un autor, Eloy Moreno, totalmente desconocido y del que el libro no me da ninguna pista, pues en la contraportada nos dice:
«Aquí debería escribir mi fecha y lugar de nacimiento, mi historial literario y una pequeña biografía, Creo que no es necesario. Para mí, lo importante es haber conseguido que esta novela salga a la luz. Lo demás es secundario. Espero que la disfruten».
Para mayor intriga una contraportada con una llamada a mi realidad cotidiana:
«Pero si de verdad quiere saber cuál es el argumento de esta novela, mire su muñeca izquierda, ahí esta todo.
Esa es mi realidad diaria, el reloj en la muñeca izquierda controlándolo todo, si llego o no llego a tiempo.»
Curiosamente
hoy se me ha quedado olvidado en casa, pero no me ha dado la vuelta, que no me
daba tiempo. Pero no estoy perdido, que hay reloj en el coche y en el móvil.
ARGUMENTO
«Apoyado sobre el cristal, aún
tengo el valor de juguetear, nervioso, con el maldito boli entre mis dedos. Él,
que ha sido testigo de todo. Él, que ha deambulado más que yo. Él, que me ha
hecho cambiar de rumbo. Él, inocente, ausente, olvidado, pero abandonado adrede
también, ofrecido y a la vez deseado». (Página 45)
No,
no es un bolígrafo de gel verde el protagonista de esta novela. Simplemente,
este bolígrafo que costó al protagonista un euro y medio, es el desencadenante,
el catalizador de toda la angustia y la opresión que tiene el protagonista, el
que le lleva a reflexionar, a volver a su niñez y a replantearse su situación
presente. Casi se trata de un dime cómo tienes el bolígrafo y te diré cómo
eres. Así Juanjo el listillo, siempre de punta en blanco, tiene un bolígrafo de
plata. Ricardo los chupetea y los mordisquea hasta dejarlos intocables para el
resto del personal. Sara tiene los bolis impecables, sin mordiscos ni muescas.
Y nuestro protagonista no los tiene, siempre le desparecen o los pierde. Por
eso elige un bolígrafo distinto, diferente del que tienen todos los demás, un
bolígrafo al que poder seguir la pista.
Y como se temía, un día desaparece. Decide buscarlo por toda la oficina, por lo
que irá sin querer o queriendo, metiéndose en la vida privada de todos sus
compañeros de oficina. Una búsqueda que se convierte en una obsesión y termina
por dinamitar lo poco que de su matrimonio quedaba.
IMPRESIÓN PERSONAL
Cuando
iba a escribir este comentario, me vino una pregunta a la cabeza: ¿Cómo se llama el protagonista? Lo cierto es que no lo sé
y, aunque he buscado su nombre a lo largo de toda la novela, no lo he
encontrado. Es cierto que la novela está escrita en primera persona, pero en
ningún momento aparece eso de "Yo, fulanito de tal...". Tampoco
ningún otro personaje le llama por su nombre, salvo mayúsculo despiste mío,
porque no lo he encontrado.
No deja de ser curioso el que una novela siga adelante sin que sepas cómo se llama el protagonista. En el fondo no hace falta y no deja tal vez de ser una manera de reforzar de como por el camino de su vida no solo ha ido dejando sus ilusiones, sino incluso su nombre.
O tal vez la ausencia de nombre sea otra manera de que podamos sentirnos en mayor medida identificados con el personaje. Algo muy fácil de conseguir si eres un urbanita. Imposible no sentirte en un momento u otro angustiado y atrapado como este hombre, que por otra parte me sirve de ruptura con muchas de las últimas novelas que he leído, porque, aunque aparezcan en la novela algunos personajes femeninos con una personalidad bien definida, con sus sufrimientos y sus pesares, no deja en todo momento de ser una visión masculina de la vida. No confundir masculina con machista, porque de hecho estamos ante un hombre que por encima de todas las cosas adora a su hijo, del que se ocupa en la medida de lo que su poco tiempo le permite, al mismo tiempo que también contribuye a las tareas domésticas.
No deja de ser curioso el que una novela siga adelante sin que sepas cómo se llama el protagonista. En el fondo no hace falta y no deja tal vez de ser una manera de reforzar de como por el camino de su vida no solo ha ido dejando sus ilusiones, sino incluso su nombre.
