¡Que vienen los marcianos! ¿O ya están aquí?
DATOS TÉCNICOS
Autor: Félix J. Palma
Título: El
mapa del cielo
Editorial:
Plaza & Janes
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 672
PVP: 21,90 €
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 672
PVP: 21,90 €
Encuadernación:
Tapa blanda bolsillo
Páginas: 744
PVP: 9,95 €
«¡Apreciado lector! (como para no apreciarte con lo que escaseas) ¡Ten cuidado con seguir adelante en la lectura de esta reseña! ¿Cuántas veces no has deseado sentirte atrapado por las páginas de un libro? Pues ten cuidado con lo que deseas, no vayan tus sueños a hacerse realidad, algo que sin duda ocurrirá si comienzas a leer “El mapa del cielo”. Te verás transportado al siglo XIX, un siglo en el que no existía la televisión, ni Internet, donde el entretenimiento más común aunque no al alcance de todos era le lectura. No verás la televisión, no te dejarás enganchar en la Red. Lee rápido, porque es probable que te olvides también de comer o hasta de ir a trabajar con tal de terminar las páginas de esto que el propio autor denomina folletín.»
ARGUMENTO
«Una mujer
para quien el universo no tiene límites.
Una época en la que el hombre en busca de un lugar donde hacer realidad sus sueños, se atrevía a pensar en la vida más allá de la Tierra.
Un mundo que está apunto de comprobar como las fantasías de un escritor cobran vida.
¡Ten cuidado con lo que deseas, que puede hacerse realidad!.»
Una época en la que el hombre en busca de un lugar donde hacer realidad sus sueños, se atrevía a pensar en la vida más allá de la Tierra.
Un mundo que está apunto de comprobar como las fantasías de un escritor cobran vida.
¡Ten cuidado con lo que deseas, que puede hacerse realidad!.»
Son las
palabras que podemos escuchar en el video promocional de El Mapa del Cielo)
y que muy bien podrían resumir el argumento del libro. Aunque bien pensado ¿de
qué libro? Porque en realidad El Mapa del Cielo está dividido en tres partes
que vienen a ser cada una de ellas en sí misma un libro.
Comencemos
pues por el principio, aunque ¿existe un principio?
«Ya les advertí que el principio de una historia es siempre difícil de precisar porque un relato tiene infinitos principios, aunque yo, por suerte o por desgracia, puedo verlos todos. ¿Cuál de ellos debería escoger? ¿Existe un principio que pueda calificarse como tal? ¿Y acaso un principio no es siempre el final de otra historia?.» (Página 54)
«Ya les advertí que el principio de una historia es siempre difícil de precisar porque un relato tiene infinitos principios, aunque yo, por suerte o por desgracia, puedo verlos todos. ¿Cuál de ellos debería escoger? ¿Existe un principio que pueda calificarse como tal? ¿Y acaso un principio no es siempre el final de otra historia?.» (Página 54)
Sean cuales sean las dudas del autor, la historia comienza con el escritor Herbert G Wells que tras el éxito de La máquina del tiempo, disfruta de una fama acrecentada gracias a la novela que acaba de publicar, fruto de una imaginación que no deja de sorprender a sus lectores: La guerra de los mundos, en la que describe la invasión de la tierra por vida procedente del espacio exterior, concretamente del planeta Marte. Una crítica feroz contra el imperialismo y colonialismo británico que aplasta las culturas de los lugares que conquista, unas conquistas que no se deben a una mayor inteligencia sino a su gran superioridad tecnológica, lo mismo que refleja en su novela.
La fama de su obra ha traído a Londres a un escritor norteamericano que ha escrito una continuación de la obra de Wells y que quiere entrevistarse con él. Tras invitarlo a comer, en una comida en la que lo que abunda es la bebida, trasmite a Wells un terrible secreto: en un museo de Londres se esconden las pruebas de que la tierra ha sido recientemente visitada por vidas de otro planeta.
Demos otro paso atrás, porque ahora el autor va a mostrarnos cómo fue la llegada de ese ser de otro mundo a la tierra. ¿Qué pasó para que terminara junto con su nave en un museo londinense? (Fin de la primera parte)
En otro giro del relato, la segunda parte comienza con una historia totalmente distinta, la de Emma Harlow, bisnieta de un Harlow que obtuvo fama al engañar al mundo entero publicando unos artículos periodísticos en los que se demostraba como la luna estaba habitada por seres fabulosos.
Fruto de aquella prodigiosa imaginación es un maravilloso mapa inventado, ese mapa del cielo al que hace referencia el título de la novela. Un precioso mapa que regala a su hija de diez años y que va pasando de generación en generación como regalo a la hija al cumplir los diez años.