O tal vez la ausencia de nombre sea otra manera de que podamos sentirnos en mayor medida identificados con el personaje. Algo muy fácil de conseguir si eres un urbanita. Imposible no sentirte en un momento u otro angustiado y atrapado como este hombre, que por otra parte me sirve de ruptura con muchas de las últimas novelas que he leído, porque, aunque aparezcan en la novela algunos personajes femeninos con una personalidad bien definida, con sus sufrimientos y sus pesares, no deja en todo momento de ser una visión masculina de la vida. No confundir masculina con machista, porque de hecho estamos ante un hombre que por encima de todas las cosas adora a su hijo, del que se ocupa en la medida de lo que su poco tiempo le permite, al mismo tiempo que también contribuye a las tareas domésticas.
Hay
un punto en el que es imposible no identificarse con el protagonista, en su
lucha con la vida, en su lucha contra el tiempo:
«Nos ha faltado siempre tiempo. Nos ha faltado tiempo porque hemos tenido que trabajar demasiado. Hemos tenido que trabajar tanto porque, hoy en día, para todo se necesita dinero. Dinero para mantener a un niño al que apenas veíamos; dinero para contratar a una persona que nos limpiara la casa en que apenas estábamos, dinero para vivir una vida que no hemos disfrutado». (Página 99)
«Nos ha faltado siempre tiempo. Nos ha faltado tiempo porque hemos tenido que trabajar demasiado. Hemos tenido que trabajar tanto porque, hoy en día, para todo se necesita dinero. Dinero para mantener a un niño al que apenas veíamos; dinero para contratar a una persona que nos limpiara la casa en que apenas estábamos, dinero para vivir una vida que no hemos disfrutado». (Página 99)
Vivir una vida que no hemos disfrutado. Así me he sentido yo buena
parte de mi vida, corre que te corre (y sigo corriendo) sin tiempo para
disfrutar. Como decía muchas veces medio en broma, medio en serio, trabajo para
comer y ni tiempo de comer tengo. O dicho de otra forma, trabajo para vivir y
el trabajo me deja sin tiempo o sin fuerzas para vivir.
Y
el tiempo no puede volver atrás, los niños crecen demasiado rápido y ese tiempo
que no he estado con ellos, nunca más volveré a disfrutarlo. Tal vez por eso
los abuelos pueden permitirse el lujo de relacionarse con ellos como no
pudieron hacerlo con sus hijos, porque disponen de un lujo que en su día no
tuvieron: tiempo.
Y
la vida puede pasarnos tan por encima, que se lleva por delante incluso
aquellos pilares que nos sostenían, pueden llevarse el amor de los nuestros.
Porque el protagonista se debate en la angustia al sentirse incapaz de hablar
con su mujer a la que sigue queriendo, esta Rebe que fue su amor desde la
niñez, a la que sigue queriendo pero a la que ve alejarse sin ser capaz de
retenerla.
A veces es cuestión de suerte, solo de suerte no perder nuestro amor en la vorágine del tiempo que todo lo consume, en esa batalla del día a día que termina en un silencio que todo lo asfixia, en medio de una sociedad que nos lleva a comportamientos que vistos desde fuera son totalmente absurdos:
«Qué clase de sociedad permite que un niño de dos años se levante a las siete para, diariamente, mudarse a otra casa.» (Página 82)
A veces es cuestión de suerte, solo de suerte no perder nuestro amor en la vorágine del tiempo que todo lo consume, en esa batalla del día a día que termina en un silencio que todo lo asfixia, en medio de una sociedad que nos lleva a comportamientos que vistos desde fuera son totalmente absurdos:
«Qué clase de sociedad permite que un niño de dos años se levante a las siete para, diariamente, mudarse a otra casa.» (Página 82)
¿Acaso no hay solución? Siempre la hay, aunque no siempre la veamos, o aunque necesitemos que la vida nos pase por encima para reaccionar y ponernos en marcha.
La huida es también un ponerse en marcha. Y a ello es a lo que
recurre el protagonista mientras mira hacia atrás. hacia su infancia, esa
infancia de veranos en el pueblo con la que comienza la novela (¿cómo no
sentirse identificado en ese niño que con cuatro tablas monta una cabaña?). Una
infancia que por eso recuerda el protagonista en la que el tiempo no existía.
Solo existía la compañía de un amigo, su amistad.
Una huida que es una manera de buscarse a si mismo (en la parte final la novela puede pecar un tanto de parecer un libro de autoayuda), de buscar unos límites que hace tiempo que se perdieron, de empezar de nuevo, en busca del tiempo perdido y ya no recuperable.