Con semejante antepasado como modelo, mal lo llevan los pretendientes de Emma, rechazados uno detrás de otro. Pero hay uno más persistente e insistente que todos los demás. Para deshacerse de él, Emma le propone una prueba imposible. Si la cumple se casará con él. Si no lo hace, desaparecerá definitivamente de su vida. La prueba consiste en perpetrar un nuevo engaño: reproducir la invasión marciana narrada por Wells en La guerra de los mundos y conseguir que el pueblo inglés la crea.
¿Qué
ocurrirá si dicho sueño o engaño se transforma en una realidad?
Para saberlo, tendrás que leerte el libro, porque yo no pienso contarte más.
EL MAPA DEL
CIELO
¡Apreciado
lector! Tu que con tu esfuerzo hasta aquí has llegado, eres digno antes de
embarcarte en la lectura de este libro, de recibir unos avisos previos para su
lectura. Aunque es bien cierto que El mapa del cielo es una novela que
puede leerse de un modo independiente, en realidad forma parte de una trilogía
cuya primera entrega fue El mapa del tiempo. Si esta segunda obra está
centrada en La guerra de los mundos de H. G. Wells, la primera está
relacionada con otra obra del mismo autor, precisamente la primera que publicó:
La guerra de los mundos.
No es estrictamente una continuación de la primera novela, pero si es cierto que al margen del propio Wells, alguno de sus personajes provienen de la novela anterior, algo que puede afectar a la comprensión de ciertos detalles, especialmente en la tercera parte para aquellos que no hayan leído el primer libro. Si no has leído El mapa del tiempo, pueden no quedarte tampoco demasiado claros los motivos del profundo odio que Wells siente hacia Montgomery Gilmore, el millonario que va a perpetrar el engaño reproduciendo su novela.
No es estrictamente una continuación de la primera novela, pero si es cierto que al margen del propio Wells, alguno de sus personajes provienen de la novela anterior, algo que puede afectar a la comprensión de ciertos detalles, especialmente en la tercera parte para aquellos que no hayan leído el primer libro. Si no has leído El mapa del tiempo, pueden no quedarte tampoco demasiado claros los motivos del profundo odio que Wells siente hacia Montgomery Gilmore, el millonario que va a perpetrar el engaño reproduciendo su novela.
Por ello mi recomendación es que, si te es posible, comiences con la lectura de La guerra de los mundos, un libro por otra parte muy entretenido. No es imprescindible, pero si conveniente.
Al igual que
tampoco es imprescindible pero si aconsejable leer La Guerra de los Mundos
antes de empezar con esta novela. Ayuda mucho a entrar en situación de un modo
directo, pues al leerla previamente ya estás imbuido de ese ambiente de finales
del siglo XIX que la novela reflejaba. Disfrutarás más también de las primeras
páginas, que o dejan de ser una crítica y comentario del libro, que Félix J.
Palma por boca de Wells nos dice que no es excepcional (algo en lo que
coincido, pese a considerarlo un clásico y una novela que merece la pena leer)
En la reseña que hacía de El mapa del tiempo comentaba que era también
un más que interesante repaso a la literatura, con alusiones además de a
Julio Verne, a otros autores como Jonathan Swift (Viajes de Gulliver), Charles
Dickens (Cuentos de Navidad), E. A. Poe (Un cuento de las montañas escabrosas),
Bram Stoker (Drácula) y por supuesto la figura principal del libro: H. G.
Wells.
De Wells se nos ofrecen comentarios muy interesantes de algunas de sus novelas
como "La máquina del tiempo", de obligada revisión tras la lectura de
este libro, o "La Isla del Dr. Moreau". Sin olvidarnos de la
famosísima "La Guerra de los mundos".
Esta mezcla
de literatura dentro de la literatura se repite en El mapa del cielo, en
el que no se hace una profunda reflexión sobre la obra de Wells, especialmente
como no de La Guerra de los mundos, sino que toma a una de las figuras
que ya aparecían citadas en la novela anterior, Edgar Allan Poe para
convertirlo en un personaje más de la novela.
La compleja personalidad de Poe, así como los misterios que acompañaron a su vida y especialmente a su muerte, permiten a Félix J. Palma jugar con los fantasiosos motivos que marcaron su obra posterior, tan llena de pesadillas vivas, del horror de unas historias en las que la muerte estaba presente en su forma más aterradora.
La compleja personalidad de Poe, así como los misterios que acompañaron a su vida y especialmente a su muerte, permiten a Félix J. Palma jugar con los fantasiosos motivos que marcaron su obra posterior, tan llena de pesadillas vivas, del horror de unas historias en las que la muerte estaba presente en su forma más aterradora.
Julio Verne también está presente con una de
sus obras: Viaje al centro de la tierra, porque es la entrada a ese
mundo en el interior de la tierra el que buscan en una expedición al Polo en la
primera parte del libro.
Si hay algo que realmente llama la atención de este libro, es la capacidad de mantener la intriga en todo momento
«Por el asombro que reflejan sus caras en este momento, puedo deducir lo mucho que les han intrigado los distintos misterios que este relato esconde entre sus pliegues.
(…) Yo también estaría intrigado, si no fuera, por supuesto, porque conozco todas las respuestas. Unas respuestas que les iré desvelando poco a poco y con sumo placer, pues esa es una de las tareas más gratas de toro narrador, ya que, salvando las distancias, nos permite emular a los magos que llenan los teatros.» (Página 54)
Porque no se trata además de una única intriga, sino que la acción multiplica sus escenarios y sus puntos de interés.
«Volvamos ahora con el auténtico Wells (…) Espero que sepan disculparme por haberlo abandonado en tan comprometida situación. tómenselo como un humilde homenaje por mi parte a las argucias de la novela por entregas de la época, que obligaban a los lectores a adquirir el siguiente capítulo si querían descubrir como se resolvía la escena, lo cual yo voy a relatarles en este mismo instante, a modo de recompensa por su paciencia.» (Página 408)
Hay momentos en que el relato parece un circo de varias pistas en las que se desarrolla simultáneamente la acción, que por fuerza ha de ir saltando de un punto a otro dejando al lector con ese punto de intriga y ganas de saber lo que pasa:
«¿Y si resulta que lo que está sucediendo allí dentro es más importante para esta historia que lo que está pasando en la sala? Ojalá tuviera la suficiente destreza para narrarles dos conversaciones a la vez, pero desgraciadamente no es esa una de mis escasas virtudes.» (Página 487)
Y por si todo lo anterior no fuera suficiente, el relato da más vueltas que una noria en día de feria, y además tiene más revueltas que la carretera de un monte perdido. Todo ello en aras de conseguir mantener al lector permanentemente sorprendido. Sorprendido, que no es lo mismo que confundido, pues al final este complejo puzle de mapas del cielo termina encajando sin que sobre ni falte ninguna pieza.
Una pregunta que podéis estar haciéndoos y que en más de un caso puede generar dudas a la hora de decidirse a leer este libro es: ¿Es este libro un relato de ciencia ficción?. La respuesta es compleja, porque no puede negarse que hay componentes de ficción científica en el mismo. La simple llegada de seres de otro mundo lo sería. Pero por otra parte, el estilo con el que está escrita la novela lo aleja completamente de lo que podríamos considerar ciencia ficción, pues el lenguaje para nada es científico. No puede serlo, porque la novela está escrita con un lenguaje y un estilo propios del siglo XIX. Es un homenaje a los primeros escritores de este género, un homenaje a H. G. Wells y a Julio Verne.
IMPRESIÓN
PERSONAL
«Para Pedro,
porque sin lectores no existiría la literatura.»
Esa es la
dedicatoria escrita a mano que figura en las primeras páginas del libro. Y es
que este libro es un regalo del propio autor (más bien me imagino que de su
editorial), que conseguí en un sorteo a través de facebook (y llevo ya unos
cuantos).
Me apunté a él con un cierto interés porque había leído su libro anterior: El mapa del tiempo y me había gustado su estilo y la mezcla de estilos.
Me apunté a él con un cierto interés porque había leído su libro anterior: El mapa del tiempo y me había gustado su estilo y la mezcla de estilos.
Antes de
comenzar con la lectura de este libro, me leí La Guerra de los Mundos,
una lectura que si bien no es imprescindible, puesto que probablemente todos
hayamos por lo menos visto alguna versión cinematográfica del libro y sabemos
de qué trata, pero si es muy conveniente, porque permite empezar el libro imbuido
en el espíritu de finales del siglo XIX.
Eso es quizás lo que más me ha gustado de esta novela, ese estilo de novela del siglo XIX, un tanto folletinesca, con un espíritu del mundo un tanto ingenuo, una lectura apta para todos los públicos. Una lectura que me trasporta a mi infancia poblada de libros de Julio Verne, de libros de aventuras, aquellos en que con todo el tiempo del mundo por delante con aquellos tres meses de vacaciones de verano por delante, cogía un libro y no lo soltaba hasta no terminarlo, en que me llevaba una buena bronca de mi madre porque no la oía cuando me llamaba a comer de tan embebido como estaba en la lectura de las aventuras de aquellos fantásticos personajes.
Porque se trata de eso, de una novela de aventuras, cargada de acción, de fantasía, en la que el amor de un modo insospechado consigue abrirse también un hueco para narrar una historia de amor que supera la barrera de los tiempos.
Dicen que
“segundas partes nunca fueron buenas”. No es el caso, esta segunda entrega
consigue superar con creces a la anterior, y dejarme con ganas de leer la
próxima entrega.
Lectura facilitada por Félix J. Palma
VALORACIÓN:
9/10
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