Una huida que es una manera de buscarse a si mismo (en la parte final la novela puede pecar un tanto de parecer un libro de autoayuda), de buscar unos límites que hace tiempo que se perdieron, de empezar de nuevo, en busca del tiempo perdido y ya no recuperable.
Evidentemente, es una historia y, por más que en algunos momentos me identifique con ella, no es mi historia ni la solución a los problemas de mi vida. Es lo que tiene ser un urbanita de pro.
También de la contraportada: «Esta novela no ha sido galardonada con ningún conocido premio literario; ni siquiera con uno desconocido».
No
importa que no tenga premios, su lectura,
especialmente para la gente de “asfalto” es recomendable.
Lectura
facilitada por la Biblioteca Municipal de
Móstoles.
Lo tengo en mi lista de pendientes desde no sé ni cuánto tiempo. A ver si me pongo con él, que me atrae muchísimo.
ResponderEliminarUn beso!
Creo que esta novela nos sorprendió a todos. Yo me he puesto ya con la segunda y por ahora, pinta bien.
ResponderEliminarPedro, lo primero enhorabuena por esta magnífica reseña que me ha gustado más que el libro. Y no es que el libro no me gustara, quizá tenía demasiadas expectativas puestas en él pero el caso es que me quedé con cara ¿por qué tanto bombo con esta novela? En cualquier caso, aún no tengo claro si leeré su segunda novela.
ResponderEliminarBesos.
No he leído el libro, vaya eso por delante. Pero por otras reseñas que he leído, y viendo el lío que hay organizado por ahí abajo, me parece que has tenido mucho arte y mucha clase para hacer esta reseña.
ResponderEliminarGracias y un saludo!
Leí el libro este verano y me sorprendió muchisimo. Había leído reseñas muy positivas sobre el mismo, pero no esperaba que me gustase tanto. Y que me hiciese pensar y reflexionar en muchos aspectos.
ResponderEliminarMuy buena reseña, Pedro. Tal y como nos tienes acostumbrados.
Un abrazo!!
Me ha gustado mucho el libro y lo recuerdo muchas veces, creo que volveré a leerlo en alguna ocasión ;D
ResponderEliminarA mi me encanto, cada cierto tiempo lo releo y encuentro una reflexión nueva, besotes
ResponderEliminarA mí me gustó muchísimo por todo lo que su lectura me transmitió
ResponderEliminarbesos
Tu reseña me ha gustado mucho más que el libro, lo leí hace ya tiempo y quizá tuviera las expectativas demasiado altas. Tuve una relación amor-odio con él.
ResponderEliminarNo sé si me animaré con el segundo, espero tu reseña.
Besos
Me gustó mucho, sobre todo por el aspecto que señalas que es imposible en algún momento no sentirse identificado con el protagonista. Lo único que me decepcionó un poquito fue el final.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hace tiempo que lo leí y me gustó, aunque no se tratase de mi lectura del año. Lo encontré diferente y que en algunas cosas se podía ver un buen reflejo de la sociedad actual. Un beso.
ResponderEliminarUn eterno pendiente!
ResponderEliminarMi única novela publicada le pasa un poco como aquí (publicada en 2007, anterior, jajaja) que el protagonista no tiene nombre (bueno si que lo tiene, pero no se dice, no importa). Fue un reto literario que llevé a cabo y del que creo salí victorioso.
ResponderEliminarSobre la novela, es de esas que seguirán pasando de manos por su arrollador éxito.
Vamos a ver que no cuentas esta semana de la siguiente.
Por cierto, esta no la leí por el agobio que supuso leer continuas reseñas en la red. La dejé pasar, sin más. Algún día, quizás.
Es un libro muy especial. Yo estoy deseando ponerme con Lo que encontré debajo del sofá
ResponderEliminarYo debo ser de las pocas personas que no disfrutaron de esta historia, precisamente porque el protagonista me cayó fatal: llegó un punto en el pensé que todo lo que le pasaba se lo tenía bien merecido. Es indudable, eso sí, que el autor tiene una prosa digna de destacar, pero yo no conecté con esta historia en concreto. Aún así, puede que le de una oportunidad a su nuevo libro, que viene pisando fuerte. 1beso!
ResponderEliminarJo, yo lo tengo todavía pendiente... a ver si me pongo con él =)
ResponderEliminarBesotes
Yo le puse mucha menos nota y le vi muchos peros. No debí quedarme sólo en el mensaje que transmite, que sí, que es bonito, pero a mi me faltó algo.
ResponderEliminarBesos.